Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/
Pocket Edhasa, Noviembre 2011
Género: Novela
768 páginas
Pocket Edhasa, Noviembre 2011
Género: Novela
768 páginas
Napoleón Bonaparte y Arthur Wesley, I Duque de Wellington, se enfrentarían en la famosa batalla de Waterloo en 1815. Sangre joven narra los primeros años de la vida de ambos protagonistas desde su nacimiento en 1769.
Napoleón deberá enfrentarse a la nueva situación política de la isla de Córcega, ahora en poder de los franceses, y vivirá de cerca los sucesos de la Revolución Francesa.
Por su parte, Wellington ingresará en la Armada como único medio de ganarse la vida, y será destinado primero a Irlanda y luego a Prusia, para enfrentarse al ejército revolucionario.
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Este es el primer título de una serie de cuatro en la que Simon Scarrow desgrana las vidas de Napoleón y Wellington, que se enfrentaron en la decisiva batalla de Waterloo en 1815.
El autor abandona así el mundo romano de sus dos series anteriores para embarcarse en un proyecto muy distinto y mucho más ambicioso: novelar las vidas de dos de los hombres más influyentes de su tiempo, y de la época que les tocó vivir.
Sangre joven narra los primeros años de ambos protagonistas, desde su nacimiento en 1769 hasta 1795. Resulta curioso descubrir los paralelismos entre sus dos biografías, más allá del hecho de haber nacido en el mismo año, y sus respectivas trayectorias, que el autor va exponiendo en orden cronológico.
Unas veces a través de Wellington y otras de Napoleón, Simon Scarrow nos ofrece un fresco de la época de lo más sugerente, de la sociedad y del ejército, pero también de la vida económica, ideológica o política, que en Francia desembocaría en la Revolución Francesa. Un joven Napoleón asiste al nacimiento y desarrollo de una nueva forma de entender la vida, en la que los méritos y no el lugar de nacimiento determinan la valía de un hombre. En la novela el joven corso sufre precisamente cierta discriminación debida a sus orígenes, que le impiden acceder a puestos de relevancia en el ejército pese a estar convencido de que su potencial es muy superior a la mayoría de sus compañeros. Ese joven bravucón y orgulloso aceptará de buen grado las ideas que propugnan hombres de la talla de Maximilien Robespierre.
Wellington, de origen noble, concibe un mundo en el que su estamento es el único preparado para gobernar y dirigir los destinos de los hombres, aunque sea consciente de la ineptitud de muchos de los integrantes de su reducido mundo.
Esas dos formas de entender la vida van a chocar desde los inicios de la Revolución Francesa. Los ingleses temían que las ideas revolucionarias cruzaran el Canal de la Mancha y se asentaran en sus tierras, con el consiguiente caos económico, político y social. Por eso no dudaron en declararle la guerra a los galos en cuanto estos invadieron Austria en 1792.
Simon Scarrow narra todos esos hechos con gran lujo de detalles, otorgando mayor protagonismo a Napoleón, cuya azarosa vida sin duda lo requiere. Desde la infancia de ambos, cuajada de sueños imposibles, hasta los campos de batalla, las trayectorias de estos dos personajes van discurriendo en paralelo, y el lector puede constatar las grandes similitudes y las no menos importantes diferencias entre los dos hombres.
La calidad narrativa de Simon Scarrow es innegable: una prosa fluida, unos diálogos ágiles y un ritmo excelente. Sangre joven es una novela absolutamente cautivadora, con un excepcional manejo de los personajes y una recreación histórica magnífica.
El autor abandona así el mundo romano de sus dos series anteriores para embarcarse en un proyecto muy distinto y mucho más ambicioso: novelar las vidas de dos de los hombres más influyentes de su tiempo, y de la época que les tocó vivir.
Sangre joven narra los primeros años de ambos protagonistas, desde su nacimiento en 1769 hasta 1795. Resulta curioso descubrir los paralelismos entre sus dos biografías, más allá del hecho de haber nacido en el mismo año, y sus respectivas trayectorias, que el autor va exponiendo en orden cronológico.
Unas veces a través de Wellington y otras de Napoleón, Simon Scarrow nos ofrece un fresco de la época de lo más sugerente, de la sociedad y del ejército, pero también de la vida económica, ideológica o política, que en Francia desembocaría en la Revolución Francesa. Un joven Napoleón asiste al nacimiento y desarrollo de una nueva forma de entender la vida, en la que los méritos y no el lugar de nacimiento determinan la valía de un hombre. En la novela el joven corso sufre precisamente cierta discriminación debida a sus orígenes, que le impiden acceder a puestos de relevancia en el ejército pese a estar convencido de que su potencial es muy superior a la mayoría de sus compañeros. Ese joven bravucón y orgulloso aceptará de buen grado las ideas que propugnan hombres de la talla de Maximilien Robespierre.
Wellington, de origen noble, concibe un mundo en el que su estamento es el único preparado para gobernar y dirigir los destinos de los hombres, aunque sea consciente de la ineptitud de muchos de los integrantes de su reducido mundo.
Esas dos formas de entender la vida van a chocar desde los inicios de la Revolución Francesa. Los ingleses temían que las ideas revolucionarias cruzaran el Canal de la Mancha y se asentaran en sus tierras, con el consiguiente caos económico, político y social. Por eso no dudaron en declararle la guerra a los galos en cuanto estos invadieron Austria en 1792.
Simon Scarrow narra todos esos hechos con gran lujo de detalles, otorgando mayor protagonismo a Napoleón, cuya azarosa vida sin duda lo requiere. Desde la infancia de ambos, cuajada de sueños imposibles, hasta los campos de batalla, las trayectorias de estos dos personajes van discurriendo en paralelo, y el lector puede constatar las grandes similitudes y las no menos importantes diferencias entre los dos hombres.
La calidad narrativa de Simon Scarrow es innegable: una prosa fluida, unos diálogos ágiles y un ritmo excelente. Sangre joven es una novela absolutamente cautivadora, con un excepcional manejo de los personajes y una recreación histórica magnífica.
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