La Factoría de Ideas, Mayo 2009
Género: Novela
251 páginas
Finales del siglo XIX. El gran escapista Harry Houdini trabaja en una feria en Nueva York tratando de darse a conocer. Una noche recibe la inesperada petición de la policía para que se persone en el escenario de un crimen. Allí, acompañado de su hermano Dash, tratará de desvelar el funcionamiento de un extraño autómata que parece haber sido el arma utilizada para perpetrar el asesinato.
A partir de ahí, ambos hermanos tratarán de desentrañar el misterio que envuelve el crimen y para ello no dudarán en recurrir tanto a las artes de Houdini como a los habitantes de los bajos fondos de la ciudad.
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A partir de ahí, ambos hermanos tratarán de desentrañar el misterio que envuelve el crimen y para ello no dudarán en recurrir tanto a las artes de Houdini como a los habitantes de los bajos fondos de la ciudad.
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En la primera novela de este autor, Houdini y Sherlock Holmes, comentaba que el más famoso detective de la literatura se codeaba con el escapista más conocido de todos los tiempos. Un personaje de ficción y un personaje real desentrañaban un misterio al más puro estilo Conan Doyle.
Esta segunda novela es muy distinta. Sherlock vuelve a ser un personaje de ficción y Houdini un simple aficionado a sus aventuras literarias, y esa nota me ha resultado incongruente con su anterior trabajo. No sé si esperaba que Holmes volviera a hacer acto de presencia, pero sin duda no contaba con que simplemente no iba a existir más que sobre el papel.
Dejando aparte el tema, la historia la protagonizan los dos hermanos Houdini, Harry y Theodore. El primero el gran ilusionista, el segundo su sombra, su ayudante, su público… y el verdadero protagonista de la novela.
El contraste entre ambos es evidente. Harry es prepotente y engreído, aunque con algunos momentos de extraordinaria lucidez, vanidoso y con afán de protagonismo. Theodore es reflexivo, prudente, sencillo y más inteligente que su hermano. Ambos forman una extraña pareja de detectives que no funciona especialmente bien.
La novela es bastante floja y el sentido del humor un tanto simplón, aunque el misterio a resolver tiene su encanto y en algunos momentos aparecen retazos de la auténtica biografía de los Houdini, que es lo mejor del libro.
Una novela sólo aceptable, teniendo en cuenta las expectativas creadas a raíz de la primera.
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Esta segunda novela es muy distinta. Sherlock vuelve a ser un personaje de ficción y Houdini un simple aficionado a sus aventuras literarias, y esa nota me ha resultado incongruente con su anterior trabajo. No sé si esperaba que Holmes volviera a hacer acto de presencia, pero sin duda no contaba con que simplemente no iba a existir más que sobre el papel.
Dejando aparte el tema, la historia la protagonizan los dos hermanos Houdini, Harry y Theodore. El primero el gran ilusionista, el segundo su sombra, su ayudante, su público… y el verdadero protagonista de la novela.
El contraste entre ambos es evidente. Harry es prepotente y engreído, aunque con algunos momentos de extraordinaria lucidez, vanidoso y con afán de protagonismo. Theodore es reflexivo, prudente, sencillo y más inteligente que su hermano. Ambos forman una extraña pareja de detectives que no funciona especialmente bien.
La novela es bastante floja y el sentido del humor un tanto simplón, aunque el misterio a resolver tiene su encanto y en algunos momentos aparecen retazos de la auténtica biografía de los Houdini, que es lo mejor del libro.
Una novela sólo aceptable, teniendo en cuenta las expectativas creadas a raíz de la primera.
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