martes, 19 de mayo de 2009

La vendedora de huevos - Linda C. Cirino

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Reseña - por Pilar Alonso

Nabla Ediciones
205 páginas
Género: Novela
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Eva es una campesina que vive en la Alemania nazi, prácticamente aislada en el campo y, ahora que su marido está en el frente y que sus hijos militan en las Juventudes, pasa casi todo el día sola.

Su vida cambia radicalmente el día en que decide acoger a un estudiante judío en la granja, escondiéndolo en el gallinero, lugar al que sólo ella se acerca.
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Escrito en primera persona, este librito es como un cuento, un cuento sencillo escrito con sencillez, pero con un trasfondo trágico evidente. Tal vez su simpleza sea excesiva, pero hay que tener en cuenta el punto de vista del narrador: una campesina que desconoce el alcance de lo que está ocurriendo en la Alemania nazi en la que vive.

Tal vez por eso algunos episodios resultan más aterradores, como cuando sus hijos, ambos afiliados a las Juventudes nazis, le explican sus teorías, un lavado de cerebro de lo más efectivo que a la pobre mujer, aislada en medio del campo, le cuesta asimilar.

Ese aislamiento, ese mundo que se reduce a su granja y a la figura distante de ese marido ahora ausente, explican el modo en que se vuelca en la única novedad de su vida: el hombre que vive oculto en el gallinero. Ella no entiende de política, nada sabe de la limpieza de sangre, ignora la existencia de muchas leyes y, aunque logra discernir que su comportamiento es peligroso, que podría costarle muy caro, acepta el reto con entereza, consciente de que es lo correcto.

Su trayectoria está bien trabajada, asistimos a la ampliación de su reducido cosmos a algo mucho más complejo y personal. Su vida ya no se reduce sólo a la granja, sin albergar ningún sentimiento propio, como un autómata que se limita a completar una tarea. Paulatinamente pasa a ser consciente de su cuerpo, de sus pensamientos, de sus decisiones, sin que nadie la obligue a ello. Frente a una sociedad que cada vez piensa como una sola mente, ahogando las individualidades, ella emerge como una Venus para descubrirse a sí misma.

No diría que el proceso es cautivador, a la escritora le faltan tablas, como se suele decir. Pero tal vez porque fue descendiente de emigrantes judíos polacos, y mamó desde la niñez la tristeza y la infamia, puso el corazón en esta historia. Y aunque es sencillo, y está escrito con sencillez, es un bonito cuento.
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