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viernes, 30 de marzo de 2012

La piedra del corazón - C.J. Sansom

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en www.ciberanika.com


Ediciones B, Octubre 2011
Género: Novela
696 páginas


Inglaterra 1545. El abogado Matthew Shardlake viaja con su ayudante, Barak, hasta Portsmouth para investigar el caso de un joven huérfano cuya tutela ha adquirido una siniestra familia. La ciudad, a punto de convertirse en un campo de batalla, es el lugar más peligroso del reino: el ejército inglés está destacado allí para luchar contra las tropas francesas.

Shardlake se encontrará con viejos amigos y enemigos durante sus pesquisas, jalonadas de cadáveres y misterios. El Mary Rose, el emblemático y temido navío de Enrique VIII, será testigo de las más sorprendentes revelaciones, gracias a las cuales el abogado conseguirá resolver el caso.
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Hace unos años, el británico C.J. Sansom iniciaba una serie de novelas de intriga histórica protagonizadas por un abogado de nombre Shardlake. Ambientadas en la Inglaterra del siglo XVI ofrecen al lector no sólo un elaborado escenario histórico, sino también legal, ya que el autor, como historiador y abogado, nos suministra todo tipo de información concerniente a la época en los dos campos. En esta ocasión se trata de una serie de leyes que Enrique VIII promulgó para llenar sus arcas frente a la inminente guerra contra los franceses. Dichas leyes permitían que cualquiera pudiera optar a la compra de la tutela de algún huérfano adinerado ya que, aunque no pudiera mermar su patrimonio, sí podía obtener beneficios de él.

En ese laberinto de leyes debe sumergirse el protagonista para comprobar si existen irregularidades en la tutela del joven Hugh Curteys, que vive en un antiguo convento desamortizado en compañía de una peculiar familia. El viaje hasta el lugar, las pesquisas del abogado y los hechos que están teniendo lugar en las inmediaciones conforman una trama abigarrada y suculenta cuyo interés va en aumento.

La primera parte se hace quizás excesivamente larga, pero pronto nos vemos sumergidos en un misterio bien planteado, equilibrado e interesante. Lo mejor de la novela es probablemente la ambientación histórica, cuidada al detalle, desde el modo de viajar hasta las costumbres cotidianas, pasando por asuntos políticos, militares o legales. Nada se deja al azar, todo tiene un propósito y un fin.

Una nueva y fascinante aventura para este atípico héroe, debilucho y con joroba, que pondrá de nuevo su vida en grave peligro.

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sábado, 24 de septiembre de 2011

Robin Hood II. El Cruzado - Angus Donald

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/

Edhasa, Marzo 2011
Género: Novela
510 páginas


Año 1190. Ricardo Corazón de León prepara la Tercera Cruzada para recuperar Jerusalén de manos de los infieles, liderados por Saladino.

Formando parte de sus huestes marchan Robin Hood, conde de Locksley, y sus compañeros, entre los cuales se encuentra Alan Dale, trovador y caballero al servicio del conde.

Juntos recorrerán un largo camino plagado de aventuras y peligros, en el que deberán hacer frente a un enemigo oculto entre sus propias filas que trata de acabar con la vida de Robin Hood.
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En este segundo volumen, Angus Donald continúa narrando las aventuras de Robin Hood, que ha dejado de ser un proscrito y que ahora es uno de los nobles que van a acompañar al rey Ricardo Corazón de León en la Tercera Cruzada (1189-1192).

Como ya sucedía en la primera entrega de esta serie, el personaje de Robin se ve sometido a una dura revisión, tratando de mostrarlo como un hombre de su tiempo, alejado del mito que la literatura y el cine crearon a su alrededor. Un hombre cruel y despiadado, pero entregado al mismo tiempo a sus familiares y amigos. Su faceta más brutal es la que más trabajo le cuesta asimilar al narrador y protagonista de la historia, Alan Dale, trovador y caballero al servicio de Robin. Pero también al lector, cuyos sentimientos respecto al personaje se mueven entre la admiración y el horror.

