sábado, 31 de mayo de 2008

La Florencia de los Médicis. Arte, poder y muerte.

Artículo - por Pilar Alonso. .


Quien quiera ser feliz, séalo; del mañana no hay certidumbre...”
Lorenzo el Magnífico


Los Médicis fueron una familia temida y respetada, odiada y admirada. Hábiles políticos, buenos hombres de negocios y, especialmente, grandes mecenas del arte y las letras. Gracias a ellos, a Florencia se la conoce como la cuna del Renacimiento.


Las epidemias que asolaron Europa durante los siglos XIV y XV, especialmente la peste, no perdonaron a la ciudad de Florencia, que alrededor del año 1300 contaba con cerca de 100.000 habitantes, y que a principios de la segunda mitad del XIV, apenas tenía 50.000. Al igual que hicieron otras ciudades italianas, como Venecia o Génova, trató de aumentar sus territorios. Mantuvo luchas permanentes contra Pisa y Siena, y compró la ciudad de Livorno, hasta obtener, al fin, un acceso independiente de salida al mar.

El auge económico de Florencia tuvo lugar especialmente durante el siglo XIV y se debió en gran medida a tres factores: la industria de la lana, el comercio de tejidos y otros productos, y las operaciones bancarias. Los empresarios-mercaderes tenían sucursales, agencias y contactos en todas las ciudades importantes, tanto fuera como dentro de Italia. Eran expertos en finanzas y negocios, hasta tal punto que el florín de oro no tardó en adoptarse como moneda internacional de las operaciones de mercado. Y así se convirtieron, también, en los banqueros más poderosos de la cristiandad, manejando las finanzas tanto de las cortes europeas como de los Papas.

La desigualdad en la distribución de la riqueza se fue haciendo cada vez más patente a medida que el capital se concentraba en pocas manos. Y el poder político se dividía entre la oligarquía, centrada alrededor de los Albizzi (miembros de la lana y grandes terratenientes) y los Strozzi (los banqueros más poderosos).

Juan de Médici, conocido como Bicci, era hijo de Averardo de Médici, banquero, e inició su carrera como prestamista del “pueblo menudo”, formado en esencia por artesanos y clases populares. A su muerte, en 1429, fue su hijo mayor, Cosme, quien heredó la dirección de los negocios. Pero él no se contentó con mantener o ampliar la empresa familiar, quería participar en la política. La familia de los Albizzi, que lo consideraron una amenaza, trataron de quitarlo de en medio, primero encarcelándolo y luego exiliándolo. Los errores de Rinaldo degli Albizzi permitieron a Cosme el Viejo regresar un año más tarde, acceder al poder y convertirse en Señor de la ciudad. Lo primero que hizo fue expulsar a sus enemigos políticos y arruinar a los que se quedaron. No obstante, llegó a admitir en sus filas a sus antiguos adversarios siempre y cuando se doblegasen a sus exigencias.

Debido a la intercesión de su policía política, los Otto di Guardia, Cosme el Viejo se aseguró la elección de sus candidatos a las magistraturas, creó un nuevo Consejo con miembros vinculados a los Médicis y, tras el Tratado de Lodi (1454) por el que Milán, Venecia, Roma, Nápoles y Florencia se aseguraron mutuamente la no agresión, se convirtió en árbitro del entramado peninsular. Todo ello contribuyó a que la república florentina se fuese transformando en un principado.



Cosme había recibido una sólida educación y se mostró abierto de mente ante las novedades que se iban introduciendo en la cultura florentina. Coleccionó manuscritos, monedas, gemas... y protegió a escultores, pintores y eruditos, convirtiéndose en el mayor mecenas de su generación. Mandó erigir la Biblioteca Medicea, la primera abierta al público, encargó al pintor Paolo Uccello las tres pinturas que representan la victoriosa batalla de San Romano, continuó con el conjunto de San Lorenzo iniciado por su padre (cuya iglesia se encargó a Brunelleschi y donde Donatello esculpió los bronces de las puertas de la Sacristía Vieja), restauró el convento de San Marcos y encargó a su arquitecto oficial, Michelozzo, la construcción del palacio de la Via Larga, el Palazzo Médici. Durante esos años, especialmente tras 1454, en el que finalizó las guerras que había emprendido, Florencia disfrutó de una considerable prosperidad económica, con una actividad constructora muy intensa.

A su muerte en 1464, le sucedió su hijo Pedro el Gotoso, con el que se iniciaron los primeros problemas bancarios de la familia y los primeros atentados contra su vida, el más conocido de los cuales tuvo lugar en agosto de 1466. Uno de sus mayores logros consistió en casar a su hijo Lorenzo con una Orsini, una antigua familia noble romana, con lo que se aseguraba contactos, poder militar y la entrada en la aristocracia para las futuras generaciones. A su fallecimiento, en 1469, dejó dos hijos: Lorenzo, de apenas veinte años, y Giulianno.

Igual que hiciera su abuelo Cosme, Lorenzo se supo rodear de afectos a su persona y alejó a los potencialmente peligrosos. Gracias a la prosperidad de la ciudad y a la paz exterior que acompañaron su gobierno, se granjeó la simpatía de los ciudadanos florentinos. Además, abrió sus puertas al pueblo de Florencia y, a cambio de cualquier cosa que pudieran permitirse, ofreció ayuda a los ciudadanos corrientes de la Toscana, con lo que fue tejiéndose una red por todo el territorio, gli amici delle amici.

