domingo, 22 de noviembre de 2009

Entrevista a Santiago Posteguillo por la trilogía de Publio Cornelio Escipión, el Africano

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Entrevista - por Pilar Alonso


Con el último título de esta trilogía, La traición de Roma, Santiago Posteguillo ha vendido 40.000 ejemplares en su primera semana en librerías, todo un récord para una de las sagas históricas más espectaculares de los últimos años.

Santiago estuvo en Barcelona presentando su último libro y nos recibió en su hotel para contestar esta entrevista, todo un lujo y un placer. No sólo es un excelente escritor, también es un magnífico conversador.


- ¿Por qué elegiste a Escipión el Africano como protagonista de tus novelas?

Cuando buscaba un personaje para novelar surgió el nombre de Aníbal, y yo sabía que alguien le había derrotado aunque no exactamente quién. Y allí, como en una esquina, aparecía el nombre de Publio Cornelio Escipión. Me pregunté si es que Aníbal había tenido un mal día o si es que Escipión fue un adversario digno de tenerse en cuenta. Me puse a investigar un poco más antes de continuar con mi búsqueda, porque de Aníbal ya se había escrito mucho y no quería repetir. Y cuanto más buscaba más me atraía el personaje, hasta que me decidí.



- Africanus, el hijo del cónsul, fue tu primera novela y la primera entrega de la trilogía. ¿No te daba miedo en tu primera incursión en la literatura optar por un proyecto tan ambicioso?

Al principio no te planteas escribir una trilogía, quieres contar algo y pasártelo bien. Empecé con la primera, llegué a 500 páginas y Escipión tenía 17 años. Pensé: “esto no lo va a publicar nadie”. Era un proyecto muy grande. Antes de continuar con él decidí probar a ver si podía publicar la primera parte y después de un montón de respuestas negativas, una editorial pequeña decidió arriesgarse. Poco después Ediciones B se puso en contacto conmigo para decirme que estaban también interesados y firmamos para una segunda novela.



- A la hora de hablar de los mejores estrategas de la Historia Antigua siempre se han barajado tres nombres: Alejandro Magno, Aníbal y Julio César. ¿Crees que Escipión debería formar parte de esa lista?

Yo creo que sí. Y ese es otro motivo más que justifica la elección de Escipión, un personaje casi desconocido.



- A partir del segundo libro, las mujeres adquieren mayor relevancia en la trama. ¿A qué se debió ese cambio?

De hecho, una compañera del Departamento, tras leerse la primera novela, me llamó la atención sobre ese asunto, me comentó que las mujeres tenían un papel demasiado secundario en la trama y eso me hizo darme cuenta de que quizás había descuidado un poco ese aspecto. Así descubrí a Sofonisba, por ejemplo, un personaje magnífico de Las legiones malditas. Y en la tercera parte le otorgué un protagonismo especial a la hija pequeña de Escipión: Cornelia la Menor.



- En tu tercera entrega introduces un elemento nuevo: las supuestas Memorias de Publio Cornelio Escipión. ¿Por qué no utilizaste antes ese recurso?

Se sabe que escribió unas Memorias, que no nos han llegado, y se supone que se escribieron en griego, en dialecto dórico concretamente. Cuando me enfrenté a la tercera novela no sabía muy bien cómo afrontarla, me apetecía aventurarme en algo un poco diferente. Y además, después de 1600 páginas, Escipión quería hablar, y en primera persona, sin necesidad del narrador. Introduje algunas pinceladas al principio de cada capítulo, como en unas Memorias, y me gustó el efecto.



- La saga está repleta de momentos fascinantes. ¿Tienes alguna escena o pasaje favorito, con el que disfrutaras especialmente a la hora de escribir?

En las tres novelas hay escenas que por un motivo u otro me han emocionado, al menos diez o doce me parecen especiales. La primera de ellas fue la muerte de Cneo Cornelio Escipión, el tío de el Africanus, un personaje muy entrañable que había tenido una relación muy íntima con Publio. Su muerte es muy épica, hermosa, él solo frente al enemigo, que no puede evitar admirar su valor, y a lo lejos sus propios soldados, viéndole morir.

