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domingo, 11 de septiembre de 2011

El imperio comanche - Pekka Hämäläinen

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/

Ediciones Península, Enero 2011
Género: Ensayo
728 páginas


Entre los diferentes pueblos indios de Norteamérica y México, los comanches forjaron un auténtico imperio comercial. Una nación nómada, con una flexible estructura económica y guerrera, que opuso feroz resistencia a imperios como el británico y el español, y a naciones como las incipientes Estados Unidos y México.

Desde el sudoeste de Estados Unidos hasta el norte de México, pasando por las grandes llanuras tejanas y la Baja California, los comanches dominaron a las tribus que poblaban su mismo territorio, siendo capaces de aterrorizar a los apaches y, hasta finales del siglo XIX, de resistir el avance del ejército estadounidense con sus colonos.

Esta obra, excepcional, recupera la memoria olvidada de un pueblo, la nación comanche, que fue capaz, hasta su exterminio, de mantener su identidad.

(Sinopsis de la editorial)
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Esta es una historia diferente sobre los indios. Este ensayo habla sobre la expansión y colonización de los comanches, que coexistió en el tiempo con la de los blancos. Citando al autor, “se trata de un relato en el que los indios se expanden, ordenan y prosperan, y los colonos europeos resisten, se repliegan y luchan por sobrevivir”. Ese colonialismo invertido se sostiene sobre una base documental impresionante, de la que el autor da debida cuenta, y está narrado con todo lujo de detalles desde inicios del siglo XVIII, cuando se anota su presencia por primera vez, hasta finales del siglo XIX, cuando fueron definitivamente confinados en las reservas.

Este libro narra la epopeya de un pueblo guerrero y orgulloso que se enfrentó a otras tribus importantes, como los apaches, y que fue haciéndose un hueco en el oeste americano, desbancando a pueblos menos organizados y luchando contra el hombre blanco, primero contra los españoles y luego contra los norteamericanos, o aliándose con él.

Durante más de un siglo dominaron las Grandes Llanuras, aunque no dejaran tras ellos rastro de su presencia: no existen monumentos, ni libros propios, ni ruinas de ningún tipo.

Su hegemonía se basó en su capacidad para adaptarse y aprovechar los recursos, su flexibilidad a la hora de incorporar tecnología y nuevas tradiciones a su cultura, y su sistema de organización, que permitía una respuesta rápida ante cualquier eventualidad.

Basándose en los más recientes estudios sobre territorios fronterizos, el finlandés Pekka Hämäläinen disecciona la historia de los comanches comenzando con su presencia en Nuevo México a comienzos del siglo XVIII, un territorio dominado por los españoles, con quienes unas veces se aliaron, otras se limitaron a comerciar y otras se enfrentaron abiertamente. A partir de ahí, el autor narra cronológicamente el desarrollo de uno de los pueblos más temidos por sus contemporáneos, mostrándonos una visión alejada del indio oprimido a la que estamos acostumbrados.

No hay duda de que se trata de un trabajo muy interesante, riguroso y pormenorizado, con abundantes notas y bibliografía. La prosa es precisa, directa y, pese a su extensión, la lectura es fluida.

Una obra monumental que narra el ascenso y declive de un imperio que forjó el destino de muchos.

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lunes, 13 de diciembre de 2010

Luna comanche - Catherine Anderson

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/

Editorial Terciopelo, Junio 2010
Género: Novela
479 páginas


Texas, 1864.

Loretta Simpson no ha pronunciado una palabra desde que, hace siete años, los comanches torturaran y mataran a sus padres durante un ataque.

Cazador de Lobos cree que Loretta es la mujer de la que habla la profecía y por eso debe convertirla en su esposa. Pero ella sólo ve en él al enemigo, al terrible comanche que la ha arrancado de su hogar y que representa todo el horror que ha vivido.

A pesar de las diferencias irreconciliables entre los dos pueblos, Loretta y Cazador verán cómo su animadversión se va transformando en respeto y luego en cariño.
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Hace casi veinte años que se publicó por primera vez esta novela, primera parte de la serie Comanche. Ahora, por fin, ha sido traducida al castellano. Y digo “por fin” porque el libro lo merece, tal vez más que muchos otros que circulan por las librerías.