Lorenzo el Magnífico representó el ideal del humanismo florentino: dotes literarias, aficiones intelectuales, talento político... Procuró evitar la ostentación y vivir con cierta sencillez. Era refinado, culto y carismático. Se convirtió en protector de Miguel Ángel, a quien llevó a vivir a su casa con sus hijos, descubrió a Leonardo Da Vinci y protegió a Botticelli. A su muerte, en 1492, se realizó un inventario de sus propiedades, entre las que destacan cuadros de Botticelli, esculturas de Donatello y obras de artistas extranjeros, así como vasos con incrustaciones de piedras preciosas y una importante colección de camafeos, que adquiría con afán. Formó parte de la Academia Platónica de Marsilio Ficino, que su abuelo Cosme había ayudado a fundar, y que reuniría a los hombres más brillantes de su época, como a Pico della Mirandola, y cuya influencia alcanzó a los grandes artistas del Renacimiento: Miguel Ángel, Botticcelli, Rafael... En un mundo dominado por la Iglesia, Lorenzo inyectó un espíritu de libertad secular.


Pero las grandes familias florentinas no estaban dispuestas a consentir que Lorenzo continuara gobernando la ciudad y, con ayuda del Papa Sixto IV, al que el Médici había negado un préstamo, se urdió la conjura de los Pazzi. Los Pazzi eran una familia de banqueros rival, la segunda familia más rica de Florencia, con un linaje más antiguo y más noble que la de los Médicis. Cuando Lorenzo asumió el poder procuró apartarlos y éstos decidieron asesinarle, a él y a su hermano. En la misa de Pascua de 1478, en el interior de la catedral, delante de todos los fieles, los conjurados asestaron diecinueve puñaladas a Giulianno, que murió en el acto, e hirieron levemente a Lorenzo, que logró refugiarse en la sacristía y escapar. Contrariamente a lo que esperaban los conspiradores, los florentinos se volcaron en el Médici y, cuando recuperó el poder, sus partidarios dieron buena cuenta de sus enemigos mediante una durísima y sangrienta represión. Cuando supo que el Papa se había aliado con el rey de Nápoles y enviado tropas para acabar con los Médicis, decidió viajar solo, asumiendo un gran riesgo, a negociar con sus enemigos del sur. Durante un mes bordeó la costa, y su barco atracó en Nápoles justo antes de la Navidad de 1479. Llegó con dinero y regalos para todos los cortesanos, y su enorme carisma y sus riquezas le permitieron ganarse al rey Fernando I de Nápoles, un hecho que obligó al Papa a congraciarse con Lorenzo.


De vuelta en Florencia, asumió poderes casi monárquicos, estipulando que cada ley que se promulgase requeriría de su previa aprobación, aumentó su control sobre el conjunto de la población y consiguió que su hijo Juan, el futuro Papa León X, fuese nombrado cardenal en 1489. Pero su talento comercial no fue igual que el de sus antepasados, y empleó el capital familiar para financiar sus gustos artísticos, hecho que se vio agravado cuando varios monarcas europeos no pudieron hacer frente a las deudas que habían contraído con su casa, lo que provocó el cierre de varias sucursales en todo el continente y, por ende, la bancarrota.
La banca había quebrado, la ciudad atravesaba una crisis económica, con muchos talleres cerrados y gran número de desempleados, y Savonarola, un monje dominico, fanático y gran orador, soliviantaba a las masas contra los Médicis, alegando que Lorenzo conducía a la ciudad por un sendero decadente hacia la destrucción. El Magnífico cayó gravemente enfermo en 1492, cuando tenía 43 años y, pese a los esfuerzos de los médicos, uno de los cuales le aconsejó un remedio a base de perlas y piedras preciosas pulverizadas, murió. Las predicciones de Savonarola parecían hacerse realidad y cada día cosechaba mayor número de adeptos, aduciendo que era necesario adoptar una vida más cristiana y pura. El imperio Médicis se desmoronaba.


A Lorenzo el Magnífico le sucedió su hijo Pedro el Desafortunado, que se vio obligado a abandonar la ciudad en 1494, tras pactar con Carlos VIII de Francia el paso de sus tropas por Florencia, camino de la conquista de Nápoles, un acuerdo que los florentinos no le perdonaron. El pueblo saqueó el Palazzo Médici y el gobierno subastó la mayor parte de sus obras de arte. Los aristócratas rivales encargaron a Savonarola tratar con el monarca francés, al que veían como el salvador que los había librado de los Médicis. El monje se convirtió así en el líder político de la urbe.


Tras la marcha de los franceses, el dominico se encargó de suprimir el ordenamiento político instaurado por los Médicis y propugnó una purificación moral en la que nada mundano estaba permitido. Savonarola condenó cualquier adorno, todo lo que no tuviera que ver directamente con la religión estaba prohibido, se apalizó a las prostitutas, se quemó a homosexuales y creó unas bandas de jóvenes militantes que recorrieron las calles de Florencia haciendo cumplir sus normas. Quemó en una gran hoguera libros, pelucas, cosméticos, ropas, joyas y figuras, y hasta Boticelli, reconvertido a su causa, arrojó algunos de sus cuadros a las llamas de la que se llamó la “hoguera de las vanidades”.


Después de que la Liga Santa, encabezada por España, expulsara de Italia a las fuerzas francesas, y con Savonarola ya desaparecido, los Médicis retornaron a Florencia y Juliano, segundo hijo de Lorenzo el Magnífico y protector de Leonardo Da Vinci, recuperó el poder en 1512. Su muerte prematura en 1516 hizo que su sobrino Lorenzo el Joven, hijo de Pedro, (a quien Maquiavelo dedicó El Príncipe) accediera al gobierno. Lorenzo el Joven obtuvo del Papa León X, su tío, el título de conde de Urbino y se casó con una pariente del rey francés, de cuya unión nació Catalina de Médici, que se convertiría en reina de Francia.


