Editorial Plaza&Janés, Abril 2009
474 páginas
Género: Novela
El acelerador de partículas más potente del mundo se halla en Arizona, a varios metros bajo tierra, tratando de recrear el Big Bang. Hace dos meses que debería estar funcionando, pero algo ha sucedido y los científicos lo están ocultando.
Wyman Ford, ex-miembro de la CIA, recibe instrucciones para llevar a cabo una doble misión: por un lado tranquilizar a la población navajo en cuya reserva se encuentra la máquina. Por el otro, tratar de descubrir qué esconden los científicos.
Mientras, comienzan a circular rumores cada vez más radicales acerca de los experimentos que tratan de negar la existencia de Dios.
Wyman Ford, ex-miembro de la CIA, recibe instrucciones para llevar a cabo una doble misión: por un lado tranquilizar a la población navajo en cuya reserva se encuentra la máquina. Por el otro, tratar de descubrir qué esconden los científicos.
Mientras, comienzan a circular rumores cada vez más radicales acerca de los experimentos que tratan de negar la existencia de Dios.
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Nos encontramos con un thriller a la vieja usanza, sin manuscritos ni conspiración eclesiástica de por medio, aunque la religión juegue un papel importante en la novela. Yo quizás la etiquetaría de thriller científico, porque ese aspecto es esencial en el libro y Douglas Preston parece conocer bien el tema. Aceleradores de partículas, matemáticas, física cuántica, agujeros negros... toda una terminología puesta al alcance del lector que, aunque se pierda con algunos datos técnicos, puede retener lo suficiente como para seguir la trama sin tropiezos.
El argumento no es especialmente original: el típico ex-miembro de algún equipo de fuerzas especiales que acude para averiguar qué se está cociendo, un antiguo amor de por medio, y un secreto por descubrir. Aunque hay un aspecto que cada vez se estila más en la literatura de nuestros días: el valor de internet. En este caso, una carta colgada en la red que aparece tres horas más tarde en casi cincuenta mil webs de todo el país. No sé si sucedería así de rápido en la vida real, pero no creo que se alejara mucho de esas cifras. Ese poder de divulgación de las noticias y los mensajes, unido al fanatismo de algunos sectores de la población, van a ser cruciales en el argumento.
La novela es de aquellas que atrapan desde el inicio. Mucha acción, personajes bien perfilados, suspense, diálogos ágiles y descripciones escuetas.
Personalmente prefiero la saga del agente Pendergast que Douglas Preston escribe junto a Lincoln Child, aunque reconozco que he pasado un par de días completamente absorta en Blasfemia, un thriller de los de siempre y que, por esa misma razón, se lee con sumo agrado.
El argumento no es especialmente original: el típico ex-miembro de algún equipo de fuerzas especiales que acude para averiguar qué se está cociendo, un antiguo amor de por medio, y un secreto por descubrir. Aunque hay un aspecto que cada vez se estila más en la literatura de nuestros días: el valor de internet. En este caso, una carta colgada en la red que aparece tres horas más tarde en casi cincuenta mil webs de todo el país. No sé si sucedería así de rápido en la vida real, pero no creo que se alejara mucho de esas cifras. Ese poder de divulgación de las noticias y los mensajes, unido al fanatismo de algunos sectores de la población, van a ser cruciales en el argumento.
La novela es de aquellas que atrapan desde el inicio. Mucha acción, personajes bien perfilados, suspense, diálogos ágiles y descripciones escuetas.
Personalmente prefiero la saga del agente Pendergast que Douglas Preston escribe junto a Lincoln Child, aunque reconozco que he pasado un par de días completamente absorta en Blasfemia, un thriller de los de siempre y que, por esa misma razón, se lee con sumo agrado.
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4 comentarios:
El verano puede ser una buena época para estos libros en los que prima el (llamémoslo así) "entretenimiento".
Estoy de acuerdo, Trecce.
Yo tambien prefiero a Pendergast. Siempre me queda la sensación de que un día descubrieremos que en realidad es extraterrestre o algo así de rarillo ¿no?
Este libro en concreto se lee bien siempre que no quieras enterder demasiado. Quiero decir, que estas historias las sacas del contexto americano y se te monta un cortocircuito mental. Parece que siempre hay un superagente 86 por ahi libre arreglando entuertos. Por contra siempre hay 2 o 3 "agencias" de malos malisimos.
¿Te puedes imaginar una historia así con cientificos españoles encerraos en Montserrat (por ejemplo) con la guardia civil, los mossos y un agente en excedencias del CIS por ahi y entre todos discutiendo la existencia de Dios?
Bueno, tambien podriamos incluir a los del Palmar de Troya.
felicita
Entretenimento puro y duro¡¡¡
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