El autor lleva a cabo una recreación de la época que resulta fascinante, y en medio de ella destacan las figuras de Robin Hood y de Ricardo Corazón de León. Primero en Inglaterra, concretamente en la ciudad de York, escenario en el que introduce a Robin y a Alan durante la persecución y matanza que sufrieron los judíos. Luego la acción se traslada primero a Sicilia y luego a Chipre, en su viaje hacia Jerusalén, lugares que el rey Ricardo se encargó de conquistar, para terminar de llegar finalmente a su destino, ya en la tercera parte del libro. En ella se desarrollan las batallas de Acre y Arsuf (1191), muy bien documentadas y con pasajes de gran carga épica, tras las que Robin y los suyos deciden regresar a Inglaterra.

Como en cualquier novela de aventuras que se precie, es imprescindible la presencia de un villano. Si en la primera entrega se trataba del sheriff de Nottingham, en esta ocasión el puesto va a recaer en un personaje de nombre Richard Malbête, (Mala Bestia), un noble aliado del príncipe Juan que hace perfecto honor a su nombre. Y de fondo una serie de intentos para acabar con la vida de Robin por parte de uno de los suyos.

La novela está narrada con buen ritmo, con una prosa ágil y rápida, y mucha acción. La lectura es fluida y amena y está muy bien ambientada. El protagonista, Alan Dale, no sólo narra los sucesos ligados a la figura de Robin, tiene también su propia historia. Una historia de amores y pérdidas, de reflexiones religiosas y morales mientras se dirigen hacia Jerusalén o se enfrenta a la crueldad y la falta de creencias de su señor. Alan, que aún es muy joven, todavía posee esa pátina de ingenuidad que el tiempo no se ha encargado de borrar, y su visión del mundo y del Bien y el Mal está muy definida. Su carácter leal y honorable contrasta con una época marcada por la brutalidad y la guerra y con el carácter de su señor, mucho más acorde con ella.

Una novela sumamente entretenida y rica en detalles, con la Tercera Cruzada como telón de fondo de una historia cargada de aventuras.

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jueves, 8 de septiembre de 2011

Los herejes de Oxford - S. J. Parris

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/

Grijalbo, Junio 2011
Género: Novela
458 páginas


Siglo XVI. Giordano Bruno, astrónomo y filósofo, llega a la Universidad de Oxford para asistir a un debate sobre sus nuevas teorías cosmológicas. La ciudad universitaria es un hervidero de secretos e intrigas relacionadas con las luchas entre protestantes y católicos.

Poco después de su llegada tiene lugar un crimen atroz y Giordano Bruno se verá inmerso en una peligrosa investigación para esclarecer los hechos.
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Isabel I de Inglaterra ascendió al trono en el año 1558, tras la muerte de su hermanastra María I. Ambas eran hijas de Enrique VIII, famoso por decapitar a sus esposas. María I, como nieta que era de los Reyes Católicos, abolió las reformas religiosas de su padre e instauró el catolicismo como religión oficial. Las persecuciones que se llevaron a cabo contra los protestantes bajo su reinado le valieron el sobrenombre de María la Sanguinaria.

A su fallecimiento el proceso fue el inverso. Isabel I instauró el protestantismo como religión oficial, deseosa de alejarse de la influencia de Roma, y la persecución fue en este caso contra los católicos, sólo que ella fue conocida como La Reina Virgen o La Buena Reina Bess, cosas de la Historia y de quienes la escriben.

Los ingleses, o al menos aquellos que contaran con algún tipo de poder o influencia, se vieron obligados a firmar el Acta de la Supremacía, por la que se reconocía la supremacía de la corona sobre la iglesia anglicana. Aquellos que se negaron debieron partir para el exilio y los que continuaron practicando el catolicismo en la clandestinidad fueron duramente perseguidos y castigados. De aquellos tiempos son muchos de los escondites disimulados en el interior de las mansiones inglesas para esconder a los perseguidos.

Esta novela se desarrolla en los años ochenta del siglo XVI en la Universidad de Oxford, y la trama tiene mucho que ver con los hechos que acabo de mencionar. Los profesores, que a fin de cuentas eran quienes iban a forjar a los gobernantes del mañana, estaban continuamente sometidos a vigilancia para detectar cualquier desviación de componente religioso que pudiera poner en peligro la estabilidad del reino.