Pocos Médicis destacaron después en la historia de Florencia y también se sabe menos de ellos. Cosme I, hijo de Juan de las Bandas Negras y nieto de Caterina Sforza, un miembro de la rama secundaria de la familia, y al que Pío V concedió el título de Gran Duque de Toscana en 1560, fue seguramente el último. Llegó al poder tras el asesinato de Alessandro de Médici (primer Duque de Florencia) por Lorenzino Médici, un primo lejano. Pese a su juventud, sólo contaba 17 años a su llegada a la ciudad desde las propiedades de Mugello, Cosme I El Grande tomó las riendas del poder con vigor. Restauró la dinastía Médici, se casó con una sobrina del emperador Carlos V, reforzó el ejército y las defensas de la ciudad, emprendió obras para la mejora de la urbe y conquistó Siena. Anuló el poder de las familias más importantes de Florencia y se convirtió en un tirano. A pesar de su prodigalidad como mecenas, durante su mandato se produjo la decadencia del arte florentino, que desde comienzos del siglo XVI se había trasladado a Roma.


Le sucedió su hijo Francisco I de Médici, poco interesado en la política y en los negocios, y a éste su hermano Fernando I de Médici, que fue un gran administrador. Otros Médicis continuaron siendo Grandes Duques de Toscana, y muchos emparentaron con las casas más prestigiosas de Europa.


Pero ya no hubo otro Cosme el Viejo, ni, desde luego, otro Lorenzo el Magnífico.




La bibliografía sobre el período es extensa, tanto en ensayo como en novela. Fue una época llena de grandes nombres: los Borgia, Maquiavelo, Da Vinci, Copérnico, Americo Vespucio, Miguel Ángel... y por supuesto los Médicis, que aparecen como referencia al hablar sobre la mayoría de ellos. De entre todas las obras existentes, he destacado sólo unas cuantas, por si a alguien le apetece internarse un poco más en los vericuetos de una etapa tan rica en acontecimientos. La mayor parte están basados en la Conjura de los Pazzi, que es uno de los temas sobre los que más se ha escrito. Y Lorenzo el Magnífico es sin duda la estrella de esta extraordinaria familia.


Novelas:
Susana Fortes, Quattrocento, Planeta, 2007
Richard Dubell, Una misa por los Médici, Edhasa, 2006
Sarah Dunant, Amor y muerte en Florencia, Grijalbo, 2004
Lauro Martines, Sangre de abril, Turner Ediciones, 2004
Fernando Fernán-Gómez, La cruz y el lirio dorado, Espasa Calpe, 1998

Biografía novelada:
Eric Frattini, La conjura: matar a Lorenzo de Médici, Espasa Calpe, 2006

Ensayo:
Christopher Hibbert, Florencia, esplendor y declive de la casa de Médici, 2008
Jack Lang, Lorenzo el Magnífico, Ediciones Destino, 2007
Lorenzo de Médici, Los Médicis, nuestra biografía, Plaza&Janés, 2002




Escudo de los Médicis


Originalmente, el blasón estaba constituido por once llamativas piezas redondas sobre un fondo dorado. Cosme el Viejo redujo el número a ocho. Su hijo Pedro el Gotoso se contentó con siete, de las cuales colocó una en el centro, con tres flores de lys. Había obtenido del rey de Francia, Luis XI, en 1465, el derecho de enarbolar las flores de lys de Francia en recompensa por los servicios prestados a la corona.
Lorenzo el Magnífico simplificó aún más el número, dejándolo en seis, y situó la flor de lys en el vértice. Cosme I el Grande fijó definitivamente el escudo, optando por la forma oval.
Según algunas fuentes, las esferas son besantes (piezas monetarias que harían referencia al origen de la fortuna familiar), aunque lo más probable es que fuesen roeles (piezas heráldicas redondas que siempre van pintadas de color).
El francés Pierre Paillot publicó a mediados del siglo XVII un libro sobre heráldica y en él figura una leyenda acerca del escudo de los Médicis:
“Esas seis piezas, de las que la primera originalmente era igual que las otras, las tomó Evrard de Médicis, caballero francés, que había seguido al emperador Carlomagno a las guerras de Italia para expulsar a los Lombardos. Venció en duelo al gigante Muel, que tenía oprimidos a los florentinos, quien durante el combate le propinó un golpe con su maza, de la que pendían seis bolas de hierro ensangrentadas, y que dejaron su huella sobre el escudo dorado. Carlomagno, en memoria de la hazaña y del combate, le otorgó el blasón de oro con los seis roeles, como trofeo de su victoria, que sus descendientes conservaron hasta que Pedro de Médicis obtuvo el favor real de Luis XI para cambiar el color de una de las piezas del rojo original al azul y añadirle tres flores de lys doradas”.

viernes, 30 de mayo de 2008

Aô, el último cavernario - Mark Klapczynski


Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com
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Editorial Styria
287 páginas
Género: Novela
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Aô acaba de perder a su familia y se encuentra solo en medio de una extensión helada. Deseoso de encontrar a otros miembros de su mismo pueblo, emprende un viaje por la Europa de hace más de 30.000 años.

Âki-naâ, una mujer Cro-Magnon que ha sido raptada por los hombres-pájaro, se cruzará en el camino de Aô y, ansiosa por regresar junto a los suyos, compartirá camino y aventuras con el hombre-oso.

Esta novela, un gran éxito editorial en Francia, será llevada al cine por Jacques Malaterre.


