Editorial Pàmies, 2009
301 páginas
Género: Novela
Trilogía de las Dos Rosas. Volumen III.
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1483. Después de años de enfrentamientos, Ricardo de Gloucester es coronado rey en la abadía de Westminster junto a su esposa, Ana Neville. Los Lancaster parecen haber desaparecido y los hijos ilegítimos de su hermano Eduardo están encerrados en la Torre de Londres.
Las buenas intenciones de Ricardo chocan contra los intereses de los poderosos y Enrique Tudor, desde el exilio, trata de hallar partidarios que lo ayuden a conquistar el trono inglés.
Ricardo III se enfrentará a su oponente en la decisiva batalla de Bosworth.
Las buenas intenciones de Ricardo chocan contra los intereses de los poderosos y Enrique Tudor, desde el exilio, trata de hallar partidarios que lo ayuden a conquistar el trono inglés.
Ricardo III se enfrentará a su oponente en la decisiva batalla de Bosworth.
La imagen de monarca cruel y malvado que nos legó Shakespeare sufre una profunda revisión en esta novela de Sandra Worth. En ella, Ricardo se nos presenta como una especie de reencarnación del rey Arturo, movido por sus mismos ideales de lealtad y justicia, y favoreciendo a los pobres contra los poderosos.
Esta novela finaliza la trilogía dedicada a la Guerra de las Dos Rosas y en ella Ricardo deberá enfrentarse a la traición de algunos de sus amigos, además de a las frecuentes escaramuzas por parte de Enrique Tudor y sus partidarios para arrebatarle la corona.
Lo cierto es que la imagen que nos ofrece Sandra Worth es la de un idealista, un monarca un tanto ingenuo que no vaciló en premiar a aquellos que lo habían traicionado en lugar de castigarlos, creyendo que de ese modo los predisponía a su favor, un error que le costó muy caro.
Su ideal es el rey Arturo y son frecuentes la referencias a La muerte de Arturo de Malory a lo largo de toda la novela. A través de esas alusiones, Ricardo lamenta la falta de lealtad de muchos nobles pese a sus buenas intenciones, una idea que planea sobre toda la trama.
La verdad es que al lector le cuesta comprender algunos de sus actos, especialmente cuando no castiga con la muerte o el exilio a aquellos que le han traicionado, como bien le hacen notar algunos de sus allegados. Su fantasía de crear un nuevo Camelot le aleja en no pocas ocasiones de una realidad mucho más cruenta y menos loable. Cuando finalmente es consciente de su tremendo error, cuando logra aceptar que los ideales que mantiene ya no existen más que entre unos pocos, se convierte en un rey no sólo irascible sino también profundamente decepcionado, derrotado antes de presentar batalla.
De las tres novelas que forman la trilogía, ésta es sin duda la que más huella me ha dejado. Las pérdidas que sufre Ricardo se convierten un poco en pérdidas para el propio lector, que logra identificarse con el dolor del protagonista, y que tomaría una espada y cabalgaría junto a él bajo su lema: Vivid con pureza, decid la verdad, reparad las injusticias, seguid al rey...
La novela despierta un sinfín de emociones y, aunque alguien podría tachar algunos pasajes de excesivamente sentimentales, no es menos cierto que precisamente por ese motivo el personaje logra capturar el corazón del lector que, a pesar de saber cómo acaba o al menos intuirlo por el título, sigue leyendo con la vana esperanza de que, por una vez, la historia se haya equivocado.
- Decidme por qué os quedáis, amigo mío - repitió Ricardo (antes de la batalla al duque de Norfolk, que se había negado a unirse a Tudor, su enemigo).
- Negro es el día en el que a un hombre le preguntan por qué elige el honor antes que el deshonor... Me quedo porque vos sois mi rey, porque os habéis portado bien conmigo, porque es lo correcto.
Esta novela finaliza la trilogía dedicada a la Guerra de las Dos Rosas y en ella Ricardo deberá enfrentarse a la traición de algunos de sus amigos, además de a las frecuentes escaramuzas por parte de Enrique Tudor y sus partidarios para arrebatarle la corona.
Lo cierto es que la imagen que nos ofrece Sandra Worth es la de un idealista, un monarca un tanto ingenuo que no vaciló en premiar a aquellos que lo habían traicionado en lugar de castigarlos, creyendo que de ese modo los predisponía a su favor, un error que le costó muy caro.
Su ideal es el rey Arturo y son frecuentes la referencias a La muerte de Arturo de Malory a lo largo de toda la novela. A través de esas alusiones, Ricardo lamenta la falta de lealtad de muchos nobles pese a sus buenas intenciones, una idea que planea sobre toda la trama.
La verdad es que al lector le cuesta comprender algunos de sus actos, especialmente cuando no castiga con la muerte o el exilio a aquellos que le han traicionado, como bien le hacen notar algunos de sus allegados. Su fantasía de crear un nuevo Camelot le aleja en no pocas ocasiones de una realidad mucho más cruenta y menos loable. Cuando finalmente es consciente de su tremendo error, cuando logra aceptar que los ideales que mantiene ya no existen más que entre unos pocos, se convierte en un rey no sólo irascible sino también profundamente decepcionado, derrotado antes de presentar batalla.
De las tres novelas que forman la trilogía, ésta es sin duda la que más huella me ha dejado. Las pérdidas que sufre Ricardo se convierten un poco en pérdidas para el propio lector, que logra identificarse con el dolor del protagonista, y que tomaría una espada y cabalgaría junto a él bajo su lema: Vivid con pureza, decid la verdad, reparad las injusticias, seguid al rey...
La novela despierta un sinfín de emociones y, aunque alguien podría tachar algunos pasajes de excesivamente sentimentales, no es menos cierto que precisamente por ese motivo el personaje logra capturar el corazón del lector que, a pesar de saber cómo acaba o al menos intuirlo por el título, sigue leyendo con la vana esperanza de que, por una vez, la historia se haya equivocado.
- Decidme por qué os quedáis, amigo mío - repitió Ricardo (antes de la batalla al duque de Norfolk, que se había negado a unirse a Tudor, su enemigo).
- Negro es el día en el que a un hombre le preguntan por qué elige el honor antes que el deshonor... Me quedo porque vos sois mi rey, porque os habéis portado bien conmigo, porque es lo correcto.
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2 comentarios:
Pues yo leí el primer tomo de la serie, y aunque me gustó, salí con la impresión que tú misma reconoces haber sentido: después de haber leído al Ricardo III de Shakespeare, parece que estemos leyendo la vida de otro personaje. Hasta el punto que cuando lo leí fui a verificar que se trataba de este Ricardo y no otro, (ya que hay miles de ricardos en la historia británica)porque la verdad, me parecia casi una hermanita de la caridad, exagerando un poco, claro. Un poco increíble, esta versión. Pero bueno, tengo el segundo tomo en casa para leerlo y supongo que ya puestos, leeré el tercero. Pero me temo que seguiré pensando que Sandra Worth ha cambiado demasiado al personaje...
A mí me pareció un horror. Empieza con cierto encanto, pero enseguida te das cuenta de que abusa del anti-tópico. Voy a recrear al personaje por oposición...Escasos cimientos para una novela entera.
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