Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en www.ciberanika.com
Grijalbo, Septiembre 2010
Género: Novela
480 páginas
Esta novela es la segunda de una trilogía sobre Roma, cuyo primer título fue Imperium.
Año 63 a.C. Cicerón ha sido elegido cónsul de Roma y no le faltan enemigos, entre ellos el sibilino Catilina, que pretende acabar con su vida y dar un golpe de Estado. Desarticulada la conspiración, Cicerón se convierte en el salvador de la República.
Pero no todos los miembros de aquel complot han pagado su falta. Entre ellos figura Julio César, un joven que busca el favor del pueblo y que no tardará en convertirse en su más encarnizado adversario.
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Año 63 a.C. Cicerón ha sido elegido cónsul de Roma y no le faltan enemigos, entre ellos el sibilino Catilina, que pretende acabar con su vida y dar un golpe de Estado. Desarticulada la conspiración, Cicerón se convierte en el salvador de la República.
Pero no todos los miembros de aquel complot han pagado su falta. Entre ellos figura Julio César, un joven que busca el favor del pueblo y que no tardará en convertirse en su más encarnizado adversario.
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Es impresionante contemplar la caída de un gigante, y de eso es precisamente de lo que va esta novela, de cómo Cicerón alcanzó la cumbre y cayó luego en desgracia. Tiro, su fiel esclavo y secretario, es una vez más quien narra la historia de los años que van del 63 al 58 a.C. El consulado de Cicerón, la conspiración de Catilina, el auge de Pompeyo y Julio César, y el posterior exilio de su amo.
Cicerón asistió a los últimos coletazos de la República y a su defensa empleó la mayor parte de su energía, aunque para ello tuviera que aliarse con el enemigo o emplear técnicas no demasiado ortodoxas. Su ideal estaba por encima de cualquier consideración y finalmente terminó pasándole factura. De haber nacido en cualquier época anterior, menos conflictiva o peligrosa, es posible que su estrella no hubiese brillado con tanta intensidad, y es que se crecía ante la adversidad, desplegando sus mejores recursos y demostrando su gran inteligencia y su increíble oratoria.
Pese a todo ello, la República que pretendía salvar estaba ya moribunda. Nadie quería mover un dedo por ella si no obtenía a cambio algún provecho personal, y esa situación queda magníficamente reflejada en la novela, especialmente en la primera parte, cuando Cicerón es cónsul y trata de frustrar la conspiración de Catilina. Su éxito le valió gran reconocimiento y durante meses paseó su vanidad por toda Roma, creándose nuevos enemigos, entre ellos el pujante Julio César.
Uno no puede dejar de preguntarse si era un idealista, ajeno por completo a una realidad que cambiaba por momentos, o si padecía de falta de visión para comprender el alcance de algunos hechos, pero lo cierto es que Robert Harris ha construido un personaje fascinante, lleno de matices, complejo y apasionante. Astuto, manipulador, inteligente y tenaz, Cicerón es el protagonista ideal, inmerso de lleno en una época convulsa que se desarrolla a su alrededor y de la que Tiro, su fiel secretario, nos mantiene informados.
Sin respiro, sin aliento, vamos de la emoción al suspense, de la intriga a la traición, inmersos en una trama sólida, sin fisuras, narrada con fluidez y con ritmo, y con una ambientación exquisita. Una novela histórica absolutamente recomendable.
Cicerón asistió a los últimos coletazos de la República y a su defensa empleó la mayor parte de su energía, aunque para ello tuviera que aliarse con el enemigo o emplear técnicas no demasiado ortodoxas. Su ideal estaba por encima de cualquier consideración y finalmente terminó pasándole factura. De haber nacido en cualquier época anterior, menos conflictiva o peligrosa, es posible que su estrella no hubiese brillado con tanta intensidad, y es que se crecía ante la adversidad, desplegando sus mejores recursos y demostrando su gran inteligencia y su increíble oratoria.
Pese a todo ello, la República que pretendía salvar estaba ya moribunda. Nadie quería mover un dedo por ella si no obtenía a cambio algún provecho personal, y esa situación queda magníficamente reflejada en la novela, especialmente en la primera parte, cuando Cicerón es cónsul y trata de frustrar la conspiración de Catilina. Su éxito le valió gran reconocimiento y durante meses paseó su vanidad por toda Roma, creándose nuevos enemigos, entre ellos el pujante Julio César.
Uno no puede dejar de preguntarse si era un idealista, ajeno por completo a una realidad que cambiaba por momentos, o si padecía de falta de visión para comprender el alcance de algunos hechos, pero lo cierto es que Robert Harris ha construido un personaje fascinante, lleno de matices, complejo y apasionante. Astuto, manipulador, inteligente y tenaz, Cicerón es el protagonista ideal, inmerso de lleno en una época convulsa que se desarrolla a su alrededor y de la que Tiro, su fiel secretario, nos mantiene informados.
Sin respiro, sin aliento, vamos de la emoción al suspense, de la intriga a la traición, inmersos en una trama sólida, sin fisuras, narrada con fluidez y con ritmo, y con una ambientación exquisita. Una novela histórica absolutamente recomendable.
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