Opinión

Aô, el último cavernario narra el viaje de uno de los últimos hombres de Neandertal en un momento en el que la mayoría de ellos estaban siendo desplazados por nuestros ancestros Cro-Magnon. La pérdida de sus territorios, la emigración obligada en busca de nuevos cotos de caza y su desventaja técnica frente a los nuevos pobladores provocaron su extinción definitiva. En la novela representan al “hombre primitivo”, cada vez más escaso y aislado. El viaje de Aô en busca de otros que son como él es la búsqueda de la propia identidad en un mundo que ya no les pertenece.

El protagonista se cuestiona su propio modo de vida frente a los avances que descubre en los otros hombres, tan distintos a él y sin embargo con tantas cosas en común. De ellos aprende a utilizar el lenguaje, tan diferente al suyo, compuesto de palabras, gruñidos y gestos. Contempla extasiado la fabricación de armas, utensilios y adornos, cuya utilidad le es en ocasiones desconocida. Descubre sus creencias y sus ritos, similares a los propios, en un mundo en el que todo tiene una razón y en el que los espíritus marcan las pautas a seguir.

La comunión del hombre con la Naturaleza, la dependencia y el respeto, es tal vez uno de los aspectos más hermosos de la novela. Y el más triste es sin duda la intolerancia que demuestran muchos de los Cro-Magnon frente a Aô, a quien la mayoría no considera un hombre. El miedo, el recelo y la incomprensión caracterizan las relaciones que se establecen con el hombre-oso y es inevitable que el lector, a pesar de comprender la situación, se ponga de parte del Neandertal.

Cuesta trabajo imaginar una Europa prácticamente despoblada, con pequeños núcleos habitados por unas cuantas personas y grandes extensiones vacías y heladas. La escasez de humanos es tan patente que en ocasiones produce incluso un poco de vértigo.

El autor, gran conocedor de la última época del hombre de Neandertal, ha sabido ambientar la novela con tanto acierto que el lector logra sumergirse en nuestra Prehistoria sin ningún esfuerzo. Con frases cortas y contundentes asistimos al desarrollo de los acontecimientos, incapaces de abandonar la lectura. Y es que el viaje de Aô es un poco el viaje de todos.

La saga de Los hijos de la tierra, de Jean M. Auel, puso de moda el tema de la coexistencia de los hombres de Neandertal y de Cro-Magnon y tras ella otros muchos autores han continuado explorando nuestros orígenes a través de la ficción. Aô, el último cavernario se sitúa en esta línea, aunque en esta ocasión es un hombre de Neandertal quien se encuentra con los de Cro-Magnon y no al revés.

Mark Klapczynski ha dotado a su novela de un realismo espectacular, con una trama de aventuras de creciente interés, coherente y bien escrita. No obstante, el final resulta un poco precipitado. Tras la primera etapa del viaje, que ocupa tres cuartas partes del libro, deja la última para narrar el resto del periplo y el desenlace, en unas páginas en las que pasan demasiadas cosas en muy poco espacio. La sensación de atropello acompaña al lector en la última fase de una novela que, a pesar de ello, resulta conmovedora, instructiva y amena.

miércoles, 28 de mayo de 2008

El cuerpo negro - Dominique Manotti


Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com
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Editorial Tropismos
265 páginas
Género: Novela
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Dominique Manotti, profesora universitaria e historiadora, sitúa la acción de esta novela en 1944, en el París ocupado por los alemanes, entre el desembarco de Normandía y la liberación de la ciudad.

La Carlingue (Gestapo francesa), y las SS nazis, dominan la ciudad. Robos, saqueos, asesinatos, corrupción... nada escapa a su control. Industriales, banqueros, artistas, policías y militares se enriquecen a costa de sus fechorías.

A medida que transcurren los días, los aliados avanzan y en el este los soviéticos hacen otro tanto. Llega la hora de abandonar la ciudad para los alemanes, que tratarán de llevarse todo el botín obtenido.

Para los que se quedan, se trata de afianzar posiciones para los cambios que se avecinan, aunque para ello tengan que cambiar de bando.

El retrato de un modo de vida, cruel y siniestro, que se descompone.

Opinión

Ya sé que se ha escrito mucho sobre los nazis, más que mucho. Pero esta es una historia diferente, al menos para mí. La autora ha conseguido sorprenderme con un relato que no habla tanto de la guerra en sí misma como de los últimos coletazos de una sociedad podrida y agonizante.

Tal vez una de las cosas que más me han llamado la atención sea el estilo, tan directo en algunos pasajes, con frases cortas, secas, como si fueran disparos de bala. Un ejemplo: “... se acerca a un mueble de caoba, alto y estrecho, con cajones. El de arriba está cerrado con llave. Introduce la hoja de una navaja, el diálogo de la habitación contigua va de mal en peor, da un golpe seco, tose para disimular el ruido de la madera al romperse, se desprende una astilla de caoba, ninguna reacción en el salón”.

Intercalados en la trama, pasajes cortos, muy cortos, que informan sobre el avance tanto de aliados como soviéticos, que nos pone en situación antes de adentrarse en los sucesos del día en cuestión, pero sin extenderse, como si se tratara de una simple anécdota. Y el recurso es espectacular, porque no aleja al lector de la trama, sólo le suministra información en la dosis justa para que pueda comprender cómo se va desarrollando la historia.

Personajes sin escrúpulos son la mayoría de los protagonistas de esta novela, casi más los franceses que los propios alemanes. Y luego, claro, los que saben situarse siempre en el lado de los vencedores, de un modo que a uno se le revuelven las tripas.

