Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/
Grijalbo, Mayo 2011
Género: Novela
430 páginas
Grijalbo, Mayo 2011
Género: Novela
430 páginas
A lo largo de los quince años que duró su relación, Isabel de Osorio permaneció junto al monarca en sus dos matrimonios concertados, el segundo con la reina inglesa María Tudor.
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Mari Pau Domínguez regresa al siglo XVI y a la figura de Felipe II en esta nueva novela. En ella, a diferencia de las dos anteriores (El diamante de la reina y La casa de los siete pecados), la autora se centra en la juventud del monarca y comienza en el instante en que éste tiene dieciséis años, es amante de Isabel de Osorio y está a punto de contraer matrimonio con su prima portuguesa, María Manuela, una joven de su misma edad y poco agraciada físicamente.
La autora nos presenta a un joven impulsivo y con carácter, controlado por un padre, el emperador Carlos V, que pese a la distancia – se encuentra en Flandes – es capaz de regir su destino y de impartir una serie de instrucciones que deben ser seguidas por su primogénito. Esa omnipresencia está presente en todo momento y el emperador es puntualmente informado de todos los pasos del joven, al que no duda en llamar la atención cada vez que piensa se ha desviado del camino que le ha sido marcado. El hecho llama poderosamente la atención si tenemos en cuenta que esa velocidad de reacción tiene lugar en pleno siglo XVI, con las consabidas dificultades de comunicación entre puntos tan distantes.
La trama gira en torno a la figura de Isabel de Osorio, amante de Felipe II durante quince años, y alrededor de su historia de amor va a moverse todo lo demás. Las largas ausencias de Felipe II, primero de viaje por Europa, luego en Inglaterra para contraer su segundo matrimonio con María Tudor, y siempre atareado con asuntos de Estado, van a caracterizar su apasionada relación.
La mujer, convencida de que en algún momento se convertirá en su esposa, permanecerá a su lado hasta el último instante, siendo testigo de la evolución del hombre al que ama, que acabará convertido en rey y, sobre todo, en un hombre de Estado, que antepondrá los intereses de su reino a cualquier consideración personal. Esa evolución queda magníficamente expuesta a lo largo de la novela y cuando Felipe II se ciñe al fin la corona ya no queda nada en él que recuerde al joven que retozaba entre las sábanas con su amante o que eludía sus deberes para pasar unos días con ella.
Una diosa para el rey es, sobre todo, una novela de amor, del amor entre Isabel de Osorio y Felipe II, pero también del amor que a la mujer le profesaba Diego Pisador, un músico de la época por el que Isabel llegó a sentir verdadero afecto. Todo lo demás, la política, la Corte, el arte… queda supeditado a ese romance.
Con un estilo casi poético y una ambientación magnífica, Mari Pau Domínguez nos desvela a una mujer prácticamente olvidada por la historia, una mujer que vivió a la sombra de uno de nuestros monarcas más universales, que sufrió y amó sin medida y que supo mantenerse al margen cuando las circunstancias así lo exigieron. Una historia conmovedora.
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La autora nos presenta a un joven impulsivo y con carácter, controlado por un padre, el emperador Carlos V, que pese a la distancia – se encuentra en Flandes – es capaz de regir su destino y de impartir una serie de instrucciones que deben ser seguidas por su primogénito. Esa omnipresencia está presente en todo momento y el emperador es puntualmente informado de todos los pasos del joven, al que no duda en llamar la atención cada vez que piensa se ha desviado del camino que le ha sido marcado. El hecho llama poderosamente la atención si tenemos en cuenta que esa velocidad de reacción tiene lugar en pleno siglo XVI, con las consabidas dificultades de comunicación entre puntos tan distantes.
La trama gira en torno a la figura de Isabel de Osorio, amante de Felipe II durante quince años, y alrededor de su historia de amor va a moverse todo lo demás. Las largas ausencias de Felipe II, primero de viaje por Europa, luego en Inglaterra para contraer su segundo matrimonio con María Tudor, y siempre atareado con asuntos de Estado, van a caracterizar su apasionada relación.
La mujer, convencida de que en algún momento se convertirá en su esposa, permanecerá a su lado hasta el último instante, siendo testigo de la evolución del hombre al que ama, que acabará convertido en rey y, sobre todo, en un hombre de Estado, que antepondrá los intereses de su reino a cualquier consideración personal. Esa evolución queda magníficamente expuesta a lo largo de la novela y cuando Felipe II se ciñe al fin la corona ya no queda nada en él que recuerde al joven que retozaba entre las sábanas con su amante o que eludía sus deberes para pasar unos días con ella.
Una diosa para el rey es, sobre todo, una novela de amor, del amor entre Isabel de Osorio y Felipe II, pero también del amor que a la mujer le profesaba Diego Pisador, un músico de la época por el que Isabel llegó a sentir verdadero afecto. Todo lo demás, la política, la Corte, el arte… queda supeditado a ese romance.
Con un estilo casi poético y una ambientación magnífica, Mari Pau Domínguez nos desvela a una mujer prácticamente olvidada por la historia, una mujer que vivió a la sombra de uno de nuestros monarcas más universales, que sufrió y amó sin medida y que supo mantenerse al margen cuando las circunstancias así lo exigieron. Una historia conmovedora.
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