Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/
Edhasa, Septiembre 2010
Género: Ensayo, Memorias
448 páginas
Bernhard Rogge (1899-1982) fue capitán de la marina alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Al frente del crucero auxiliar Atlantis, capturó y hundió muchos barcos aliados.
Wolfgang Frank (1909-1980), escritor y navegante, colaboró con el propio Rogge para narrar las aventuras de aquel barco.
Desde los astilleros hasta su botadura, sus capturas en el mar y su hundimiento final, Bajo diez banderas es la historia de la vida del famoso buque Atlantis, durante un tiempo el terror de los mares.
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Wolfgang Frank (1909-1980), escritor y navegante, colaboró con el propio Rogge para narrar las aventuras de aquel barco.
Desde los astilleros hasta su botadura, sus capturas en el mar y su hundimiento final, Bajo diez banderas es la historia de la vida del famoso buque Atlantis, durante un tiempo el terror de los mares.
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Este libro, publicado por primera vez en 1955, y llevado al cine en 1960 por Duilio Coletti, narra el periplo del barco alemán Atlantis, un buque corsario que logró hundir 22 navíos enemigos en los escasos dos años en los que navegó por aguas hostiles.
Valiéndose de diversas técnicas de camuflaje, lo mismo podía convertirse en un mercante japonés que en uno noruego, y atacaba las líneas de navegación enemigas amparándose en su falsa apariencia. Las víctimas no llegaban a sospechar el verdadero objetivo del barco hasta que ya era demasiado tarde.
El libro narra las peripecias del Atlantis con gran lujo de detalles: preparación, meteorología, comunicaciones, navegación… como un cuaderno de bitácora convertido en prosa y aderezado con fotografías, que consigue que podamos acompañarlo durante toda su singladura sin perdernos ni un detalle.
Pero por encima de toda esa fantástica recreación destaca el carácter del capitán y de los marinos que iban a bordo, la tristeza al tener que hundir un barco aunque fuese del enemigo y la constante intención de no causar más bajas de las estrictamente necesarias. Esa humanidad en tiempos de guerra y ese respeto en todo momento a las normas de derecho internacional, convirtieron al capitán Rogge en un héroe dentro y fuera de su país.
Todo ello queda patente en el trato brindado a los prisioneros de los barcos capturados y hundidos, siempre humano y correcto, sus cuidados y la relación que se establece entre ellos, todos marinos pese a navegar bajo distintas banderas. El pillaje estaba prohibido, a los prisioneros se les respetaban todas sus pertenencias, se los alojaba en áreas limpias y acondicionadas, con buena comida y posibilidad de moverse por el barco, con médico disponible para enfermos y heridos… Si eso no fuera suficiente muestra de la política del capitán Rogge, baste decir que el barco transportaba cochecitos para bebés y juguetes, entre otras muchas cosas, por si alguno de los barcos que capturaban resultaba ser de pasajeros y había niños a bordo, como en efecto sucedió.
Creo que dicha actitud la expresa mucho mejor en el prólogo de este libro J. Armstrong White, capitán de uno de los primeros barcos que Rogge hundió, cuando dice: “Que yo sepa, nunca se escuchó queja alguna contra él, ni por parte de sus prisioneros, ni por la de su tripulación”.
Un libro imprescindible para conocer de primera mano uno de los aspectos de la guerra naval de aquella contienda.
Valiéndose de diversas técnicas de camuflaje, lo mismo podía convertirse en un mercante japonés que en uno noruego, y atacaba las líneas de navegación enemigas amparándose en su falsa apariencia. Las víctimas no llegaban a sospechar el verdadero objetivo del barco hasta que ya era demasiado tarde.
El libro narra las peripecias del Atlantis con gran lujo de detalles: preparación, meteorología, comunicaciones, navegación… como un cuaderno de bitácora convertido en prosa y aderezado con fotografías, que consigue que podamos acompañarlo durante toda su singladura sin perdernos ni un detalle.
Pero por encima de toda esa fantástica recreación destaca el carácter del capitán y de los marinos que iban a bordo, la tristeza al tener que hundir un barco aunque fuese del enemigo y la constante intención de no causar más bajas de las estrictamente necesarias. Esa humanidad en tiempos de guerra y ese respeto en todo momento a las normas de derecho internacional, convirtieron al capitán Rogge en un héroe dentro y fuera de su país.
Todo ello queda patente en el trato brindado a los prisioneros de los barcos capturados y hundidos, siempre humano y correcto, sus cuidados y la relación que se establece entre ellos, todos marinos pese a navegar bajo distintas banderas. El pillaje estaba prohibido, a los prisioneros se les respetaban todas sus pertenencias, se los alojaba en áreas limpias y acondicionadas, con buena comida y posibilidad de moverse por el barco, con médico disponible para enfermos y heridos… Si eso no fuera suficiente muestra de la política del capitán Rogge, baste decir que el barco transportaba cochecitos para bebés y juguetes, entre otras muchas cosas, por si alguno de los barcos que capturaban resultaba ser de pasajeros y había niños a bordo, como en efecto sucedió.
Creo que dicha actitud la expresa mucho mejor en el prólogo de este libro J. Armstrong White, capitán de uno de los primeros barcos que Rogge hundió, cuando dice: “Que yo sepa, nunca se escuchó queja alguna contra él, ni por parte de sus prisioneros, ni por la de su tripulación”.
Un libro imprescindible para conocer de primera mano uno de los aspectos de la guerra naval de aquella contienda.
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