Una novela que no deja indiferente, plagada de asesinatos, investigaciones, ajustes de cuentas, robos, corrupción y miedo. Como anuncia la contraportada: “violenta como un puñetazo”.

lunes, 26 de mayo de 2008

Imperium - Robert Harris


Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com
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Editorial Grijalbo
431 páginas
Género: Novela
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En esta nueva novela del escritor británico Robert Harris la acción se sitúa en Roma en el siglo I A.C. y se centra en la figura de Cicerón, el mayor orador de todos los tiempos, y de su ascenso al poder. Una interesante recreación biográfica llena de intrigas, corrupción, intereses económicos, traiciones y un entramado político apasionante. De la mano de su esclavo secretario M. Tulio Tiro, a quien se adjudica la invención de la taquigrafía, se narran los años cruciales de la vida de Cicerón, de los años 79 al 64 A.C., y su relación con otros importantes personajes: Pompeyo, Craso, Cátulo, Catilina e incluso un joven y ambicioso Julio César.


Opinión

“Imperium” es un término latino que puede traducirse por: poder, autoridad, dominación, soberanía... Y precisamente ése es el tema principal del que se habla en esas más de cuatrocientas páginas: el poder.

El ascenso de Cicerón, un personaje de escasos recursos, que consigue llegar a ser cónsul, es la historia de una lucha continua en un campo como la política, una profesión desvirtuada en nuestros días, y que, sin embargo, no ha perdido con el paso del tiempo la mayoría de los rasgos que la caracterizan. “¿Qué otra esfera de la actividad humana saca lo más noble que hay en el alma de los hombres y al mismo tiempo lo más bajo?”. Una se pregunta si tanto han cambiado las cosas desde entonces... o tan poco.

La novela nos retrata a un Cicerón con grandes dotes de estratega, brillante capacidad oratoria, una mente rápida, memoria ágil y una lengua a menudo mordaz, que no deja de sorprender al lector, en ocasiones por su valentía y en otras por su falta de medida.

Desde el punto de vista de Tiro, su secretario y confidente, asistimos a asambleas, debates, juicios y elecciones, y sobre todo a varios de los discursos más importantes de Cicerón, algunos pasajes realmente emocionantes. En ocasiones el lector puede perderse en los vericuetos del funcionamiento de la administración romana, como en el caso de los procesos electorales, y a pesar de ello la lectura no deja de resultar apasionante.

Una novela sobre abogados en la antigua Roma, con ritmo y con sus buenas dosis de intriga, traiciones y peligros, ambientada y documentada con esmero. Imprescindible para los amantes de la novela histórica.

domingo, 25 de mayo de 2008

Los siete crímenes de Roma - Guillaume Prévost


Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com
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Editorial Tropismos
275 páginas
Género: Novela
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Guillaume Prévost, catedrático de historia y presentador de programas en el Canal Historia, nos presenta una novela de misterio ambientada en Roma, en los últimos días del año 1514.

Un joven decapitado aparece sobre la columna de Marco Aurelio. Una inscripción aparece en la base: “Eum qui peccat...” (“Al que peca...”). Pocos días más tarde, se descubre el cadáver de un anciano desnudo y atado a una escalera.

Leonardo da Vinci se interesa por los singulares detalles del caso y ayudado por Guido Sinibaldi, un joven estudiante de medicina, tratan de desentrañar el misterio que envuelve los macabros asesinatos, una serie que no ha hecho más que comenzar.


Opinión

Un libro de crímenes perfectamente ambientado en la Roma del siglo XVI. La figura de Leonardo da Vinci, que tanto juego da, es usada en este caso como apoyo para el verdadero protagonista, que no es otro que el joven Guido. Le servirá de guía, de inspiración y en más de una ocasión de ayuda.

Pero la novela no es sólo un relato de misterio, es también un paseo por la Roma de aquel tiempo. Por la Biblioteca Vaticana, la casa de Juliano de Médicis o el taller del mismo Da Vinci.

Y, cómo no, por sus personajes: Tommaso Inghirani, que fue bibliotecario, Rafael, León X, Salaï, el ayudante de Leonardo, el cardenal Bibbiena... e incluso aparece el lagarto de Da Vinci.

Con unas cuantas pinceladas nos explica algunos de los avatares de la construcción de la Basílica de San Pedro, cómo las antiguas ruinas se usaban de canteras para nuevos edificios, cómo surgió la Biblioteca Vaticana o quiénes eran los juanistas, y todo con un estilo tan sencillo y ameno que una lamenta llegar al final del libro.

Los datos históricos son tan interesantes o más que la trama en sí misma, que no carece en absoluto de atractivo. Y es que el autor no sólo demuestra sus amplios conocimientos sobre la ciudad y la época, sino que ha sabido hilvanar, con una prosa esmerada, una historia que mantiene la intriga hasta el final.

Dejando a un lado la parte documental, el argumento del asesino en serie está tratado con maestría, proporcionando los detalles justos para que en ningún momento deseemos abandonar la lectura. Leonardo Da Vinci me hacía pensar en Holmes y Guido en un joven y activo Watson. Con esas bazas era prácticamente imposible que mi interés menguara.

El final, para mi gusto, resulta un poco precipitado. Muchas explicaciones condensadas en muy pocas páginas, que le restan algunos puntos a una novela que, tanto para los amantes del misterio como de lo histórico, se disfruta desde la primera línea.

jueves, 22 de mayo de 2008

Desde la trinchera.

Apuntes
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Harry Lamin fue un soldado británico que sirvió durante la Primera Guerra Mundial. 90 años más tarde, su nieto, William Lamin, ha publicado en internet las cartas que su abuelo dirigió a sus familiares desde las trincheras. La idea, comentó, era publicarlas exactamente 90 años después de que fueran escritas: si la primera lo fue el 17 de febrero de 1917, él la publicó el 17 de febrero del 2007, e igual que fueron redactadas por su antepasado, sin añadidos ni correcciones.

