miércoles, 30 de septiembre de 2009

La isla bajo el mar - Isabel Allende

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Reseña - por Pilar Alonso
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Editorial Plaza&Janés, Agosto 2009
Género: Novela histórica
511 páginas

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Toulouse Valmorain, un joven de veinte años, desembarca en Saint Domingue en 1770, acudiendo a una llamada de su padre. Hasta ese momento tenía una vaga idea de dónde provenían los fondos que le habían permitido vivir cómodamente en París mientras su progenitor permanecía en las colonias. La muerte de su padre le obligará a hacerse cargo de la plantación y a permanecer en la isla.

Una década más tarde Valmorain comprará a Zarité, una niña de nueve años, para que atienda a su futura esposa, una española que ha conocido en Cuba y que va a vivir con ellos.

Pero son tiempos revueltos. Los cimarrones se agrupan en las montañas, los esclavos huyen de las plantaciones y se unen a los rebeldes, y pronto no habrá quien los detenga en su afán por obtener la libertad.

Cuando se inicie la revolución muchos blancos perderán la vida y otros muchos se verán obligados a exiliarse.

Valmorain será uno de ellos.
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Ésta tenía que ser una novela de piratas”, confesó Isabel Allende el día que presentó su nuevo libro en Barcelona. Y es que, mientras investigaba la historia de Nueva Orleans para su novela “El zorro”, descubrió que en el siglo XVIII, cuando la revuelta de esclavos en Haití, muchos habitantes de la isla se habían visto obligados a exiliarse. Nueva Orleans fue, junto a Cuba, el destino escogido por la mayoría.

Y así nació La isla bajo el mar, una novela cargada de historia y magia que relata, a través de la trayectoria de la esclava Zarité, los últimos días de lo que fue Saint Domingue antes de convertirse en la actual Haití y la posterior adaptación de los exiliados a Nueva Orleans, que ocupa la segunda parte de la novela.

Toulouse Valmorain representa en el inicio del libro a multitud de franceses que vivían en su país de origen a costa de sus plantaciones en las colonias, que muchos no habían visitado jamás y que les brindaban cuantiosos beneficios. Una vez en la isla, imbuido por el espíritu de la Ilustración, trata de mantener sus ideales en su trato con los esclavos, aunque con escasa firmeza. Un personaje marcado por su cobardía y que, junto a Zarité, lleva el peso de la trama.

La autora no se regodea en el trato dado a los esclavos, que queda pese a ello suficientemente claro. “No me gusta escribir sobre torturas”, dijo también. “Prefiero escribir sobre el amor”. Y es la parte sentimental la que adquiere mayor trascendencia a lo largo de la trama, el amor de Zarité por sus hijos, el de Violette por Relais, el de Rossette por Maurice… muchos amores y muchas relaciones que se entrecruzan y que van tejiendo una historia que atrapa desde la primera línea.

Aunque Zarité es la protagonista, y en ocasiones es su propia voz la que nos relata los hechos, hay otros personajes memorables, algunos históricos y otros ficticios, que llenan de sabor y color las páginas de esta novela, desde Sancho, el cuñado vividor, hasta Père Antoine, un cura caritativo y bondadoso de Nueva Orleans, pasando por Toussaint Louverture, Napoleón, los hermanos Lafitte o Claiborne, el primer gobernador norteamericano de Luisiana. Pero son especialmente la mujeres las que acaparan la pluma de Isabel Allende, no sólo Zarité, también Tante Rose, una negra curandera de Saint Domingue, Violette Boisier, una famosa cocotte, Eugenia, la esposa española de Valmorain… y otras varias cuyas vidas se cruzan primero en Saint Domingue y más tarde en Nueva Orleans.

La novela tiene cierto aire folletinesco que consigue captar la atención de inmediato, con grandes dosis de dramatismo y tensión, y una ambientación bien trabajada. Cualquiera que se adentre en sus páginas quedará ligado a ellas, aunque sólo sea por la parte histórica que contienen y por el deseo de saber qué le ocurrirá a Zarité, esa esclava que adora bailar porque “esclavo que baila es libre… mientra baila”.
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domingo, 20 de septiembre de 2009

El funeral de Shelley - Louis Edouard Fournier

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Arte - por Pilar Alonso
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1889, Óleo sobre lienzo, 129,5 x 213,4cm, Walker Art Gallery, Liverpool, Inglaterra

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Ese hombre que aparece en la pira funeraria es, según indica el título del cuadro, Percy Bysshe Shelley (1792-1822), poeta y ensayista británico, amigo de Byron y Keats, y esposo de Mary Shelley, la autora de Frankenstein.

