Reseña - por Pilar Alonso
Nabla ediciones
383 páginas
Género: Novela
Victoria Hislop, periodista y escritora, ganó con esta novela el premio Best Newcomer en los British Book Awards de 2007, además de ser nominada como libro del año, y en los Waterstones Awards.
Alexis es una joven arqueóloga británica de viaje por Grecia con su novio.
Aprovechando su estancia, visita a una antigua amiga de Sofía, su madre, que le explica gran parte de la historia de su familia, sobre la que su progenitora ha guardado siempre un gran secreto.
Así, en 1939, se inicia la verdadera historia de esta novela, la de una familia de un pueblecito cretense que vive frente a Spinalonga, una isla que fue colonia de leprosos desde 1903 hasta 1957.
Y la historia de la isla está íntimamente ligada a las raíces de Alexis, de un modo que jamás habría imaginado.
Opinión
Spinalonga, hoy abandonada y visitada sólo por los turistas, fue realmente una colonia de leprosos desde 1903 hasta 1957. A ella iban a parar gran parte de los griegos que contraían una de las enfermedades más antiguas del mundo y más estigmatizadoras.
Aquel al que le era diagnosticada, debía abandonar su hogar y marcharse a la isla, para no abandonarla jamás. Allí se creó un pequeño pueblo, con su iglesia, su hospital y su escuela. Con huertos, casas, tiendas y tabernas. Al principio su existencia era muy precaria, a fin de cuentas sólo iban a parar a ella los pobres desgraciados de pueblos pequeños. Pero luego, cuando habitantes de Atenas, con medios y contactos, también fueron llevados allí, la situación cambió. No sólo disponían de recursos, también sabían a qué puertas llamar para obtener mejoras como la luz eléctrica, el agua potable, herramientas o instalaciones médicas. Y allí fue también donde se experimentó con la cura de la lepra.
Bien, ese tema tan sumamente interesante es el eje sobre el gira toda la trama. La sombra de Spinalonga se cierne sobre todos sus personajes, comenzando por Eleni, la bisabuela, maestra en un pueblo de pescadores, y de sus hijas, Anna y María, las auténticas protagonistas de la novela.
La historia se desarrolla en dos escenarios: la isla y Plaka, el pueblo cretense situado enfrente, al otro lado de una lengua de mar, y que suministra alimentos a los leprosos.
Anna y María son dos hermanas completamente opuestas. La hermana mala, caprichosa y ambiciosa, y la hermana buena, entregada y sensata. No me gusta mucho el recurso de encasillar tanto a los personajes para despertar la simpatía del lector, pero he de reconocer que en este caso funciona, a pesar de algunos tópicos y lugares comunes.
Y funciona no porque los personajes posean un carisma especial, sino precisamente por el trasfondo de la novela. Porque Spinalonga resulta de lo más sugerente. De este modo, los capítulos que se desarrollan en la colonia son los más interesantes de toda la obra. El modo en que los enfermos llevan sus vidas alejados de todo, olvidados y temidos, creando nuevos lazos y debiendo comenzar desde cero, es sobrecogedor.
No quiero decir con esto que la historia que se desarrolla lejos de la isla carezca de interés, que lo tiene, es sólo que la fuerza que transmite ese escenario en concreto se come todo lo demás, y la autora ha sabido aprovechar ese punto a su favor, tejiendo una trama que en ningún momento se aleja demasiado de ese frente.
No es la primera vez que en una novela un personaje ha ocultado su pasado durante años y algún descendiente decide escarbar en busca de información. Lo cierto es que es un tema bastante manido. Pero la falta de originalidad del planteamiento inicial se olvida pronto. Antes de darnos cuenta, ya nos hallamos sumergidos en la vida de Plaka, el pueblecito de pescadores, y en la de Spinalonga, la isla de los leprosos. Y en la vida de una familia marcada por la adversidad y por la tragedia.