Aunque muchas de ellas sólo hablan del tiempo o de temas familiares, hay otras que narran los hechos de los que fue testigo, un soldado ordinario en una situación extraordinaria.

Si quieres seguir la historia de Harry Lamin, visita http://www.wwar1.blogspot.com/

Leonor - Mª Pilar Queralt del Hierro






Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com,

Editorial Martínez Roca

254 páginas

Género: Novela

Portugal, siglo XIV.

Leonor Teles, casada a los quince años con un noble rural, acude a la corte para visitar a su hermana, camarera de la hermanastra del rey Fernando I el Hermoso. Allí conocerá al monarca y, tras convertirse en su amante, logrará casarse con él y acceder al trono.

Fruto de esa unión nacerá una niña, llamada a convertirse en la futura reina de Portugal. Desde ese instante Leonor no dudará en hacer cuanto sea necesario para asegurar el trono de su hija.

Adúltera, intrigante, ambiciosa, ha pasado a la historia como una mujer maldita que la escritora Mª Pilar Queralt del Hierro ha rescatado del olvido.

Opinión

En esta novela, escrita en primera persona, se narra la vida de una mujer realmente singular. Convencida de que le correspondía más alto destino que el que su familia le había proporcionado, no duda en reconocer, frente a su hermana María, sus pretensiones a los más altos puestos de la corte. Algunas conversaciones muestran sin ambages su desmedida ambición, con tal crudeza que resulta difícil que el lector pueda simpatizar con ella.

A pesar de ello, en un mundo dominado por los hombres, resulta comprensible los ardides de los que ha menester para asegurar su futuro y el de los suyos. En muchos casos es también una crítica al papel otorgado a las mujeres, ajenas a las cuestiones de gobierno, que ella trata de contrarrestar convirtiéndose en consejera de su marido, al que considera un monarca débil. Ahí ya es más fácil identificarse con ella.

En la novela se menciona a otras mujeres con papeles destacados en la historia, muchas de ellas casi desconocidas. Y la verdad es que abren el apetito. Lástima que el libro no tenga unas cuantas notas a pie de página que amplíen un poco algunas de esas figuras.

Con el trasfondo de las continuas guerras entre Castilla y Portugal, se desarrolla una trama repleta de intrigas, escrita con esmero y en ocasiones fascinante.

Para mi gusto a la novela le falta extensión. Y aunque comprendo que la historia se centra en la figura de la reina, ¡hay tantas cosas sobre las que me hubiera gustado saber más! Sobre los hijos de Inés de Castro, por ejemplo, que terminan todos en Castilla, respecto al conde de Andeiro, consejero del rey y amante de la reina, o acerca de Juan de Avis, en quien recae finalmente la corona. ¡Y es que hay tantos personajes, tantas tramas, tantos interrogantes! Un culebrón histórico con todos los ingredientes para conseguir que resulte prácticamente imposible dejar el libro hasta el final.

“Leonor” es una novela sobre el amor y la pasión, sobre el poder, la ambición y el fracaso. Un sugestivo recorrido por la vida de una mujer que luchó con todas sus armas por conseguir lo que quería..

Leer entrevista a la autora..

Entrevista a Mª Pilar Queralt del Hierro por "Leonor"

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Realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com,
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Leer Reseña Leonor

En Portugal el libro se ha publicado como “Leonor Teles”. ¿Por qué aquí simplemente “Leonor”?

Razones de marketing…Se dijo que el título portugués Eu, Leonor Teles no aportaba nada al público español porque el personaje no era demasiado conocido. Me consta que la decisión final ha levantado suspicacias por la coincidencia del nombre con el de la Infanta, pero es una pura casualidad, al menos por mi parte. Cuando la “heredera del heredero” nació yo ya estaba trabajando en el libro y estaba a punto de salir en Portugal.

Escribes sobre una mujer maldita en la historia portuguesa.¿Qué acogida está teniendo tu libro en el país vecino?

La acogida ha sido espléndida, tal vez por el “morbo” que despiertan los personajes tradicionalmente demonizados. Ha tenido buenas ventas y excelentes críticas. Estoy muy satisfecha

“Leonor” está escrito en primera persona. ¿Qué sentiste al tratar de evocar a un personaje tan controvertido?

Ante la escasez de documentación , adopté la primera persona como recurso literario. Me pareció que ello me permitía aventurar una visión subjetiva de los hechos narrados sin traicionar la verdad histórica. Lo cierto es que meterme en la piel de Leonor no me costó demasiado. Aún con sus defectos, es una mujer fuerte que intenta llevar las riendas de su vida y creo que en eso tenemos mucho en común.

La protagonista es un personaje prácticamente olvidado de la que apenas existen pruebas documentales. Amante del rey Fernando I el Hermoso antes que reina, supongo, corrígeme si me equivoco, que la descubriste al escribir sobre Inés de Castro...

Efectivamente, la descubrí “desde” Inés de Castro. Concretamente al querer saber que había sido de los hijos de Pedro I e Inés, tropecé con la historia del Infante don Juan y María Teles, hermana de Leonor. Antes solo sabía del personaje por la referencia que Mariano José de Larra hace de ella en la introducción a El doncel de don Enrique el Doliente.

En la novela pones en boca de Don Juan de Avis las siguientes palabras “soy rey de Portugal... El monarca que hará borrar tu nombre y el de tus descendientes de las crónicas y barrerá por siempre tu memoria”. ¿Cuáles han sido tus fuentes? ¿Cómo se reconstruye un personaje como Leonor con tan escaso material?

