por Pilar Alonso
Mari Pau Domínguez es periodista y escritora y con La casa de los siete pecados, su segunda novela histórica, ha obtenido el I Premio de Novela Histórica CajaGranada.
Nos recibió en su hotel y nos hizo un hueco para contestar esta entrevista.
- Tu novela ha sido la ganadora del I Premio de Novela Histórica CajaGranada ¿Qué se siente al ganar un certamen que está teniendo tanta repercusión?
Pues cuando me lo concedieron, no tuve la sensación de haber alcanzado algo o haber llegado a algún sitio. Por el contrario, la sensación era de que una nueva puerta se abría y que tenía una enorme responsabilidad, por un lado con quienes me habían concedido el premio y por otro con la editorial.
- ¿Por qué decidiste ambientar tu novela en la época de Felipe II?
Porque escribiendo El diamante de la reina me quedé fascinada con Felipe II y creo que el siglo XVI español es un período histórico apasionante y muy importante para la historia posterior. Además, el personaje es muy literario, y además no es sólo un personaje español, es un personaje mundial.
- José Saramago alaba tu talento narrativo y comenta que La casa de los siete pecados es “una excelente novela”. ¿Qué se siente al recibir palabras como esas del que fue Premio Nobel de Literatura?
Pues eso para mí ha sido tan importante y tan grande como el propio premio, y en el fondo me he sentido doblemente premiada leyendo las palabras que Saramago me ha dedicado porque, además de un merecidísimo Premio Nobel, es una excelente persona.
- ¿Cómo descubriste la leyenda que gira en torno a la Casa de las Siete Chimeneas?
Es una leyenda que circula sobre Madrid que, junto con la del fantasma del Palacio de Linares, son las dos leyendas más maravillosas de la ciudad. En este caso trasciende lo localista, no sólo atañe a Madrid, sino que tiene que ver con nuestra historia ya que afecta a la monarquía hispánica. Y esa leyenda habla de un fantasma de mujer, que pudo ser el de la amante del propio Felipe II, que un día aparece muerta en extrañas circunstancias, en su alcoba de la casa de las Siete Chimeneas y cuyo cadáver desaparece antes de ser enterrado.
A finales de noviembre de 1882, durante las obras de remodelación, se descubrieron los huesos de una mujer sin identificar junto a unas monedas, que se pudieron fechar en la época de Felipe II. Eso me proporcionó una base real sobre la que trabajar.
- Es evidente que has llevado a cabo una encomiable labor de investigación. ¿Ha sido una tarea muy ardua?
He empleado muchas horas, y ha sido un gran empeño, porque en torno a la figura del rey hay mucho escrito y debía hacer una criba importante, sobre todo los rasgos que me interesaban, que hacían referencia a la faceta psicológica del personaje. La parte más ardua ha sido la que tenía que ver con la propia casa, porque los datos son poco concretos y además no son coincidentes. De entre todas las versiones escogí la que me pareció más verosímil, y es que fue el arquitecto Juan de Herrera, el arquitecto mayor, ya embarcado en El Escorial, quien la construyó.
- ¿Qué fuentes has utilizado con mayor agrado?
Sin duda los documentos proporcionados por el Archivo del Ministerio de Cultura, que curiosamente se encuentran en la propia casa. Esa es la parte con la que más he disfrutado, ha sido lo más divertido.
- En tu novela nos presentas a un Felipe II cargado de remordimientos y sumamente supersticioso, y al mismo tiempo dominado por las pasiones carnales. De hecho es el eje sobre el que gira toda la trama. Y el cuadro de El Bosco, Mesa de los pecados capitales, encarna a la perfección esa lucha ¿Qué hay de realidad y qué de ficción en esa parte de la historia?
La base real es cierta, aunque la literatura siempre exagera un poco la realidad, lógicamente, por eso es ficción. Pero hay una buena base real en la descripción de ese personaje, y en su lucha contra la lujuria, el pecado capital que lo dominaba.
- Isabel de Valois parece haber sido el gran amor de Felipe II. ¿Se le conocieron amantes mientras ella vivía?