Con una prosa ágil, buenas descripciones, un puñado de personajes bien dibujados, y una historia en muchos casos conmovedora, Victoria Hislop toca la fibra sensible del lector, para recordarle que el amor es la fuerza más impresionante de la naturaleza.
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Alexis es una joven arqueóloga británica de viaje por Grecia con su novio.
Aprovechando su estancia, visita a una antigua amiga de Sofía, su madre, que le explica gran parte de la historia de su familia, sobre la que su progenitora ha guardado siempre un gran secreto.
Así, en 1939, se inicia la verdadera historia de esta novela, la de una familia de un pueblecito cretense que vive frente a Spinalonga, una isla que fue colonia de leprosos desde 1903 hasta 1957.
Y la historia de la isla está íntimamente ligada a las raíces de Alexis, de un modo que jamás habría imaginado.
Opinión
Spinalonga, hoy abandonada y visitada sólo por los turistas, fue realmente una colonia de leprosos desde 1903 hasta 1957. A ella iban a parar gran parte de los griegos que contraían una de las enfermedades más antiguas del mundo y más estigmatizadoras.
Aquel al que le era diagnosticada, debía abandonar su hogar y marcharse a la isla, para no abandonarla jamás. Allí se creó un pequeño pueblo, con su iglesia, su hospital y su escuela. Con huertos, casas, tiendas y tabernas. Al principio su existencia era muy precaria, a fin de cuentas sólo iban a parar a ella los pobres desgraciados de pueblos pequeños. Pero luego, cuando habitantes de Atenas, con medios y contactos, también fueron llevados allí, la situación cambió. No sólo disponían de recursos, también sabían a qué puertas llamar para obtener mejoras como la luz eléctrica, el agua potable, herramientas o instalaciones médicas. Y allí fue también donde se experimentó con la cura de la lepra.
Bien, ese tema tan sumamente interesante es el eje sobre el gira toda la trama. La sombra de Spinalonga se cierne sobre todos sus personajes, comenzando por Eleni, la bisabuela, maestra en un pueblo de pescadores, y de sus hijas, Anna y María, las auténticas protagonistas de la novela.
La historia se desarrolla en dos escenarios: la isla y Plaka, el pueblo cretense situado enfrente, al otro lado de una lengua de mar, y que suministra alimentos a los leprosos.
Anna y María son dos hermanas completamente opuestas. La hermana mala, caprichosa y ambiciosa, y la hermana buena, entregada y sensata. No me gusta mucho el recurso de encasillar tanto a los personajes para despertar la simpatía del lector, pero he de reconocer que en este caso funciona, a pesar de algunos tópicos y lugares comunes.
Y funciona no porque los personajes posean un carisma especial, sino precisamente por el trasfondo de la novela. Porque Spinalonga resulta de lo más sugerente. De este modo, los capítulos que se desarrollan en la colonia son los más interesantes de toda la obra. El modo en que los enfermos llevan sus vidas alejados de todo, olvidados y temidos, creando nuevos lazos y debiendo comenzar desde cero, es sobrecogedor.
No quiero decir con esto que la historia que se desarrolla lejos de la isla carezca de interés, que lo tiene, es sólo que la fuerza que transmite ese escenario en concreto se come todo lo demás, y la autora ha sabido aprovechar ese punto a su favor, tejiendo una trama que en ningún momento se aleja demasiado de ese frente.
No es la primera vez que en una novela un personaje ha ocultado su pasado durante años y algún descendiente decide escarbar en busca de información. Lo cierto es que es un tema bastante manido. Pero la falta de originalidad del planteamiento inicial se olvida pronto. Antes de darnos cuenta, ya nos hallamos sumergidos en la vida de Plaka, el pueblecito de pescadores, y en la de Spinalonga, la isla de los leprosos. Y en la vida de una familia marcada por la adversidad y por la tragedia.
Con una prosa ágil, buenas descripciones, un puñado de personajes bien dibujados, y una historia en muchos casos conmovedora, Victoria Hislop toca la fibra sensible del lector, para recordarle que el amor es la fuerza más impresionante de la naturaleza.
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