Shelley llevó una vida de aventuras. Fue expulsado de Oxford en 1811 por la publicación de un panfleto titulado “La necesidad del ateísmo”, se fugó en dos ocasiones con jovencitas para contraer matrimonio (la segunda de ellas fue precisamente Mary Shelley), preconizó el amor libre, viajó a Suiza, Francia e Italia, escribió tratados políticos que le granjearon no pocas antipatías, y padeció la tragedia de perder a dos de sus hijos.

En 1822 convenció a James H. Leigh Hunt, un poeta y editor británico, para crear un periódico, El Liberal, donde él y sus amigos pudieran publicar sus controvertidas obras.

El 8 de julio de ese mismo año, regresaba desde Pisa con Edward E. Williams después de realizar los preparativos para el lanzamiento del nuevo periódico. Mientras navegaban en su velero, llamado Don Juan en honor a Byron y rebautizado por Shelley con el nombre de Ariel, los sorprendió una tormenta y naufragaron.

Edward Trelawny, escritor y amigo, narró con detalle lo que sucedió aquellos días en su obra Narración de los últimos días de Shelley y Byron. Allí cuenta que los dos cadáveres, medio descompuestos y comidos por los peces, fueron recuperados en la playa unos días después del naufragio, adonde habían sido arrastrados por la marea. Como no había obtenido permiso para la incineración, se vio obligado a enterrar los cuerpos, y el 15 de agosto, una vez todo en regla, volver a desenterrarlos, ya pueden imaginar en qué estado.

El ritual se realizó en una playa cerca de Viareggio, Toscana, que es la imagen que aparece en el cuadro. De izquierda a derecha, Trelawny, Leigh Hunt y el mismo Byron.

Trelawny preparó la pira no sin antes ocuparse de extraer el corazón de Shelley, que entregó a su viuda, Mary. Ésta lo conservaría hasta el día de su propia muerte, 29 años después, cuando ya no quedaba de él más que un puñado de polvo.

Trelawny dispuso que las cenizas de Shelley reposaran en el cementerio protestante de Roma, donde descansaban ya los restos de William, hijo de Shelley, y donde un año antes había sido enterrado John Keats. Allí, Trelawny adquirió también un espacio adyacente, donde casi sesenta años más tarde fueron enterrados sus restos a petición suya.

Curiosamente, también fue él quien se ocupó de llevar a cabo los arreglos para el funeral de Byron, que falleció en Grecia sólo dos años después que su amigo Shelley.

El autor
Louis Edourad Fournier (1857-1917) fue un pintor e ilustrador francés. Participó en la pintura de los frescos del Grand Palais de París, e ilustró numerosos libros, incluidos trabajos de Jean De La Fontaine y Honoré de Balzac. El funeral de Shelley (1889) es su obra más conocida.
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miércoles, 16 de septiembre de 2009

La casa de los siete pecados - Mari Pau Domínguez

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Reseña - por Pilar Alonso. Reseña y entrevista publicadas originalmente en http://www.ciberanika.com/
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Editorial Grijalbo, Marzo 2009
Género: Novela histórica
351 páginas



I PREMIO CajaGRANADA DE NOVELA HISTÓRICA 2009



Año 1570. Ana de Austria, hija del emperador Maximiliano II, llega a España para convertirse en la cuarta esposa de Felipe II, su tío. Su principal obligación es proporcionar un heredero al trono español, pero llega también con la esperanza de obtener el amor del monarca más poderoso de su tiempo.

Pero Felipe II vive obsesionado con su nueva amante, Elena Zapata, a la que hace construir la casa de las siete chimeneas, que será el escenario de sus encuentros.