Luna comanche no es sólo una historia de amor, es también y especialmente una novela sobre el odio entre dos razas destinadas a enfrentarse: los blancos y los indios. Y la autora ha sabido plasmarlo con gran acierto, sin tomar partido por ninguno de ellos. Aquí no hay buenos ni malos, cada pueblo se comporta según sus creencias y sus necesidades, en un momento histórico perfectamente delimitado.

La novela es poco convencional en este género. La protagonista, que siente un odio justificado hacia los comanches, se ve medio secuestrada por ellos para convertirse en la esposa de un guerrero. Ese odio es patente a lo largo de toda la primera parte, hasta que va descubriendo y comprendiendo cómo son los indios en realidad.

Tampoco necesita aderezar la trama con tórridas escenas de cama para que el lector sea consciente de la pasión y del amor que surge entre los protagonistas. Para ello se sirve de los diálogos y de las situaciones a las que ambos deben enfrentarse.

La historia tiene un fondo amargo que la autora no esconde en absoluto. Nos habla de la crueldad tanto de indios como de blancos, de masacres, torturas y violaciones, sin cargar las tintas pero sin dejarse nada fuera. Y a pesar de ello es una de las historias románticas más hermosas que haya leído en los últimos tiempos.

Los personajes son cercanos, magníficamente perfilados, incluso los secundarios. El sentido del humor brilla en sus diálogos. El escenario, Texas, tan bien trabajado que el lector casi puede oler el polvo de sus llanuras. La vida cotidiana en un campamento comanche, sus costumbres y sus creencias, es la parte más sabrosa de la novela y es muy posible que las raíces indias de la autora hayan tenido mucho que ver en ello.

La relación que se establece entre Loretta y Cazador es entrañable. La ternura, la capacidad de entrega y sacrificio, la complicidad y el respeto mutuo son los trazos que la caracterizan y que nos enamoran sin remedio.

Una novela absolutamente inolvidable.
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martes, 21 de septiembre de 2010

Resiste Tucson - Alber Vázquez

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en www.ciberanika.com

Inédita Editores, Julio 2010
Género: Novela
392 páginas


Año 1782. Los apaches han atacado la población de Tucson. El capitán Allande, al mando de la guarnición, comprende que la actuación de los indios en esta ocasión es distinta a las anteriores.

Los apaches tienen un nuevo jefe y ya no se limitan a robar o a secuestrar a alguna joven, ahora quieren expulsar a los españoles del territorio. Y es algo que éstos no están dispuestos a consentir.
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¿Qué había antes del western? Porque los territorios de Arizona, Nuevo México o Texas no brotaron de la nada el día en que el primer yanqui sacó un revólver y se lió a tiros con los pieles rojas. Los españoles ya estaban allí, protagonizando los primeros episodios del Salvaje Oeste. Y Alber Vázquez ha recreado uno de ellos en esta novela.

Lo primero que llama la atención al adentrarnos en su lectura, es el estilo con el que está escrita. Vázquez ha optado por presentarnos la historia desde el punto de vista de los españoles, de los militares y colonos asentados en Tucson, en la frontera del virreinato de Nueva España. Una zona hostil e inhóspita y una vida más que dura para un puñado de personas que tratan de sobrevivir a toda costa.

Lo más asombroso es el tono que utiliza, como si el autor fuese contemporáneo de sus personajes y expusiera sus opiniones acerca de los indios: seres sin alma, salvajes que no son capaces ni de comunicarse, gente vaga y ruin que no sirve para trabajar y que sólo sabe robar, personificaciones de Satán… y todo un sinfín de expresiones peyorativas acerca de los apaches muy en consonancia con la época y con el modo de pensar de aquellos tiempos. A veces incluso utiliza la segunda persona, increpando al propio lector, que se siente irremediablemente unido a la narración y que la sigue con deleite.

Los indios no tienen voz, apenas si tienen rostro, y son los españoles, especialmente los militares, los que llevan el peso de la trama. Una trama bien construida, bien estructurada, con un ritmo magnífico, equilibrado, cierta dosis de humor ácido y mucha aventura. Si a todo ello le añadimos una prosa incisiva, cínica en ocasiones, dura y contundente, tenemos como resultado un libro que te engancha desde la primera línea, que te sacude y que te hace vibrar.