El material documental sobre Leonor no solo es escaso, sino que está muy mixtificado. Hay novelas actuales como Rosa Brava de Jose Manuel Saraiva o El canto de la salamandra de Seomara da Veiga, otras anteriores como la Flor de Altura de Antero de Quintal y aparece en las Crónica de don Juan I de Fernão Lopes. Pero ahí está el problema. Lopes escribió la crónica a las órdenes de Juan I de Avis; es decir, para legitimizar a su rey, debía desprestigiar a la dinastía anterior a través de la persona de Leonor Teles. Afortunadamente también estaban los cronistas castellanos que aportaban una visión más equilibrada del tema. Es más, fue a través de archivos vallisoletanos, donde encontré la información necesaria para reconstruir la vida de Leonor desde 1383, cuando salió de Portugal, hasta su muerte en 1405.
Eso si, como escritora te diré que la falta de datos me ha concedido una enorme soltura a la hora de dejar volar la pluma. Mi condición de historiadora me lleva en ocasiones a circunscribirme exageradamente a la historiografía cuando esta es amplia y bien fundamentada.

Inés de Castro, Leonor Teles, Tórtola Valencia, María de las Mercedes, Mª Cristina... todas ellas mujeres sobre las que ya has escrito. Y otras que mencionas en la novela, como Leonor de Guzmán, la amante de Alfonso XI, madre y abuela de reyes. ¿Reivindicas el papel de las grandes mujeres en la historia, muchas veces minimizado o ninguneado, para hacer cierta aquella afirmación de que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer?

Sí, sin duda. La mujer es la gran olvidada de la historia. No solo por omisión, sino por mitificación lo que, a veces, es mucho más peligroso…La mayoría de personajes femeninos que han pasado a la historia ha sido en virtud a sus amores: han sido hijas de…;,madres de… ; o esposas de…No se tiene en cuenta que, además, tenían su propia personalidad o sus propios intereses. Por ejemplo ¿alguien podría suponer que la Reina Mercedes del romance y la copla fuera una mujer que, a sus dieciocho años y en pleno siglo XIX, hablara idiomas, o se interesara por la política como demuestra la correspondencia cruzada con su padre el duque de Montpensier? En ese sentido, el franquismo hizo mucho daño al crear un imaginario de mujeres “ejemplares” utilizado a favor del modelo de madre abnegada, esposa sufrida , cristiana ejemplar o heroína (léase Isabel la Católica, Juana la Loca, Santa Teresa o Agustina de Aragón) que hoy convendría revisar.

Beatriz, cuñada de Leonor, es un personaje que a mí personalmente me ha seducido y que por exigencias de la historia desaparece de escena una vez en Castilla. ¿Merece su propio libro?

Lo tiene. Es el personaje central de Tiempo de bastardos, la novela de Paula Cifuentes; si bien creo que su perfil difiere un poco del que yo presento en mi novela. Fundamentalmente, Beatriz es importante porque su hija Leonor de Alburquerque, acabó por ser Reina de Aragón y, como tal, abuela de Fernando el Católico.

A lo largo de la Historia han quedado impunes muchos asesinatos, sobre todo entre la nobleza, incluso de unos hermanos contra otros para asegurarse una corona o un territorio. En su caso, Leonor trataba de consolidar el trono de su hija. ¿Si hubiese sido hombre, la historia habría justificado sus actos?

Si, por supuesto. Lo que la historia ha visto como defectos en Leonor hubieran sido virtudes en caso de ser un hombre. Es decir, por ser una mujer se la tacha de intrigante, ambiciosa y enamoradiza; si hubiera sido un hombre, estas mismas calificaciones se hubieran traducido en que “tenía capacidad política, afán de superación y mucha hombría”

Las consultas de Leonor al hechicero de Sao Joao de Areias para conocer su futuro o la acusación de D. Juan de Avis de la muerte de su hermana ¿son hechos verídicos? ¿dónde acaba la realidad y dónde empieza la ficción?

Las consultas al hechicero forman parte de la leyenda. Una leyenda que he novelado y de las que solo mi imaginación es responsable. En cuanto a que fue responsable de la muerte de su hermana, todo parece indicar que así fue si bien las circunstancias concretas no están claras para la historia. Yo me he limitado a apuntar una hipótesis de cómo pudo suceder. Lo único cierto es que su viudo y asesino, pasó los últimos años de su vida dedicado a la oración…¡algo habría hecho!

Entre María, la hermana de Leonor, y el caballero Nunes de Perea, se establece una relación un tanto ambigua. ¿Hablas del conocido amor cortés de la Edad Media?

Sí, de hecho, eso es. El amor cortés era una práctica común en las cortes medievales y que dio origen a algo tan espléndido como los romances, los lays….

Adúltera, ambiciosa, intrigante, a Leonor la historia la ha acusado de todo eso y más. ¿Fue juzgada injustamente? ¿O fue sólo una víctima de intereses aún más altos?

Hay algo de verdad en las acusaciones, pero también, insisto, la historia se ha cebado en ella por dos razones : una para poder justificar la subida al trono de don Juan de Avis; otra, por ser mujer y querer ser dueña de su destino, algo que, aún hoy, cuesta que sea admitido por muchos sectores de la sociedad. Leonor fue el chivo expiatorio de una situación fruto de muchos años de crisis económica y mal gobierno en Portugal.

En una época, siglo XIV, en que la mayoría de las mujeres, sobre todo las de la nobleza, se resignaban un destino de matrimonios concertados, y a un papel secundario en la vida de sus maridos, Leonor se rebela, trata de medrar en la corte portuguesa y decide tomar las riendas de su vida. ¿Fue una mujer adelantada a su tiempo?