Felipe II, presa al mismo tiempo del remordimiento y la pasión, deberá tomar una serie de decisiones que tendrán trágicas consecuencias.
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La época de Felipe II siempre me ha parecido fascinante. Literariamente, es una a las que más jugo se le puede extraer. No hablo sólo del monarca, que desde luego tiene mucho juego, sino de sus cuatro esposas, su hermano natural Don Juan de Austria, o personajes como su secretario Antonio Pérez o Ana de Mendoza, la princesa de Éboli (aquella del parche en el ojo). Además, es la época de las batallas de Lepanto y San Quintín, de Cervantes, de El Escorial, de la Armada Invencible y los tercios de Flandes, de los piratas berberiscos y de las sanguinarias reinas británicas: María Tudor e Isabel I, además de la escocesa María Estuardo. Sí, no hay duda de que la época da para mucho juego.

Mª Pau Domínguez ha escogido un fragmento de ese momento histórico, un fragmento bastante delimitado, en el que los protagonistas son el propio Felipe II y su cuarta y última esposa, Ana de Austria, que en nada tiene que ver con aquella otra del mismo nombre que tan famosa hizo Alejandro Dumas.

La historia gira alrededor de la infidelidad del rey con Elena Zapata, su supuesta amante, y digo supuesta porque en este caso la autora juega con la ficción. Pues bien, toda la trama se desarrolla alrededor de esos amoríos, de los remordimientos del monarca entre su deber moral y su pasión carnal, y la obsesión de la reina por descubrir si los rumores que circulan por Madrid acerca de los devaneos del soberano son ciertos o no.

La historia no carece de atractivo, aunque sólo sea por los aspectos documentales, que están muy bien trabajados. Pero la trama, para mi gusto, se queda un poco corta.
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La época, como antes comentaba, posee el suficiente gancho como para atrapar la atención de cualquiera. De fondo aparecen algunos personajes o situaciones que bien darían para otras tantas novelas, pero la visión de la autora me ha resultado un poco limitada. Una y otra vez hace hincapié en los remordimientos del monarca por causa de su amante, de sus recuerdos, de sus pecados... Y por otro lado tenemos a Ana de Austria que es un poco más de lo mismo, obsesionada con la infidelidad del rey o su inocencia. En ningún momento se aleja demasiado del tema y a algún lector le puede resultar un tanto repetitivo, porque parece como si los demás asuntos que rodean esa trama principal terminasen contaminados por él, cuando no devorados.
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Supongo que la autora trataba precisamente de plasmar el tormento de Felipe II, un hombre profundamente religioso y al mismo tiempo un pecador consumado. Dicho enfoque no carece de alicientes, créanme, y Mª Pau Domínguez lo ha expresado con gran acierto.

La novela es una recreación del Madrid del Siglo de Oro marcada por la excesiva religiosidad, que aparece tanto en Felipe II como en la reina, por los cotilleos y la construcción de El Escorial, por los asuntos de Estado y por la leyenda, que Mari Pau Domínguez ha sabido rescatar y plasmar en su novela, una obra con muchos puntos interesantes, de lectura ágil y poblada de personajes cuya sola presencia ya sirve de acicate para continuar la lectura.
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Entrevista a Mari Pau Domínguez por "La casa de los siete pecados"

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por Pilar Alonso

Mari Pau Domínguez es periodista y escritora y con La casa de los siete pecados, su segunda novela histórica, ha obtenido el I Premio de Novela Histórica CajaGranada.

Nos recibió en su hotel y nos hizo un hueco para contestar esta entrevista.


- Tu novela ha sido la ganadora del I Premio de Novela Histórica CajaGranada ¿Qué se siente al ganar un certamen que está teniendo tanta repercusión?

Pues cuando me lo concedieron, no tuve la sensación de haber alcanzado algo o haber llegado a algún sitio. Por el contrario, la sensación era de que una nueva puerta se abría y que tenía una enorme responsabilidad, por un lado con quienes me habían concedido el premio y por otro con la editorial.


- ¿Por qué decidiste ambientar tu novela en la época de Felipe II?

Porque escribiendo El diamante de la reina me quedé fascinada con Felipe II y creo que el siglo XVI español es un período histórico apasionante y muy importante para la historia posterior. Además, el personaje es muy literario, y además no es sólo un personaje español, es un personaje mundial.