La ambientación es magnífica, cuidada en los detalles, los personajes tienen mucha fuerza y la atmósfera es capaz de transmitir ese miedo que sentían los habitantes de Tucson ante los posibles ataques de los apaches.

Una estupenda recreación histórica en la que es un placer zambullirse.
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domingo, 1 de agosto de 2010

Plaga de palomas - Louise Erdrich

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en www.ciberanika.com


Editorial Siruela, 2010
Género: Novela
382 páginas


En 1911 un horrible crimen cambia para siempre las vidas de varias familias residentes en Pluto (Dakota del Norte), una ciudad de población blanca situada en la frontera de una reserva de indios Chippewa.

Años después, los descendientes de aquella tragedia han ido entretejiendo sus vidas ignorantes del pasado que les une.
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Louis Erdrich recrea casi un siglo de historia a través de un puñado de personajes que van alternando su voz. Todos ellos, sin saberlo, son descendientes de las víctimas y los verdugos de un suceso acaecido a comienzos del siglo XX. Se han ido casando entre ellos, se han relacionado en los negocios y en la vida cotidiana, y forman una especie de tapiz en el se mezclan pasado y presente, costumbres y tradiciones indias, prejuicios de la población blanca e incluso linchamientos.

El nexo común a todas las historias es Mooshum, un indio que fue injustamente acusado de una serie de asesinatos y que estuvo a punto de morir ahorcado por sus vecinos. Ya desde su senectud, relata aquellos y otros hechos a Evelina, su nieta y una de las voces de esta novela. Gracias a sus recuerdos y a los de otros personajes que van a ir participando a lo largo de la trama, vamos a poder reconstruir qué fue lo que realmente sucedió aquel fatídico día y no será hasta el final, con la sorprendente intervención de la doctora Cornelia, cuando podamos atar todos los cabos y hallar las respuestas que se han ido planteando durante el desarrollo.

La novela es deliciosa, casi musical, impregnada de cierto realismo mágico y algunas escenas conmovedoras. Las historias no parecen guardar relación unas con otras, como piezas sueltas de un puzzle que hay que ir colocando a su debido tiempo para poder contemplar el todo. Y la autora ha sabido dosificar la información y mantener cierto misterio hasta el final.

Pero además la novela cuenta con algunos apuntes históricos sobre los primeros asentamientos de los blancos o sobre la historia de los indios Métis y los Chippewa, que a fin de cuentas son los orígenes de todos los personajes que circulan por sus páginas.

Plaga de palomas derrocha imaginación y buen hacer, con una prosa rica, con un ritmo pausado, con magníficas descripciones y con personajes con carácter. Una novela más que recomendable.
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jueves, 17 de junio de 2010

Tres días de camino - Joseph Boyden

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/

Ediciones Destino, Enero 2010
Género: Novela
475 páginas


1919. Niska, la última curandera de los Oji-Cree que queda por las tierras de Ontario, Canadá, ha hecho un largo viaje para recibir a uno de los dos muchachos de su tribu que se habían alistado en el ejército y que vuelve herido de la guerra en Europa. Pero el que baja del tren no es quien Niska esperaba, sino su único pariente, su sobrino Xavier, al que todos daban por muerto. ¿Qué ha sucedido con su mejor amigo Elijah, con el que combatió en los campos de batalla de Francia y Bélgica? ¿Por qué ha llegado Xavier bajo la identidad de otro?

Gravemente herido y adicto a la morfina, Xavier deambula entre la vida y la muerte mientras relata a Niska los años vividos en el campo de batalla con Elijah y cómo su reputación como guerreros, que era el orgullo de su regimiento, se convirtió en horror y vergüenza.

Niska comprende que su cometido no es sólo llevar a Xavier a casa, sino devolverle al mundo de los vivos, cueste lo que cueste.

(Sinopsis de la editorial)
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Con esta novela, parcialmente inspirada en la vida del héroe de la Primera Guerra Mundial, Francis Pegahmagabow, Joseph Boyden ha obtenido varios premios de reconocido prestigio internacional, entre ellos el Canadian Authors Association Book of the Year, o el Amazon First Novel Award.