Él dejó de tener amantes a los cuatro años de estar con Isabel de Valois, pero luego, a su muerte, no cabe ninguna duda de que sí las tuvo.
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Nos recibió en su hotel y nos hizo un hueco para contestar esta entrevista.
- Tu novela ha sido la ganadora del I Premio de Novela Histórica CajaGranada ¿Qué se siente al ganar un certamen que está teniendo tanta repercusión?
Pues cuando me lo concedieron, no tuve la sensación de haber alcanzado algo o haber llegado a algún sitio. Por el contrario, la sensación era de que una nueva puerta se abría y que tenía una enorme responsabilidad, por un lado con quienes me habían concedido el premio y por otro con la editorial.
- ¿Por qué decidiste ambientar tu novela en la época de Felipe II?
Porque escribiendo El diamante de la reina me quedé fascinada con Felipe II y creo que el siglo XVI español es un período histórico apasionante y muy importante para la historia posterior. Además, el personaje es muy literario, y además no es sólo un personaje español, es un personaje mundial.
- José Saramago alaba tu talento narrativo y comenta que La casa de los siete pecados es “una excelente novela”. ¿Qué se siente al recibir palabras como esas del que fue Premio Nobel de Literatura?
Pues eso para mí ha sido tan importante y tan grande como el propio premio, y en el fondo me he sentido doblemente premiada leyendo las palabras que Saramago me ha dedicado porque, además de un merecidísimo Premio Nobel, es una excelente persona.
- ¿Cómo descubriste la leyenda que gira en torno a la Casa de las Siete Chimeneas?
Es una leyenda que circula sobre Madrid que, junto con la del fantasma del Palacio de Linares, son las dos leyendas más maravillosas de la ciudad. En este caso trasciende lo localista, no sólo atañe a Madrid, sino que tiene que ver con nuestra historia ya que afecta a la monarquía hispánica. Y esa leyenda habla de un fantasma de mujer, que pudo ser el de la amante del propio Felipe II, que un día aparece muerta en extrañas circunstancias, en su alcoba de la casa de las Siete Chimeneas y cuyo cadáver desaparece antes de ser enterrado.
A finales de noviembre de 1882, durante las obras de remodelación, se descubrieron los huesos de una mujer sin identificar junto a unas monedas, que se pudieron fechar en la época de Felipe II. Eso me proporcionó una base real sobre la que trabajar.
- Es evidente que has llevado a cabo una encomiable labor de investigación. ¿Ha sido una tarea muy ardua?
He empleado muchas horas, y ha sido un gran empeño, porque en torno a la figura del rey hay mucho escrito y debía hacer una criba importante, sobre todo los rasgos que me interesaban, que hacían referencia a la faceta psicológica del personaje. La parte más ardua ha sido la que tenía que ver con la propia casa, porque los datos son poco concretos y además no son coincidentes. De entre todas las versiones escogí la que me pareció más verosímil, y es que fue el arquitecto Juan de Herrera, el arquitecto mayor, ya embarcado en El Escorial, quien la construyó.
- ¿Qué fuentes has utilizado con mayor agrado?
Sin duda los documentos proporcionados por el Archivo del Ministerio de Cultura, que curiosamente se encuentran en la propia casa. Esa es la parte con la que más he disfrutado, ha sido lo más divertido.
- En tu novela nos presentas a un Felipe II cargado de remordimientos y sumamente supersticioso, y al mismo tiempo dominado por las pasiones carnales. De hecho es el eje sobre el que gira toda la trama. Y el cuadro de El Bosco, Mesa de los pecados capitales, encarna a la perfección esa lucha ¿Qué hay de realidad y qué de ficción en esa parte de la historia?
La base real es cierta, aunque la literatura siempre exagera un poco la realidad, lógicamente, por eso es ficción. Pero hay una buena base real en la descripción de ese personaje, y en su lucha contra la lujuria, el pecado capital que lo dominaba.
- Isabel de Valois parece haber sido el gran amor de Felipe II. ¿Se le conocieron amantes mientras ella vivía?