- José Saramago alaba tu talento narrativo y comenta que La casa de los siete pecados es “una excelente novela”. ¿Qué se siente al recibir palabras como esas del que fue Premio Nobel de Literatura?

Pues eso para mí ha sido tan importante y tan grande como el propio premio, y en el fondo me he sentido doblemente premiada leyendo las palabras que Saramago me ha dedicado porque, además de un merecidísimo Premio Nobel, es una excelente persona.


- ¿Cómo descubriste la leyenda que gira en torno a la Casa de las Siete Chimeneas?

Es una leyenda que circula sobre Madrid que, junto con la del fantasma del Palacio de Linares, son las dos leyendas más maravillosas de la ciudad. En este caso trasciende lo localista, no sólo atañe a Madrid, sino que tiene que ver con nuestra historia ya que afecta a la monarquía hispánica. Y esa leyenda habla de un fantasma de mujer, que pudo ser el de la amante del propio Felipe II, que un día aparece muerta en extrañas circunstancias, en su alcoba de la casa de las Siete Chimeneas y cuyo cadáver desaparece antes de ser enterrado.

A finales de noviembre de 1882, durante las obras de remodelación, se descubrieron los huesos de una mujer sin identificar junto a unas monedas, que se pudieron fechar en la época de Felipe II. Eso me proporcionó una base real sobre la que trabajar.


- Es evidente que has llevado a cabo una encomiable labor de investigación. ¿Ha sido una tarea muy ardua?

He empleado muchas horas, y ha sido un gran empeño, porque en torno a la figura del rey hay mucho escrito y debía hacer una criba importante, sobre todo los rasgos que me interesaban, que hacían referencia a la faceta psicológica del personaje. La parte más ardua ha sido la que tenía que ver con la propia casa, porque los datos son poco concretos y además no son coincidentes. De entre todas las versiones escogí la que me pareció más verosímil, y es que fue el arquitecto Juan de Herrera, el arquitecto mayor, ya embarcado en El Escorial, quien la construyó.


- ¿Qué fuentes has utilizado con mayor agrado?

Sin duda los documentos proporcionados por el Archivo del Ministerio de Cultura, que curiosamente se encuentran en la propia casa. Esa es la parte con la que más he disfrutado, ha sido lo más divertido.


- En tu novela nos presentas a un Felipe II cargado de remordimientos y sumamente supersticioso, y al mismo tiempo dominado por las pasiones carnales. De hecho es el eje sobre el que gira toda la trama. Y el cuadro de El Bosco, Mesa de los pecados capitales, encarna a la perfección esa lucha ¿Qué hay de realidad y qué de ficción en esa parte de la historia?

La base real es cierta, aunque la literatura siempre exagera un poco la realidad, lógicamente, por eso es ficción. Pero hay una buena base real en la descripción de ese personaje, y en su lucha contra la lujuria, el pecado capital que lo dominaba.


- Isabel de Valois parece haber sido el gran amor de Felipe II. ¿Se le conocieron amantes mientras ella vivía?

Él dejó de tener amantes a los cuatro años de estar con Isabel de Valois, pero luego, a su muerte, no cabe ninguna duda de que sí las tuvo.
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- Ana de Austria vive completamente obsesionada por la infidelidad de su marido, hasta el punto de llegar a la flagelación. Teniendo en cuenta que era su sobrina, en primer lugar, y que su matrimonio fue una cuestión de Estado, en segundo lugar, ¿no es su comportamiento un poco exagerado, tal y como aparece en la novela?

El amor no entraba dentro de la ecuación sobre el papel, como tampoco pasaba nada porque un rey tuviera una amante, pero eso es una cosa y otra es cómo alguna de las mujeres de Felipe II podía vivir esa circunstancia. En el caso de Ana de Austria ella sabía a lo que venía, a darle un heredero, pero vino también con el propósito de amarlo y de que él la amara, porque además ella le tenía un cariño especial, primero como tío suyo y luego como marido.


-¿Qué sentimientos te ha inspirado el personaje de Ana de Austria?