A través de su pluma, el lector asiste a la adaptación de los indios a los cambios del mundo moderno, el modo de desenvolverse lejos de sus tierras de origen y cómo afrontan la intolerancia de los blancos en los escenarios donde éstos son los protagonistas.

La participación de los indios canadienses en la Primera Guerra Mundial es un tema casi desconocido y sumamente atractivo, y Joseph Boyden se sirve de ellos para narrar un conflicto que se saldó con varios millones de muertos y que dejó graves secuelas psicológicas en muchos de los supervivientes.

Frente a Xavier, que ha vivido un infierno que es incapaz de dejar de recrear, se encuentra Niska, una mujer que nunca ha abandonado su tierra y que es la guardiana de todas las tradiciones de su pueblo.

El viaje que ambos llevarán a cabo de vuelta al hogar es toda una epopeya que habla de la amistad y la muerte, de las raíces y el corazón. Y sobre todo de la esperanza.
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viernes, 11 de junio de 2010

Breve historia de los indios norteamericanos - Gregorio Doval

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en www.ciberanika.com


Ediciones Nowtilus, Marzo 2009
Género: Divulgación
351 páginas


Cuando los colonizadores llegaron por primera vez a tierras norteamericanas descubrieron que estaban habitadas por numerosas tribus de indios salvajes, casi un millón de individuos diseminados por uno de los territorios más extensos y ricos del planeta.

El ansia por colonizar a toda costa aquellas tierras llevó a los primeros enfrentamientos con los pieles rojas ya en el siglo XVIII, y esa tendencia no hizo sino aumentar hasta conseguir primero expulsarlos de sus lugares de origen y luego casi exterminarlos.

Esta es la historia de ese conflicto.
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Cuando era niña jugábamos a indios y vaqueros y recuerdo que nadie quería ser un piel roja. Ellos eran “los malos”: arrancaban cabelleras, robaban ganado, se emborrachaban y siempre eran vencidos por los rostros pálidos. “Sólo hay un indio bueno: el indio muerto” era una frase que solíamos pensar antes de disparar con los dedos al compañero al que le había tocado lucir penacho de plumas.

Muchos crecimos interpretando esos roles que nacían de las películas de vaqueros de los sábados por la tarde. Y muchos descubrimos, pasado el tiempo, lo equivocados que estábamos.

Gregorio Doval nos presenta la historia de los indios norteamericanos con toda su crudeza y toda su complejidad. Eran tantas y tan variadas las tribus que poblaban Norteamérica, aunque sólo nos hayamos acostumbrado a los nombres de unas cuantas, que resulta pavoroso saber que la mayoría de ellas fueron exterminadas.

El ansia del hombre por hacerse con nuevas tierras no la inventaron los estadounidenses, no se vayan a pensar. Tampoco la ambición desmedida, ni la intolerancia o la intransigencia, ni siquiera la crueldad gratuita. Ellos sólo hicieron uso de esas herramientas, como muchos hombres de su época y de otras pretéritas o futuras. Y sólo hace unas décadas han reconocido su error y el daño que causaron a una cultura milenaria que se vio invadida, expulsada, masacrada y prácticamente exterminada.

Leer Breve historia de los indios norteamericanos provoca tristeza. Y rabia. Pero es al mismo tiempo una aventura plagada de pequeñas maravillas en forma de personajes como Nube Roja, Toro Sentado o Caballo Loco. Con paisajes y enclaves como Las Colinas Negras, sagradas para los sioux. Con escenarios terribles, como Little Big Horn o Wounded Knee. Es la historia breve, cierto, de toda una raza cuya vida sencilla hoy miramos con nostalgia. De tratados ignorados y de traiciones, de epidemias y expolios, de persecuciones, matanzas y éxodos. De héroes y tumbas, como diría Ernesto Sabato.

Gregorio Doval ha realizado un trabajo metódico y riguroso, con evidente parcialidad hacia los indios. Siguiendo un orden más o menos cronológico, nos los encontramos en sus lugares de origen antes de la llegada del hombre blanco y desde ahí vamos avanzando hasta la época actual, en la que les han sido restituidos sus derechos. Es cierto que hay tantas tribus, escaramuzas, batallas y personajes que resulta difícil asimilar toda la información. Por eso no es un libro para leer de un tirón, sino para recorrerlo a pequeños pasos e ir descubriendo a sus protagonistas poco a poco.