Si, por supuesto. Aunque lo cierto es que en la Edad Media a las mujeres se les concedía una cierta parcela de poder (hay casos, por ejemplo, de regentes como María de Luna en Aragón; o las grandes Abadesas) que paulatinamente se fue perdiendo, especialmente a raíz del Concilio de Trento.

En la segunda mitad del siglo XIX desaparecieron la iglesia y el convento de la Merced de Valladolid, donde descansaban los restos de la que fue reina de Portugal, sin que se sepa qué fue de ellos. ¿Ignorancia, descuido o un acto deliberado?

Fue simplemente el resultado de las necesidades urbanísticas del siglo XIX. Para construir el ensanche pucelano, se derribó parte del casco histórico y con él el Convento de la Merced donde estaba sepultada Leonor Teles.

En los últimos años se publican más novelas históricas de calidad. ¿Estamos asistiendo a un resurgir del género?

Me gustaría pensar que es así. Yo suelo decir que la novela histórica es intemporal, no hay más que pensar en Los tres mosqueteros o Guerra y paz…El problema es que en los últimos años se ha confundido el thriller esotérico con la novela histórica y eso es un gravísimo error que ha hecho mucho daño a quienes preconizamos que la rigurosidad histórica y la calidad literaria son los dos baremos por los que se debe regir la novela histórica.

¿Te sientes cómoda escribiendo novela histórica?

Muy cómoda. La verdad es que me costó. Estaba acostumbrada al ensayo historiográfico y novelar la historia me parecía una frivolidad …Ahora pienso que estaba muy equivocada. La novela histórica es una espléndida manera de aprender disfrutando y de divulgar la historia. Y no olvidemos que es muy importante que los pueblos conozcan su historia.

¿Tu próximo trabajo versará sobre otro personaje femenino? ¿Qué puedes contarnos?

Mi próximo personaje es, efectivamente, otra mujer que cierra lo que yo llamo la “trilogía portuguesa”. He querido mediante tres mujeres medievales establecer tres arquetipos : la mujer fuerte(Leonor), la mujer enamorada (Inés de Castro) y la mujer mística. Esta última, encarnada en la Infanta Isabel de Aragón, luego reina de Portugal y conocida como la Reina Santa, será la protagonista de mi próxima novela.

Ha sido un placer leer tu libro y tener la oportunidad de entrevistarte. Muchas gracias por todo y suerte en tus próximos proyectos.

Gracias a vosotros.

La otra Bolena - Philippa Gregory






Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com,

Editorial Planeta
620 páginas
Género: Novela

María Bolena, con apenas catorce años, se convierte en la amante del rey Enrique VIII, al que le da dos hijos. Mientras se recupera del segundo parto, su hermana, Ana Bolena, se convierte en confidente y consejera del monarca y termina desplazando a María como favorita del rey. Pero Ana no se conformará con ser su amante, y trazará un plan para deshacerse de Catalina de Aragón y convertirse en reina.

Esta novela, ganadora del Premio Parker, ha vendido más de un millón de ejemplares en Estados Unidos y ha sido llevada al cine por Scarlett Johansson y Natalie Portman.




Opinión

La vida de Enrique VIII, de sus seis esposas (dos de las cuales murieron decapitadas) y de sus hijas, María Tudor (llamada la Sanguinaria y casada con Felipe II) e Isabel I, forman parte de una de las épocas más fascinantes de la historia de Inglaterra.

La otra Bolena pertenece a una serie sobre la casa Tudor. Philippa Gregory se centra en esta ocasión en un período concreto de la vida de este monarca, sin duda el más importante por las consecuencias políticas y religiosas que acarreó. Y lo hace desde el punto de vista de uno de los personajes menos conocidos: María Bolena.

Escrito en primera persona, La otra Bolena narra la vida de estas hermanas y la relación que tuvieron con el rey, la enorme rivalidad que existía entre ambas, la ambición desmedida de Ana, la manipulación que sufrieron por parte de su familia (los Howard) para conseguir ser favoritas y mantenerse ahí, el clima político, religioso y social de la época y todo ello con un gran rigor histórico y un ritmo que no decae en ningún momento.

A pesar de todos esos elementos, la verdadera protagonista no deja de ser María, ingenua, carente de ambición, fiel a la reina Catalina dentro de los límites que pudo permitirse, confidente de su hermana, madre de un varón que supo alejar de la corte, casada por amor y que, al final de la historia, pudo esquivar el hacha del verdugo.

La novela está magníficamente ambientada y trata especialmente del papel de la mujer en la corte, utilizada por sus familiares para obtener títulos y riqueza. En este caso, los Howard se servirán primero de María, luego de Ana y más tarde de otras mujeres de la familia, para asegurarse el favor del rey. Y a todas ellas ayudará el tercer miembro de los Bolena: George, hermano de María y Ana, y al que es imposible no tomar cariño.

Por otro lado, la autora consigue que el lector se involucre de tal modo en la trama, que llega a odiar a Ana Bolena, tan déspota y tirana como Enrique VIII, ambiciosa, manipuladora, fría, caprichosa, en ocasiones malvada, pero siempre tenaz, orgullosa y apasionada.

Aun conociendo el final de la novela, Philippa Gregory consigue atrapar al lector, que es incapaz de abandonar la lectura. Los diálogos son magníficos, los personajes bien estructurados y la intriga se mantiene hasta el consabido desenlace.

La mejor novela histórica del año”, ha dicho el Daily Mail. A fecha de hoy, no puedo dejar de estar de acuerdo.





Inicio de un viaje

Hoy nace este blog, y no hay mejor modo de expresar los deseos que encarna, que con las palabras de Kavafis, que hoy quiero hacer mías:

Cuando partas hacia Ítaca
pide que tu camino sea largo
y rico en aventuras y conocimiento.

¡Que así sea!