viernes, 7 de octubre de 2011

El ocupante - Sarah Waters

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/


Anagrama, Abril 2011
Género: Novela
534 Páginas


Un día de verano el doctor Faraday es llamado a Hundreds Hall, la mansión de los Ayres. Farady ya había estado allí cuando era un niño y su madre una criada de la casa. Ahora descubre el deterioro de la finca, que ni la continua venta de tierras puede resolver.

La señora Ayres, aún una mujer elegante, mantiene como puede su dignidad entre paredes desconchadas, comidas por la humedad, y muebles desvencijados. Cuenta con la ayuda de su hijo Roderick, que ha vuelto de la guerra con cicatrices y enfermo de los nervios, y de su hija Caroline, que ha acudido para ayudarles.

Pero el doctor Faraday ha sido llamado para atender a Betty, la criada, una joven de catorce años que parece muerta de miedo. Asegura que en la casa se oyen ruidos y se percibe una presencia extraña.


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Esta historia transcurre en la Inglaterra rural posterior a la Segunda Guerra Mundial, una sociedad marcada por el declive de las clases terratenientes y por el auge de las fortunas basadas en el comercio o los negocios. De fondo, un país en plena reconstrucción, una posguerra marcada por el racionamiento y la miseria en la que miles de personas no podían atender sus necesidades básicas.

Sarah Waters disecciona el ocaso de la familia Ayres, dueña de Hundreds Hall, una propiedad que en otro tiempo era la envidia de sus vecinos. Y lo hace a través de los ojos del doctor Faraday, un hombre de origen humilde cuya familia realizó grandes sacrificios para proporcionarle una educación. Faraday, que visitó el lugar en su niñez, quedó prendado de él y a sus cuarenta años regresa a un lugar que no se parece en nada a su recuerdo.

El deterioro de Hundreds Hall es espectacular y Sarah Waters transmite perfectamente esa atmósfera de abandono y decadencia. Los personajes que la habitan no son más que la sombra de su esplendoroso pasado, acuciados por las necesidades de una propiedad que parece consumir sus escasos recursos y sus menguadas energías.

La novela transcurre pausadamente, con languidez, envolviéndonos en sus numerosas capas y atrapándonos en una intrincada tela de araña tejida con una sexualidad reprimida, cierto resentimiento social y una extraña presencia que parece contaminar toda la casa.

El doctor Faraday, que no tardará en hacerse amigo de la familia y en preocuparse sinceramente por su bienestar, terminará desarrollando cierto sentimiento de propiedad con respecto a la casa. La evolución del personaje resulta fascinante, el modo en que se involucra con los habitantes de la mansión, especialmente con Caroline, una joven de veintiséis años poco agraciada físicamente. Sus sentimientos con respecto a ella se van transformando a medida que transcurre la trama y resulta llamativo el modo en que le molesta la fealdad de la muchacha y su forma de vestir, que no hacen sino aumentar su escaso atractivo, como si de algún modo tuviera que compensar su físico con una indumentaria más elegante.

Cuando comiencen a producirse las primeras manifestaciones sobrenaturales, la reacción natural de Faraday consistirá en proporcionar explicaciones racionales y lógicas a cualquier fenómeno. Sin embargo, esas explicaciones no logran convencer a los habitantes de la casa ni, por supuesto, al lector. En algunos momentos esos fenómenos consiguen ponernos la piel de gallina y es que Sarah Waters es capaz de trasladarnos a la atmósfera malsana y deprimente de una mansión que se cae literalmente a pedazos. Habitaciones cerradas, manchas de humedad, paredes deterioradas, rincones oscuros, crujidos, susurros… un ambiente enrarecido que la prosa elegante y preciosista de la autora dibuja a la perfección.

El ocupante tiene un aire a la novela gótica del siglo XIX de lo más sugerente, una mezcla entre La caída de la casa Usher de Poe y Otra vuelta de tuerca, de Henry James. Su calidad narrativa es innegable y su ambientación exquisita. La historia es inquietante, con algunos golpes de efecto estremecedores y con personajes complejos y magníficos.

Una novela deslumbrante.
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lunes, 3 de octubre de 2011

Los asesinos del emperador - Santiago Posteguillo

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/

Planeta, Septiembre 2011
Género: Novela
1.198 páginas


Año 96 d.C. El emperador Domiciano está a punto de ser asesinado, tras quince años al frente de una Roma que se desmorona. Bajo su mandato la locura, ejecuciones sumarísimas, persecución de los cristianos, intrigas, envenenamientos…

En las fronteras del Imperio, un hombre que está llamado a convertirse en el próximo emperador, Marco Ulpio Trajano.

Entremedio, treinta y cinco años de la historia de Roma llena de conjuras, guerras y traiciones.
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Hubo una vez un autor capaz de cautivar a miles de lectores con su primera novela: Africanus, el hijo del cónsul, una historia que nos hablaba de Aníbal y de Publio Cornelio Escipión, el Africano. El segundo libro de la saga, Las legiones malditas, consiguió encandilar a cuantos nos asomamos a sus páginas y con La traición de Roma se aupó con un triunfo que hubiera merecido ser paseado por la ciudad de las siete colinas. En poco tiempo su nombre comenzó a ser conocido en todo el Imperio y algunos tuvimos la suerte de vernos las caras con él. Hablo, por supuesto, de Santiago Posteguillo, convertido ya en un referente de la novela histórica en nuestro país.