Es un personaje que despierta mi simpatía, que me inspira ternura. Me parecía una persona en el fondo de cierta fragilidad, muy sometida al papel que le había tocado cumplir y lo sabía, igual que sabía que no iba a salirse nunca de ese papel. Como reina, y en esa época, fue la reina perfecta, la esposa perfecta. De hecho, todos los historiadores se han puesto de acuerdo en eso, en que al final el rey la quiso, la quiso a su manera, porque ella quiso que la quisiera y le hizo la vida muy fácil, no inmiscuyéndose en nada. El rey se sentía muy a gusto con ella, y sobre todo después de la vida tan animada que había tenido con Isabel de Valois, con su rebeldía y con todo lo que había organizado en la Corte. Ana de Austria fue como una especie de remanso que consiguió hacer fácil y cómoda la vida en palacio, de forma que él dejó de recelar, se adaptó a ella y al final la quiso a su modo.


- Un detalle que me ha llamado la atención ha sido el remedio de la madre superiora para curar las heridas de la flagelación de Ana de Austria: un cocimiento de aceite de lirios, cachorros de perro recién nacido, gusanos de tierra y trementina veneciana. ¿Es una receta auténtica de la época?

Absolutamente cierta, la medicina del siglo XVI era un poco oscurantista y me costó mucho dar con ella.


- La relación de Juan de Ledesma con la reina al final se quedó en nada. ¿Está basada en algún dato histórico o forma parte también de la ficción?

Juan de Ledesma existió, fue propietario de la casa y secretario personal del secretario del rey, y debía entrar y salir de palacio con toda naturalidad. No hubiese sido extraño que se conocieran y trataran.


- Es indudable que en tiempos de Felipe II hubo muchos personajes realmente fascinantes: Juan de Austria, la princesa de Éboli, Antonio Pérez, Mateo Vázquez... ¿Has sentido predilección o te ha llamado especialmente la atención alguno de ellos?

A mí me ha gustado rescatar a Mateo Vázquez, me parecía un personaje perverso, estaba al mismo nivel jerárquico que Antonio Pérez, aunque él le superaba en el tema religioso, que tanto preocupaba a Felipe II. Me parece un personaje fascinante.


- Tu anterior libro, El diamante de la reina, narra la historia de Isabel de Valois. En este segundo hablas de Ana de Austria, la última esposa de Felipe II. ¿Habrá una tercera entrega?

Pues no al menos centrado en personajes femeninos, aunque en esta novela el protagonista sea Felipe II más que Ana de Austria, a diferencia del anterior, que sí estaba basado en la reina. Tengo ganas de seguir contando cosas sobre ese reinado, pero no lo tengo aún centrado.


- Esta es la segunda novela histórica que escribes, pero antes de eso no habías tocado el género. ¿Qué te parece la experiencia? ¿Dónde te sientes más cómoda escribiendo?

Pues sin duda en la novela histórica, ha sido un grandísimo descubrimiento. Es cierto que el trabajo es más intenso y que entraña más dificultad que una novela contemporánea, pero es donde más cómoda me he sentido y donde más he disfrutado.
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domingo, 13 de septiembre de 2009

El señor de las llanuras - Javier Yanes

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Reseña - por Pilar Alonso

Editorial Plaza&Janés, Marzo 2009
Género: Novela
713 páginas


Curro Mencía, un joven periodista, desgrana el pasado de su familia ante la inminente venta de la casona familiar, donde Uke, su abuela, vivió una apasionada historia de amor con Hamish, un aventurero escocés que se marchó a África.

Hace años que Curro no sabe nada de su abuelo, que tocaba el violín y le contaba historias de África, y decide viajar hasta Kenia tras sus huellas, acompañado por un viejo barón que lo había conocido en su juventud.
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El problema de escribir una primera novela perfecta tiene un gran inconveniente: el lector espera que la segunda sea igual o mejor y lo mismo las siguientes. Mantener ese nivel supone para el autor un trabajo extra que no siempre se verá recompensado. Y Javier Yanes lo va a tener difícil, porque El Señor de las Llanuras ha dejado el listón tan alto que va ser ardua tarea sostenerlo, no digamos ya superarlo.