Y ahí es donde va a aterrizar Giordano Bruno, ex religioso, filósofo y astrónomo italiano, peleado por igual con católicos y protestantes. Con los católicos por leer libros prohibidos (la Inquisición le seguía la pista), con los protestantes de Calvino por atreverse a poner en entredicho algunas de sus teorías, y con todos en general por sus atrevidas afirmaciones acerca del funcionamiento del cosmos, de la infinitud del Universo y del heliocentrismo defendido por Copérnico, que establecía que los astros giraban alrededor del sol y no al revés. Sus teorías y su arrogancia lo llevarían a la hoguera en el 1600, pero mientras tanto fue un personaje controvertido donde los haya, que llegó a Inglaterra como embajador del rey francés en 1583 y poco después a Oxford para impartir algunas clases sobre sus teorías cosmológicas.

La atmósfera que compartió con sus contemporáneos durante su estancia en Oxford no debió ser muy distinta a como nos la describe S.J. Parris en esta novela. Los protestantes desconfiaban de él porque, en definitiva, era un católico, por mucho que se hubiese alejado de los hábitos y se hubiese puesto precio a su cabeza. Y los católicos, que aún quedaban algunos, por la traición a sus principios y por su proximidad política con los protestantes. Y él, a quien le daba igual cómo quisieran llamar a Dios, sólo vivía para su ciencia y para su trabajo y su única ambición era demostrar sin ningún género de duda que sus postulados eran ciertos.

La autora narra esta historia en primera persona y es la voz del propio Giordano Bruno quien nos la cuenta. Sus inicios en el seno de la comunidad religiosa de los dominicos y de cómo huyó de allí al ser descubierto leyendo libros prohibidos en el escusado, para pasar directamente a Londres en el año 1583, a punto de dirigirse hacia Oxford. Por si la historia de su estancia en la prestigiosa universidad no fuese ya lo bastante atractiva, la autora introduce una serie de crímenes como reclamo, que la prestigiosa y analítica mente del italiano se encargará de resolver.
El ejercicio no carece de interés. Por un lado tenemos una atmósfera real con los problemas religiosos de la época y unas teorías científicas que, aunque no del todo desarrolladas, ilustran muy bien por dónde iban los tiros en cuanto a la vertiente científica del personaje. Por el otro tenemos una trama de suspense al más puro estilo policíaco, con asesinatos macabros, conspiraciones y algún lío de faldas. El cóctel, créanme, no carece de atractivo.

El inicio resulta un tanto confuso, ya que en una sola escena se nos presentan casi todos los personajes que van a desfilar por el libro. Hasta que uno averigua quién es quién, y el puesto que ocupa en la universidad, cuesta un poco ubicarse. Pero, como las intrigas no cesan de sucederse unas a otras, nos vemos arrastrados por la trama cuyo suspense va in crescendo a medida que se suceden las páginas.

La resolución del misterio puede resultar un tanto simple, según el gusto de cada lector, pero no hay duda de que el entramado está muy trabajado y que la ambientación es exquisita. Los personajes son coherentes y los diálogos ágiles. Todos esos ingredientes perfilan una novela dinámica y entretenida, una recreación histórica cuidada al detalle que nos transportará al ambiente opresivo de una universidad en la que lo más peligroso es lo que piensas.
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martes, 1 de septiembre de 2009

Behn, Aphra Behn, Agente 160

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Apunte - por Pilar Alonso

Todas las mujeres deberían depositar flores en la tumba de Aphra Behn, pues fue ella quien ganó para ellas el derecho de expresar sus ideas.
Virginia Woolf

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Érase una vez Inglaterra y la cabeza de un rey. Carlos I moría decapitado en 1649, Oliver Cromwell accedía a la cúspide de la nueva República y Carlos II se exiliaba a Francia, de donde no regresaría hasta 1660, cuando se le restituyó el trono.

Pero no fue un retorno pacífico, pocas cosas lo eran allá por el siglo XVII. En 1665 se iniciaba la Segunda Guerra Holandesa por un conflicto en las colonias y ahí es donde entra nuestra heroína.