Ya en la tercera parte, me gusta mucho cuando Escipión se encuentra por primera vez con su hija pequeña, Cornelia, que tiene tres años y se esconde detrás de la hermana mayor.

Y le tengo cariño a la escena del epílogo de esa misma novela, cuando se incendia la Biblioteca de Alejandría, porque es un pequeño homenaje a una de mis novelas favoritas: El nombre de la Rosa.

Y por supuesto a las escenas de las muertes tanto de Escipión como de Aníbal, que son muy diferentes. Aunque la de Aníbal es más épica, escribí ambas con mucha emoción.



- Después de años de convivir y trabajar con tantos y tan variados personajes, ¿llegaste a tomarle especial cariño a alguno de ellos?

A todos, pero tal vez un poco más a Plauto, el autor de teatro, porque me he identificado más con él y he compartido el sufrimiento de ser un escritor reconocido.

Y ese reconocimiento tiene su premio en mensajes como el que me hizo llegar un adolescente, que decía: “Tengo 15 años y odiaba leer. Desde que he leído tus novelas, leo un montón”. Nada puede satisfacer más a un escritor.
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- Primero Fabio Máximo y luego Catón parecen obsesionados con la idea de que Escipión pretendía convertirse en Rey y acabar con la República. Ambos hacen el papel de malos en la trama pero ¿realmente eran tan malvados como aparecen en tus libros?

He recibido algún comentario en ese sentido, pero lo cierto es que necesitaba un oponente total. No niego que Fabio Máximo fue un gran estadista, un gran político y un gran orador, pero en la conquista de Tarento le ayudan desde dentro para que tome la ciudad y una vez conseguido hace matar a los que le ayudaron, con la esperanza de que no se sepa, para que la victoria se considere sólo suya. Y eso no me parece una actitud muy gloriosa ni de ser buena persona.

En cuanto a Catón, está documentado que llevó a juicio a los Escipiones, que tampoco eran unos santos, en multitud de ocasiones y que, como digo en la Nota histórica del libro, al final de su vida traicionó muchas de las creencias por las que había luchado.



- Las vidas de Escipión y Aníbal parecen íntimamente ligadas por el destino en tus novelas. ¿Eso fue realmente así o forma parte de la ficción?

Es así, eso es totalmente histórico. Ambos fueron importantes generales, ambos obligados a exiliarse, y murieron muy próximos en el tiempo. Y para mayor carga épica, de ninguno de los dos se conoce la ubicación exacta de su tumba.



- Una curiosidad. En varias ocasiones, ante la llegada de un hijo, el pater familias debía realizar el ritual de aceptar al recién nacido en la familia. En todos los casos que aparecen en la saga, la aceptación se lleva a cabo. Pero ¿por qué motivos podía rechazarse a un niño y qué sucedía con aquellos vástagos que no eran reconocidos por sus padres o eran repudiados por éstos?

Lo cierto es que el rechazo no era la norma habitual. Pero un niño podía ser rechazado por malformaciones físicas, por ser hembra o porque el padre no lo reconociera como propio. En esos casos, se le podía dar muerte o podía ser abandonado.



- ¿Se ha llegado a plantear la posibilidad de llevar tus novelas a la gran pantalla?

Aún no, y ése es un largo proceso. Pero si alguien se interesara, tendría que ser un proyecto que me convenciera y que reflejara el espíritu de mis novelas.



- Digamos que algún lector quiere continuar con la historia, con lo que sucedió tras las muertes de Escipión y de Aníbal. ¿Qué lecturas recomendarías?

Hay bastantes cosas escritas pero, si tuviera que elegir, yo seguiría con Numancia, de Jose Luis Corral. Es otro estilo de novela, pero encaja con la época inmediatamente posterior, con Escipión Emiliano como protagonista.

Seguiría con la saga de Roma de Colleen McCullough. Luego con Robert Graves y con Quo Vadis, de Henryk Sienkiewicz.



- Has dedicado más de seis años a este proyecto, ¿ahora qué?

Ahora estoy buscando otro personaje para novelar, también alguien que no sea demasiado conocido, aunque de momento no puedo adelantar nada.
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1 comentario:

  1. Hola Pilar, una entrevista muy interesante, sobre todo porque deseaba conocer más sobre el autor. Sus libros serán regalo para Reyes.

    Un saludo

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