Él dejó de tener amantes a los cuatro años de estar con Isabel de Valois, pero luego, a su muerte, no cabe ninguna duda de que sí las tuvo.
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- Ana de Austria vive completamente obsesionada por la infidelidad de su marido, hasta el punto de llegar a la flagelación. Teniendo en cuenta que era su sobrina, en primer lugar, y que su matrimonio fue una cuestión de Estado, en segundo lugar, ¿no es su comportamiento un poco exagerado, tal y como aparece en la novela?
El amor no entraba dentro de la ecuación sobre el papel, como tampoco pasaba nada porque un rey tuviera una amante, pero eso es una cosa y otra es cómo alguna de las mujeres de Felipe II podía vivir esa circunstancia. En el caso de Ana de Austria ella sabía a lo que venía, a darle un heredero, pero vino también con el propósito de amarlo y de que él la amara, porque además ella le tenía un cariño especial, primero como tío suyo y luego como marido.
- Ana de Austria vive completamente obsesionada por la infidelidad de su marido, hasta el punto de llegar a la flagelación. Teniendo en cuenta que era su sobrina, en primer lugar, y que su matrimonio fue una cuestión de Estado, en segundo lugar, ¿no es su comportamiento un poco exagerado, tal y como aparece en la novela?
El amor no entraba dentro de la ecuación sobre el papel, como tampoco pasaba nada porque un rey tuviera una amante, pero eso es una cosa y otra es cómo alguna de las mujeres de Felipe II podía vivir esa circunstancia. En el caso de Ana de Austria ella sabía a lo que venía, a darle un heredero, pero vino también con el propósito de amarlo y de que él la amara, porque además ella le tenía un cariño especial, primero como tío suyo y luego como marido.
-¿Qué sentimientos te ha inspirado el personaje de Ana de Austria?
Es un personaje que despierta mi simpatía, que me inspira ternura. Me parecía una persona en el fondo de cierta fragilidad, muy sometida al papel que le había tocado cumplir y lo sabía, igual que sabía que no iba a salirse nunca de ese papel. Como reina, y en esa época, fue la reina perfecta, la esposa perfecta. De hecho, todos los historiadores se han puesto de acuerdo en eso, en que al final el rey la quiso, la quiso a su manera, porque ella quiso que la quisiera y le hizo la vida muy fácil, no inmiscuyéndose en nada. El rey se sentía muy a gusto con ella, y sobre todo después de la vida tan animada que había tenido con Isabel de Valois, con su rebeldía y con todo lo que había organizado en la Corte. Ana de Austria fue como una especie de remanso que consiguió hacer fácil y cómoda la vida en palacio, de forma que él dejó de recelar, se adaptó a ella y al final la quiso a su modo.
- Un detalle que me ha llamado la atención ha sido el remedio de la madre superiora para curar las heridas de la flagelación de Ana de Austria: un cocimiento de aceite de lirios, cachorros de perro recién nacido, gusanos de tierra y trementina veneciana. ¿Es una receta auténtica de la época?
Absolutamente cierta, la medicina del siglo XVI era un poco oscurantista y me costó mucho dar con ella.
- La relación de Juan de Ledesma con la reina al final se quedó en nada. ¿Está basada en algún dato histórico o forma parte también de la ficción?
Juan de Ledesma existió, fue propietario de la casa y secretario personal del secretario del rey, y debía entrar y salir de palacio con toda naturalidad. No hubiese sido extraño que se conocieran y trataran.
- Es indudable que en tiempos de Felipe II hubo muchos personajes realmente fascinantes: Juan de Austria, la princesa de Éboli, Antonio Pérez, Mateo Vázquez... ¿Has sentido predilección o te ha llamado especialmente la atención alguno de ellos?
A mí me ha gustado rescatar a Mateo Vázquez, me parecía un personaje perverso, estaba al mismo nivel jerárquico que Antonio Pérez, aunque él le superaba en el tema religioso, que tanto preocupaba a Felipe II. Me parece un personaje fascinante.