Éramos muchos miles los que aguardábamos impacientes su nuevo trabajo y por fin, el 2 de septiembre del 2011, Planeta publicaba Los asesinos del emperador.

Santiago Posteguillo no cambia de escenario, ya que esta historia también se ubica en la antigua Roma, pero sí de época. Sus primeras novelas se desarrollaban durante la etapa de la República, y ahora ha elegido el Imperio para presentarnos a un nuevo protagonista: Trajano, el primer emperador hispano de la historia de Roma.

Y como Santiago Posteguillo nunca hace las cosas a medias, no se va a limitar a presentarnos a un emperador ya instalado en el poder y a comenzar su historia desde ahí o poco antes. Su objetivo es introducirnos en la época en cuestión, en las causas que condujeron a la elección de Trajano como emperador y en los senderos que se fueron abriendo para que un hispano accediera por primera vez a la cima del entonces mundo conocido, un hecho que parecía impensable poco antes como bien se ocupa de señalar en diversos momentos.

La novela se inicia en el año 96 d.C., con el intento de asesinato de Domiciano, y tras unos cuantos capítulos en los que se detalla la conjura, la historia retrocede hasta el año 63 d.C., cuando Nerón regía los destinos de los romanos, y Trajano era aún un niño. Los mismos personajes que 33 años más tarde se encontrarían en la cámara de Domiciano inician su andadura en esas páginas: consejeros, pretorianos, gladiadores, emperadores y generales. Poco a poco vamos a ir conociéndolos a todos y a comprender los motivos que los abocaron al sangriento desenlace.

Tras la muerte de Nerón se iniciaba el que sería conocido como el año de los cuatro emperadores – 69 d.C. – con Galba, Otón, Vitelio y finalmente Vespasiano, que inauguraba la dinastía Flavia que continuarían sus hijos Tito y Domiciano.

Quince años duró el gobierno de Domiciano, quince larguísimos años que nada se parecían a los que había vivido Roma bajo los mandatos de su padre o de su hermano. Domiciano se caracterizó por una crueldad extrema y por una paranoia que le hacía sospechar de todos cuantos le rodeaban, lo que le llevó a ordenar ejecuciones sumarias de senadores o militares, de cualquiera que gozara de las simpatías del pueblo y pudiera convertirse en una posible amenaza. A tal grado llegaba su miedo a una conjura, que ordenó la muerte de sus propios descendientes para que en el futuro no pudieran conspirar contra él. Santiago Posteguillo transmite magistralmente esa atmósfera opresiva dominada por el temor a dar un paso en falso y a caer en desgracia, con unos personajes moviéndose de puntillas para no llamar la atención del emperador, mientras los futuros acontecimientos van fraguándose sin que ninguno de ellos sea consciente.

En esta primera entrega de la nueva trilogía, la presencia de Trajano no es primordial. Dispone de algunos capítulos en los que se nos habla de su juventud, de la carrera militar de su padre, y de cómo su familia sobrevivía en un mundo de locura, hasta que él mismo asciende a legatus y comanda sus propias legiones en Germania. Otros muchos son los que llevan el peso de la trama: el emperador, los gladiadores, un consejero, los pretorianos, los bárbaros, la emperatriz, incluso el apóstol Juan, el último discípulo de Cristo, en una época en la que Domiciano hizo de la persecución de los cristianos todo un arte. Y a pesar de ello, el autor consigue que la presencia de Trajano planee sobre cada capítulo y cada escena con una fuerza sobrecogedora.

La facilidad que tiene Santiago Posteguillo para recrear los ambientes es soberbia, y no lo es menos su maestría a la hora de tratar a los personajes, convirtiéndolos en seres tridimensionales, con una fuerza capaz de traspasar el papel. Su capacidad para trasladar al lector a la época y al lugar es cautivadora, con escenas tremendamente visuales y sensaciones palpables: el ruido de la batalla, los olores de las calles, la incidencia de la luz sobre la arena del Coliseo, el sabor del vino dulce, o el tacto del barro de las orillas del Rhin. Detalles, cientos de pequeños detalles que pasan desapercibidos pero que conforman una realidad de la que resulta imposible sustraerse.

Narrada con un ritmo ágil, con estupendos diálogos y con una base documental impactante, esta novela está llamada a convertirse en todo un éxito de ventas. Una historia coherente, con unos personajes contundentes y carismáticos y con una trama evocadora y totalmente absorbente.

En cuanto a la edición, no puedo más que felicitar al autor y a la editorial. Hay mapas, bibliografía, esquemas, glosario, tablas, notas… todo lo necesario para no perderse y para hacer de la lectura de esta novela todo un placer.

Para finalizar, me gustaría utilizar unas palabras del mismo autor, que aparecen en el Prólogo (p. 20). Porque me parecieron mágicas y porque abren las puertas de esta fascinante novela: “Modificar el curso de la Historia es prácticamente imposible. Sólo unos pocos se atreven a intentarlo y sólo uno entre millones, siempre de forma inesperada para todos, es capaz de conseguirlo. Bienvenidos al mundo de Marco Ulpio Trajano”.

Espero que ustedes lo disfruten tanto como lo he hecho yo.
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