miércoles, 10 de marzo de 2010

Atila. El juicio final - William Napier

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/

Trilogía de Atila. Volumen III.

La Esfera de los Libros, Septiembre 2009
Género: Novela
628 páginas




Año 449.

Atila ha cruzado el Danubio al frente del ejército más grande del mundo. Su objetivo: conquistar Roma. Pero antes deberá desmembrar el Imperio y para ello atacará primero Constantinopla. En el camino hacia la ciudad, sembrará la destrucción y el caos por donde pase, comenzando por la fortaleza romana de Viminacio.

Sólo un hombre en el Imperio es capaz de enfrentarse al huno: el general Cayo Flavio Aecio, pero nadie parece hacer caso de sus advertencias. Él conoce a Atila y sabe que no se detendrá ante nada para calmar su sed de venganza.
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Esta novela cierra la trilogía sobre Atila y lo hace con un broche de oro, porque éste es el mejor de los tres libros. En los dos primeros la trama se había centrado especialmente en los hunos y en Atila: su niñez, el destierro, el regreso a su pueblo, su coronación, la aglutinación de todos los pueblos hunos bajo su mando, el inicio de su campaña contra Occidente. En esta tercera entrega esa simpatía que había sentido el lector hacia él - debido a la corrupción en el Imperio Romano y a personajes tan ineptos como los emperadores Teodosio y Valentiniano – se vuelca hacia los romanos. Y no hacia los de alta cuna, que siguen siendo inútiles, egoístas y cortos de miras, sino hacia los ciudadanos de a pie, los que deben sufrir el Azote de Dios.

La acción se inicia con el asedio de la fortaleza de Viminacio, en la frontera con el Danubio, y desde ese momento el autor se sitúa en las filas romanas para no abandonarlas, realizando breves “incursiones” al campamento de los hunos para seguir su evolución. De ese modo primero viviremos el asedio de Viminacio, luego el de Constantinopla y por último la batalla de los Campos Cataláunicos, tres episodios que se explican profusamente: la preparación de las defensas, los protagonistas, los ataques, las artimañas de uno y otro bando, la organización de la resistencia… de un modo que atrapa al lector y lo hace situarse sobre esas murallas que los hunos atacan una y otra vez.

En esta tercera parte, el general Aecio comparte protagonismo con Atila, y su personalidad y sus actos son tan nobles que es inevitable que las simpatías que había suscitado el huno acaben por desviarse hacia su enemigo. A ello contribuye también, todo hay que decirlo, la devastación injustificada que Atila deja a su paso, haciendo cierto aquel dicho de que “por donde pasaba su caballo no volvía a crecer la hierba”.

La novela alterna ficción y realidad con fluidez, de forma creíble y amena. Y los personajes son fantásticos, hasta los secundarios de uno y otro bando. Y sobre todos ellos la relación especial de admiración y temor que une a ambos protagonistas: Aecio y Atila, incluso en sus trágicas muertes.

Resulta casi imposible sustraerse al influjo de esta novela, capaz de capturarnos desde las primeras páginas y de emocionarnos con pasajes que nos recuerdan que hasta en la guerra el hombre es capaz de demostrar su nobleza.
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