El libro llevaba días rondando por mi mesa, y a pesar de la sugerente portada se resistía a llegar a mí, ocultándose entre el sinfín de novedades que la pueblan. Y al fin un día abrí sus páginas para enamorarme por completo de su historia. Y ya sabéis lo que pasa cuando uno se enamora, que, aunque la otra parte tenga sus defectos, son tantas las virtudes que la adornan que se pasan por alto. No puedo ser imparcial, por tanto, a la hora de juzgar este libro.

La historia es emocionante y sugerente, la prosa de gran belleza, los paisajes están descritos con gran plasticidad, los personajes son fantásticos, los diálogos bien trabajados y el sentido del humor está presente a lo largo de toda la trama. Algunos pasajes y los títulos de varios capítulos, son pura poesía. Sirvan de muestra algunos de ellos: Un violín en la tormenta, Mariposas de piedra, El siglo que dormimos desnudos, Cenizas sin polvo al que volver, Sonata de la eterna primavera...

Y la ambientación... bueno, quién no ha soñado alguna vez con viajar a África. Hace unos años yo misma planeé visitar Kenia y Tanzania y se quedó en propósito. El Señor de las Llanuras me ha brindado la oportunidad de realizar ese viaje a pequeña escala y ha sido una experiencia enriquecedora, no sólo por la posibilidad de visitar el corazón de África a través de sus páginas, sino también de conocer parte de su historia.

Las dos partes del libro tienen sobrados motivos para encandilar al lector. En la primera descubrimos a Uke, una joven afincada en las proximidades de Madrid en los años 30, que viaja por Europa justo antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. En la segunda, Curro Mencía, el nieto de Uke, es el protagonista, y el escenario el continente negro.

Ambas partes, que podrían haberse escrito de forma completamente independiente y funcionar en solitario, se unen aquí para contarnos una historia llena de ternura y magia, de aquellas que nunca llegan a olvidarse.
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miércoles, 9 de septiembre de 2009

El día D minuto a minuto

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Coincidiendo con la publicación del libro El día D, la batalla de Normandía, de Antony Beevor, mañana 10 de septiembre, la editorial Crítica ha puesto en marcha una iniciativa de lo más atractiva: un blog sobre el día D que narrará la jornada minuto a minuto.
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Si bien es cierto que el desembarco de Normandía se produjo el 6 de junio de 1944, la editorial aprovechará que mañana aparece en las librerías el nuevo libro del historiador británico para retransmitir "en directo" la Operación Overlord.
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Hasta el momento en la página se pueden ver los preparativos de la campaña, los antecedentes, las fuerzas que tomarán parte, el temor a que la operación sea descubierta por el enemigo... todo con gran realismo y detalle.
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No lo olvidéis. Mañana, día 10 de septiembre, es el DÍA D.
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Para seguirlo en directo pincha aquí.
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martes, 8 de septiembre de 2009

Los lugares secretos - León Arsenal

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Reseña - por Pilar Alonso
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Editorial Martínez Roca, Mayo 2009
Género: Novela
445 páginas

Claudia Ugarte recibe la inesperada llamada de Eduardo, un amigo de Jacobo, su antiguo novio, que rompió con ella hace dos años a través de un e-mail. Tras acceder a encontrarse con él descubre que tal vez Jacobo no fuese quien escribiera aquel mensaje ya que, desde que abandonara al país con destino a Italia y Thailandia, no se ha vuelto a saber de él.

Eduardo sospecha que la investigación que estaba llevando a cabo su amigo sobre la simbología en la arquitectura no es tan inocua como pudiera parecer.

Cuando Eduardo también desaparece en las mismas circunstancias que Jacobo, Claudia empieza a preguntarse si las descabelladas teorías de Eduardo no guardarán parte de verdad.

Con ayuda de Alejandra, una amiga historiadora, tratará de descubrir qué era lo que ambos andaban investigando, sin saber que está poniendo su vida en serio peligro.
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Cuando caminamos por las calles de nuestras ciudades, ¿cuántos nos fijamos en los detalles arquitectónicos de los edificios, en las molduras o los relieves, en las estatuas o los rincones que adornan sus fachadas? Y sin duda todos ellos tienen una historia real detrás, un motivo por el que fueron elegidos en lugar de otros cualquiera. Pues esos detalles que pasan desapercibidos para la mayoría son el eje central sobre el que gira la trama de Los lugares secretos.