- Tu anterior libro, El diamante de la reina, narra la historia de Isabel de Valois. En este segundo hablas de Ana de Austria, la última esposa de Felipe II. ¿Habrá una tercera entrega?
Pues no al menos centrado en personajes femeninos, aunque en esta novela el protagonista sea Felipe II más que Ana de Austria, a diferencia del anterior, que sí estaba basado en la reina. Tengo ganas de seguir contando cosas sobre ese reinado, pero no lo tengo aún centrado.
- Esta es la segunda novela histórica que escribes, pero antes de eso no habías tocado el género. ¿Qué te parece la experiencia? ¿Dónde te sientes más cómoda escribiendo?
Pues sin duda en la novela histórica, ha sido un grandísimo descubrimiento. Es cierto que el trabajo es más intenso y que entraña más dificultad que una novela contemporánea, pero es donde más cómoda me he sentido y donde más he disfrutado.
Es un personaje que despierta mi simpatía, que me inspira ternura. Me parecía una persona en el fondo de cierta fragilidad, muy sometida al papel que le había tocado cumplir y lo sabía, igual que sabía que no iba a salirse nunca de ese papel. Como reina, y en esa época, fue la reina perfecta, la esposa perfecta. De hecho, todos los historiadores se han puesto de acuerdo en eso, en que al final el rey la quiso, la quiso a su manera, porque ella quiso que la quisiera y le hizo la vida muy fácil, no inmiscuyéndose en nada. El rey se sentía muy a gusto con ella, y sobre todo después de la vida tan animada que había tenido con Isabel de Valois, con su rebeldía y con todo lo que había organizado en la Corte. Ana de Austria fue como una especie de remanso que consiguió hacer fácil y cómoda la vida en palacio, de forma que él dejó de recelar, se adaptó a ella y al final la quiso a su modo.
- Un detalle que me ha llamado la atención ha sido el remedio de la madre superiora para curar las heridas de la flagelación de Ana de Austria: un cocimiento de aceite de lirios, cachorros de perro recién nacido, gusanos de tierra y trementina veneciana. ¿Es una receta auténtica de la época?
Absolutamente cierta, la medicina del siglo XVI era un poco oscurantista y me costó mucho dar con ella.
- La relación de Juan de Ledesma con la reina al final se quedó en nada. ¿Está basada en algún dato histórico o forma parte también de la ficción?
Juan de Ledesma existió, fue propietario de la casa y secretario personal del secretario del rey, y debía entrar y salir de palacio con toda naturalidad. No hubiese sido extraño que se conocieran y trataran.
- Es indudable que en tiempos de Felipe II hubo muchos personajes realmente fascinantes: Juan de Austria, la princesa de Éboli, Antonio Pérez, Mateo Vázquez... ¿Has sentido predilección o te ha llamado especialmente la atención alguno de ellos?
A mí me ha gustado rescatar a Mateo Vázquez, me parecía un personaje perverso, estaba al mismo nivel jerárquico que Antonio Pérez, aunque él le superaba en el tema religioso, que tanto preocupaba a Felipe II. Me parece un personaje fascinante.
- Tu anterior libro, El diamante de la reina, narra la historia de Isabel de Valois. En este segundo hablas de Ana de Austria, la última esposa de Felipe II. ¿Habrá una tercera entrega?
Pues no al menos centrado en personajes femeninos, aunque en esta novela el protagonista sea Felipe II más que Ana de Austria, a diferencia del anterior, que sí estaba basado en la reina. Tengo ganas de seguir contando cosas sobre ese reinado, pero no lo tengo aún centrado.
- Esta es la segunda novela histórica que escribes, pero antes de eso no habías tocado el género. ¿Qué te parece la experiencia? ¿Dónde te sientes más cómoda escribiendo?
Pues sin duda en la novela histórica, ha sido un grandísimo descubrimiento. Es cierto que el trabajo es más intenso y que entraña más dificultad que una novela contemporánea, pero es donde más cómoda me he sentido y donde más he disfrutado.
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A mí me gusta cómo escribe Mª Pau y, por lo que se ve, en este libro, de nuevo se ha documentado muy bien.
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