Se echan de menos algunos mapas por el camino para ubicar bien episodios, rutas o fronteras, pero lo cierto es que no representa un obstáculo insalvable para adentrarse en la historia.

Y es una historia apasionante.
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viernes, 21 de noviembre de 2008

El sendero de las lágrimas

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Apuntes - por Pilar Alonso

No te pares al lado de mi tumba y solloces.
No estoy ahí, no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan y sostienen las alas de los pájaros
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No estoy ahí, no he muerto.

(Poema cherokee)
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Los cherokees pertenecían a la familia iroquesa y ocupaban tierras en el sureste de los Estados Unidos, en las dos Carolinas, Georgia, Alabama y Tennessee. Estaban divididos en siete clanes y eran propensos a la paz, preferían comerciar antes que usar las armas.

Durante la Guerra de Independencia (1776-1783), lucharon en el bando de los ingleses, pensando que de obtener la victoria, recuperarían las tierras que ya les habían arrebatado los colonos. Pero no fue así y, al finalizar la contienda, cada estado tuvo prerrogativas para ocuparse a su manera del tema indio. Con la firma de un tratado, perdieron grandes extensiones de terreno. Se quedaron así con un pedazo de tierra pequeño y sin apenas caza. La hambruna y las enfermedades no tardaron en cebarse con ellos.

Tratando de adaptarse, siempre adaptarse a los recién llegados, intentaron amoldarse a las costumbres políticas y comerciales de los colonos y formaron su propio gobierno a imitación del norteamericano. Pero aún había quien pensaba que poseían demasiadas tierras, que éstas debían permanecer a los colonos y que los cherokees jamás podrían pertenecer a la Unión, especialmente Andrew Jackson, que asumió la presidencia de los Estados Unidos en 1829.

Los cherokees trataron de llevar su caso a los tribunales, con escaso éxito. Y en 1838 llegó, finalmente, la orden de su expulsión.

Unos años atrás se había formado la “frontera india permanente”, que se extendía más allá del río Mississippí y que con el paso de los años se fue desplazando hasta desaparecer. Muchas tribus indias ya habían sido obligadas a abandonar sus tierras y ocupar el desconocido oeste, del que también más tarde serían expulsados.

El 26 de mayo de 1838 se ordenó que todos los cherokees debían abandonar la Montaña de Humo y marcharse a lo que más tarde sería Oklahoma.

Su población la componían varios millares de personas y primero se las reunió a todas en un mismo lugar, se las encerró en el interior de empalizadas y se programó su deportación en varias etapas. Pero el hallazgo de oro en los Apalaches precipitó su marcha, que comenzó en el otoño de 1838.

Miles de indios, con sus escasas pertenencias a la espalda, tuvieron que abandonar sus tierras. John Burnett, uno de los soldados que formó parte de la dotación que acompañó a los cherokees, dejó constancia de aquel viaje. Suyas son estas palabras: “Nadie podría olvidar la tristeza y la solemnidad de aquella mañana. El Jefe cherokee John Ross elevó una plegaria y cuando sonó la corneta y la caravana se puso en marcha, muchos niños se giraron y dijeron adiós con la mano a sus montañas, sabiendo que las abandonaban para siempre”.

Bajo el mando del general Winfield Scott, a punta de bayoneta, sin mantas, y en muchos casos sin zapatos, recorrieron los más de 1.500 kms que los separaban de su destino. El gobierno había suministrado menos de 700 carros para todos, la mayoría tuvo que hacer el camino a pie.

Durante el trayecto tuvieron que dormir en el suelo, sin poder encender una fogata, mal abrigados para el invierno, con una dieta pobre y desconocida, cansados, asustados, tristes y, en ocasiones, maltratados por algunos soldados.

Cuando finalizó el viaje, el 26 de marzo de 1839, uno de cada cuatro cherokees había muerto durante el camino, de frío, hambre o enfermedad. Más de 4.000 tumbas jalonaban el recorrido hasta Oklahoma.

Los supervivientes lo bautizaron como “el sendero de las lágrimas”.
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