Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com
Editorial Planeta
344 páginas
Género: Novela
Boquica fue un bandolero, para algunos un chaquetero, un afrancesado. Para otros, un traidor. Sin embargo, Boquica luchaba por unos ideales de libertad que iban más allá del patriotismo.
Primero en el bando patriota y luego en el francés, su único deseo era vivir sin pertenecer a nadie.
Y en torno a él se creó la leyenda.
Opinión
No sé si Boquica fue malo o fue bueno. Fue cruel, es innegable. Pero hay que entender las circunstancias para entender al hombre, y eso es justamente lo que Martí Gironell pretende con esta novela, plantear los hechos que rodearon la vida de José Pujol y que lo llevaron a convertirse en bandolero.
Cuando se inicia la Guerra de la Independencia contra los franceses, en 1808, Boquica lucha en el bando patriota para echar al invasor. Pero las promesas que le hacen quedan en nada y pronto el hambre y la miseria serán su única recompensa. Hastiado de charlatanes, se une a los franceses y forma una partida de migueletes, encargados de recaudar los impuestos y luchar contra los bandidos, para acabar finalmente luchando por sí mismo contra todos.
Es fácil juzgar con el peso de la historia a nuestra espalda, pero me pregunto qué habrían hecho muchos padres de familia en una situación así, con hijos a los que alimentar y ni un mal mendrugo que echarse a la boca. Afrancesados, sí. Esperanzados, los hubiese llamado yo, en un tiempo en que nuestra monarquía era un mal chiste y Napoleón parecía el salvador de un pueblo que se agostaba. Creo que yo me habría puesto mil chaquetas con tal de no oír llorar de hambre a mis hijos, porque, a fin de cuentas, la vida de palacio siempre queda lejos ¿o no?. Mi pedazo de tierra, mi casa, mis vecinos... hubiesen seguido siendo los mismos y yo hubiese continuado pagando mis impuestos, sin importar en definitiva a qué bolsillos fuesen a parar.
Desde ese prisma, en mi opinión, hay que enfrentarse al protagonista de esta novela. No pretendo justificar sus acciones, excesivamente crueles en muchos casos, aunque no muy distintas a otros hombres de su tiempo. “Yo soy yo y mis circunstancias”, como diría Ortega y Gasset un siglo más tarde, una frase que, en este caso, se adapta como un guante.
Amores, traiciones y mucha acción son las notas dominantes en esta novela que, además, es un fresco de lo que era la zona de La Garrotxa, con sus costumbres, su paisaje, sus fiestas, sus creencias e incluso sus supersticiones, que también aparecen, con un exceso de fantasía, en la trama. Y un punto de brutalidad que remueve las tripas y que nos hace recordar que, pese al tiempo transcurrido, no hemos cambiado tanto. Por desgracia.
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Cuando se inicia la Guerra de la Independencia contra los franceses, en 1808, Boquica lucha en el bando patriota para echar al invasor. Pero las promesas que le hacen quedan en nada y pronto el hambre y la miseria serán su única recompensa. Hastiado de charlatanes, se une a los franceses y forma una partida de migueletes, encargados de recaudar los impuestos y luchar contra los bandidos, para acabar finalmente luchando por sí mismo contra todos.
Es fácil juzgar con el peso de la historia a nuestra espalda, pero me pregunto qué habrían hecho muchos padres de familia en una situación así, con hijos a los que alimentar y ni un mal mendrugo que echarse a la boca. Afrancesados, sí. Esperanzados, los hubiese llamado yo, en un tiempo en que nuestra monarquía era un mal chiste y Napoleón parecía el salvador de un pueblo que se agostaba. Creo que yo me habría puesto mil chaquetas con tal de no oír llorar de hambre a mis hijos, porque, a fin de cuentas, la vida de palacio siempre queda lejos ¿o no?. Mi pedazo de tierra, mi casa, mis vecinos... hubiesen seguido siendo los mismos y yo hubiese continuado pagando mis impuestos, sin importar en definitiva a qué bolsillos fuesen a parar.
Desde ese prisma, en mi opinión, hay que enfrentarse al protagonista de esta novela. No pretendo justificar sus acciones, excesivamente crueles en muchos casos, aunque no muy distintas a otros hombres de su tiempo. “Yo soy yo y mis circunstancias”, como diría Ortega y Gasset un siglo más tarde, una frase que, en este caso, se adapta como un guante.
Amores, traiciones y mucha acción son las notas dominantes en esta novela que, además, es un fresco de lo que era la zona de La Garrotxa, con sus costumbres, su paisaje, sus fiestas, sus creencias e incluso sus supersticiones, que también aparecen, con un exceso de fantasía, en la trama. Y un punto de brutalidad que remueve las tripas y que nos hace recordar que, pese al tiempo transcurrido, no hemos cambiado tanto. Por desgracia.
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