Aphra Behn, que por aquel entonces tendría unos veinticinco años, era la viuda de un acaudalado comerciante alemán, lo que le permitía codearse con la flor y nata de la sociedad. Se rumoreaba que entre sus muchas conquistas amorosas figuraba el mismísimo monarca Carlos II. En 1666, no se sabe muy bien cómo ni por qué, fue enviada a Amberes para espiar a los holandeses, un trabajo que al parecer nunca se le reconoció. Su nombre en clave era Astrea o Agente 160 y envió varias cartas con información que no consta fuesen tomadas demasiado en serio.

Gastó gran parte de su fortuna en Holanda para poder cumplir con sus cometidos, e incluso se vio obligada a vender su anillo de boda para poder mantenerse y, pese a las numerosas peticiones que envió solicitando fondos tanto a Tom Killigrew como a James Halsall, sus contactos en Inglaterra, nunca recibió respuesta. Llegó a recurrir a Lord Arlington, Secretario de Estado, con el mismo resultado.

Finalmente se vio obligada a solicitar un préstamo para poder regresar por su cuenta a Londres en 1667, completamente arruinada. Ante la imposibilidad de hacer frente a los pagos de ese préstamo, fue encarcelada por deudas y ninguna de las misivas que envió a sus supuestos jefes, incluso al rey, obtuvo la más mínima respuesta.

Por fortuna, no pasó mucho tiempo entre rejas. De forma anónima alguien liquidó su deuda, pudo salir de prisión y es probable que además obtuviera algún tipo de compensación económica.

Para poder mantenerse a partir de entonces se vio obligada a escribir por dinero, lo que la convertiría en la primera escritora inglesa profesional, que es por lo que en realidad es conocida, un trabajo que en aquel entonces la tachaba poco menos que de mujer pública.

Escribió la mayoría de sus obras para la Compañía del Duque, una de las dos compañías de teatro que se habían establecido en Londres (la otra era la del Rey), y sus obras fueron representadas con bastante éxito de crítica y público, lo que le reportó beneficios económicos. No dejó de escribir hasta el final de su vida: obras de teatro, poesía y novela, la más famosa de las cuales fue El príncipe Oroonoko, uno de los primeros precedentes de literatura antiesclavista, que se hizo enormemente popular.

Contó durante ese período de su vida con el patronazgo de nobles y cortesanos, como era habitual en su profesión, y también sufrió feroces críticas por parte de sus adversarios por sus ideas escandalosas acerca del sexo y el papel de la mujer.

Murió en 1689 y fue enterrada en la Abadía de Westminster..


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lunes, 8 de diciembre de 2008

De quita y pon

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Apuntes - por Pilar Alonso


James Scott, duque de Monmouth (1649-1685), era hijo natural de Carlos II de Inglaterra y de su amante, Lucy Walter. Nació en Holanda, adonde su padre había tenido que exiliarse tras la decapitación de Carlos I en 1649.

En junio de 1685 desembarcó en Dorset, dispuesto a enfrentarse a su tío Jacobo II, que era católico, hacerse con el trono de Inglaterra, del que se consideraba legítimo heredero, y restaurar el protestantismo. Una vez en suelo inglés, no pudo reunir más que un pequeño ejército de unos 3.000 soldados de infantería, sin experiencia alguna y compuesto en su mayoría por artesanos. Enfrentado al ejército nacional en Sedgemoor (Somerset), fue derrotado y capturado.

La Rebelión de Monmouth no supuso en ningún momento una amenaza real para la Corona, pero pasó a ser conocida por la sangrienta represión que la siguió. El proceso, que se denominó el Tribunal Sangriento, lo llevó el juez Jeffreys, cruel, vengativo y conocido como El Juez de la Horca. Más de trescientos rebeldes fueron condenados y ejecutados y un número mucho mayor fue deportado a las Indias Occidentales.

El duque de Monmouth fue llevado a la Torre de Londres y decapitado el 15 de julio de 1685. El verdugo no debía andar muy fino aquel día, pues hicieron falta al menos cinco hachazos para cercenar su cabeza.

Pero, hay que ver cómo son las cosas, no había un retrato oficial del duque que, a fin de cuentas, y por ilegítimo que fuera, era el hijo de un rey. Así es que dicen que, ni cortos ni perezosos, volvieron a coser la cabeza al cuerpo para que, según ellos, la expresión fuese lo más natural posible.

Y así se pintó su retrato, de autor desconocido, que hoy se expone en la National Gallery de Londres.
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