Esta novela, además de un thriller bastante bien planteado y resuelto, es un recorrido arquitectónico por la ciudad de Madrid, por fachadas, cementerios, parques y calles, y también por algunas de sus leyendas. Sin apabullarnos ni sobrecargarnos de datos, el autor nos va proporcionando a lo largo del libro todo tipo de jugosos detalles, que sin duda los habitantes de Madrid sabrán reconocer.

Por si eso fuera poco, León Arsenal coloca sobre el tapete el tema de las religiones, en concreto las distintas corrientes filosóficas del gnosticismo de los primeros años del cristianismo.

Todo ese conglomerado de datos, arquitectónicos y religiosos, son el escenario sobre el que se desarrolla la trama, un thriller con buenos y malos, asesinatos, persecuciones, sectas y romance.

Pese a lo complicados que puedan parecer a priori los temas que trata, lo cierto es que es un libro que resulta fácil de leer. El autor ha sabido plantear el argumento para que resulte atractivo y el ritmo es adecuado. Si a ello le añadimos un poco de suspense tenemos una novela de lo más entretenida y amena.
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viernes, 4 de septiembre de 2009

Breve historia de la conquista del Oeste - Gregorio Doval

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Reseña - por Pilar Alonso

Ediciones Nowtilus, Enero 2009
Género: Divulgación
350 páginas


En 1776 los Estados Unidos declaraban su independencia y formaban su propia nación. Un amplio territorio se abría más allá de la frontera de las trece colonias iniciales, un territorio que estaban dispuestos a explorar y a colonizar.
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Seguro que todos recordamos películas como La conquista del Oeste o Caravana de mujeres, a personajes de la talla de Daniel Boone o Davy Crockett, y en algún momento de nuestra vida sin duda oímos mencionar la famosa “fiebre del oro”.

Pues adentrarse en este nuevo libro de Gregorio Doval es como mezclar todos esos ingredientes y servirlos en una sola toma. Así, asistimos al nacimiento de una nueva nación y al establecimiento de la primera Frontera, que se fue modificando a medida que se colonizaban nuevos territorios. Y a la adquisición de Luisiana (un territorio muchísimo más grande de lo que hoy es el Estado que lleva su nombre) y los territorios españoles y mexicanos.

Pero, ¿cómo explorar un territorio recién adquirido de unas dimensiones tan colosales? Imaginar una extensión tan vasta y tan absolutamente desconocida representa un increíble reto, que los americanos supieron afrontar. No voy a entrar ahora en los detalles negativos que dicha conquista supuso, ya sea la desaparición de los indios, la deforestación de grandes territorios, la explotación de recursos naturales sin ningún tipo de control o cualquier otro. Este libro no va de eso, aunque mencione todos esos aspectos. Este libro va sobre el modo en que un país inexplorado se fue descubriendo poco a poco con el empeño de muchas personas que, por uno u otro motivo, se adentraron en lo desconocido en busca de una vida mejor.

Primero los comerciantes de pieles, que abrieron rutas para los colonos que vendrían después y que alentaron las leyendas sobre el oeste, las exploraciones financiadas por el Gobierno para saber “qué es lo que habían comprado”, la anexión de Texas, el territorio de Oregón y las caravanas de carretas surcando las praderas en dirección a los nuevos asentamientos. Y, por supuesto, la fiebre del oro, especialmente en California, que supuso explorar un inmenso territorio en muy poco tiempo.

Todas esas idas y venidas fueron dibujando el mapa de los Estados Unidos, que poco a poco fue implantando novedades: la diligencia, los barcos de vapor, los servicios de correos y finalmente el ferrocarril, una carrera contra el tiempo que mantuvo en vilo a todo el país.

Y así, como quien completa un puzzle, hasta llegar a Oklahoma, el último Estado en ser colonizado. ¿Recuerdan la película Un horizonte muy lejano, con Tom Cruise y Nicole Kidman como protagonistas? Pues bien, así fue como se repartieron las últimas tierras norteamericanas en Oklahoma, con una carrera entre todos los participantes, que se quedaban con el trozo de terreno en el que lograban clavar su banderín.

La Frontera tuvo, durante su existencia, un estilo de vida peculiar, alejado de los centros de gobierno, sin leyes federales pero con cierto orden, y poblado de personas especialmente resistentes a las adversidades. Los colonos no lo tuvieron fácil y muchos perdieron su vida mientras luchaban por escapar de la miseria o por legar a sus hijos algo mejor que lo que ellos habían tenido.

Cargados con sus escasas pertenencias se marcharon hacia el Oeste, en carreta, en mula o a pie. Irlandeses, italianos, alemanes, chinos, estadounidenses, chilenos... una mezcla heterogénea de culturas con un único objetivo.

La verdad es que hay muchas cosas interesantes que contar de este libro y a mí, que me gusta el western, tengo que agradecerle a Gregorio Doval su estilo diáfano y directo a la hora de sumergirme en una historia que siempre me ha parecido fascinante.

Juzguen, sino, ustedes mismos.
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martes, 1 de septiembre de 2009

Behn, Aphra Behn, Agente 160

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Apunte - por Pilar Alonso

Todas las mujeres deberían depositar flores en la tumba de Aphra Behn, pues fue ella quien ganó para ellas el derecho de expresar sus ideas.
Virginia Woolf

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Érase una vez Inglaterra y la cabeza de un rey. Carlos I moría decapitado en 1649, Oliver Cromwell accedía a la cúspide de la nueva República y Carlos II se exiliaba a Francia, de donde no regresaría hasta 1660, cuando se le restituyó el trono.

Pero no fue un retorno pacífico, pocas cosas lo eran allá por el siglo XVII. En 1665 se iniciaba la Segunda Guerra Holandesa por un conflicto en las colonias y ahí es donde entra nuestra heroína.

Aphra Behn, que por aquel entonces tendría unos veinticinco años, era la viuda de un acaudalado comerciante alemán, lo que le permitía codearse con la flor y nata de la sociedad. Se rumoreaba que entre sus muchas conquistas amorosas figuraba el mismísimo monarca Carlos II. En 1666, no se sabe muy bien cómo ni por qué, fue enviada a Amberes para espiar a los holandeses, un trabajo que al parecer nunca se le reconoció. Su nombre en clave era Astrea o Agente 160 y envió varias cartas con información que no consta fuesen tomadas demasiado en serio.

Gastó gran parte de su fortuna en Holanda para poder cumplir con sus cometidos, e incluso se vio obligada a vender su anillo de boda para poder mantenerse y, pese a las numerosas peticiones que envió solicitando fondos tanto a Tom Killigrew como a James Halsall, sus contactos en Inglaterra, nunca recibió respuesta. Llegó a recurrir a Lord Arlington, Secretario de Estado, con el mismo resultado.

Finalmente se vio obligada a solicitar un préstamo para poder regresar por su cuenta a Londres en 1667, completamente arruinada. Ante la imposibilidad de hacer frente a los pagos de ese préstamo, fue encarcelada por deudas y ninguna de las misivas que envió a sus supuestos jefes, incluso al rey, obtuvo la más mínima respuesta.

Por fortuna, no pasó mucho tiempo entre rejas. De forma anónima alguien liquidó su deuda, pudo salir de prisión y es probable que además obtuviera algún tipo de compensación económica.

Para poder mantenerse a partir de entonces se vio obligada a escribir por dinero, lo que la convertiría en la primera escritora inglesa profesional, que es por lo que en realidad es conocida, un trabajo que en aquel entonces la tachaba poco menos que de mujer pública.

Escribió la mayoría de sus obras para la Compañía del Duque, una de las dos compañías de teatro que se habían establecido en Londres (la otra era la del Rey), y sus obras fueron representadas con bastante éxito de crítica y público, lo que le reportó beneficios económicos. No dejó de escribir hasta el final de su vida: obras de teatro, poesía y novela, la más famosa de las cuales fue El príncipe Oroonoko, uno de los primeros precedentes de literatura antiesclavista, que se hizo enormemente popular.

Contó durante ese período de su vida con el patronazgo de nobles y cortesanos, como era habitual en su profesión, y también sufrió feroces críticas por parte de sus adversarios por sus ideas escandalosas acerca del sexo y el papel de la mujer.

Murió en 1689 y fue enterrada en la Abadía de Westminster..


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