domingo, 27 de diciembre de 2009

El nombre del viento - Patrick Rothfuss

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/

Editorial Plaza&Janés, Mayo 2009
Género: Novela fantasía
873 páginas



En medio de ninguna parte, Kote regenta una posada a la que un buen día va a parar un cronista en busca de una historia. Mucho es el tiempo que ha permanecido oculto, mientras las leyendas se tejían en torno a su figura.

Ahora, por fin, relatará su historia, sus inicios en el seno de una troupe y su trayectoria, ese camino que lo ha convertido en un mago, un héroe y un asesino.

“He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad en la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos.

Me llamo Kvothe. Quizá hayas oído hablar de mí.”
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Hay novelas capaces de transportarte con pasmosa facilidad al mundo que albergan sus páginas. Eso es lo que me sucedió con El nombre del viento, una novela deslumbrante de un autor novel. En cuanto inicié la lectura pude sentirme en aquella taberna, con el posadero Kote y su discípulo Bast, y la sensación no hizo sino aumentar en cuanto comenzó a narrar la historia de su vida.

Una mezcla de Dickens y el Harry Potter de J.K. Rowling, fue lo que pensé en algunos momentos. Las aventuras de un huérfano en una ciudad llena de peligros y una escuela de magia, escenarios ambos en los que el protagonista se desenvuelve con una soltura que engancha al lector, ávido por saber más, por conocerle y aprender con él.

Porque la magia que destila El nombre del viento no tiene tanto que ver con varitas mágicas como con el poder de la mente, una magia mucho más mundana explicada con detalle, en la que resulta más sencillo creer y comprender, casi aceptar como una faceta más de la realidad que nos rodea a diario.

La novela resulta tan absorbente que es difícil dejarla sin haber llegado al final. Los personajes son fascinantes, las situaciones aún más, los pequeños logros del protagonista se convierten en pequeños logros también para el lector... y todo narrado con ritmo y elegancia, sin aspavientos y con un estilo casi poético.

A pesar de que este libro se cataloga como novela de fantasía, está bastante lejos de clásicos como El Señor de los Anillos. Rothfuss, sin olvidar algunos de los elementos tradicionales de ese tipo de novelas, narra una historia que bien podría ser una historia real ubicada en un período desconocido de la Europa medieval, por ejemplo.

Conforme va avanzando la trama y vamos aproximándonos al final es inevitable que nos invada la tristeza. Porque llega un momento en que la historia que Kvothe está contando te la está contando a ti, ya formas parte de ella, y sufres y lloras, te invaden la rabia y la esperanza y eres consciente de que ese lazo invisible está a punto de quebrarse al alcanzar la última página.

Respiras aliviado. Hay una segunda parte. Y una tercera. Aún estarás con Kvothe algún tiempo.

Lástima que la espera se hará larga, muy larga.
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sábado, 19 de diciembre de 2009

Golpe a Venecia - Manuel Ayllón

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/

Styria Ediciones, Marzo 2009
Género: Novela histórica
396 páginas


Manuel Ayllón, autor de El enigma Goya y La conjura del Greco, aborda en esta ocasión la figura de Francisco de Quevedo, poeta y espía en la España de Felipe III.

Quevedo, amigo del duque de Osuna, recibe de éste el encargo de trasladarse a Sicilia, donde es virrey, para ayudarle a preparar el camino que ha de llevarle a derrotar a Venecia y con ello conquistar toda Italia.

Para cumplir su misión el poeta deberá tratar con toda suerte de personajes, entre ellos los piratas berberiscos, con los que pretende controlar el Mediterráneo y aislar a la República veneciana.
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Muchas veces tendemos a olvidar que tras los versos de algún poeta se oculta una persona de carne y hueso, una persona con intereses y aspiraciones distintas a la simple labor de componer versos. Y Francisco de Quevedo es sin duda un buen ejemplo de ello. Además de ser uno de los mejores escritores de nuestra historia fue también un personaje muy vinculado a la situación política de su tiempo, en el que fue acusado de espionaje al servicio del duque de Osuna.

Manuel Ayllón ha profundizado en esta última faceta del gran literato para ofrecernos una novela en la que, no sin ciertas dosis de ficción, se nos presenta un Quevedo absolutamente cautivador, un gran estratega y un espía en toda regla.

Al principio la novela es un poco dispersa y cada paisaje o situación se inicia con una explicación pormenorizada que se remonta en ocasiones a varios siglos atrás. Por ejemplo, cuando el protagonista llega a Sicilia al autor aprovecha para explicarnos la historia de la isla desde la época micénica, algo sumamente interesante pero completamente innecesario. Un párrafo o dos que sirvieran de introducción histórica al escenario habrían bastado, sin necesidad de remontarse tan atrás en el tiempo y romper así el ritmo de la narración. Por fortuna, no son demasiados los casos en los que el autor ha abusado de ese recurso y la trama, excepto un poco en el primer tercio de la novela, se desarrolla con fluidez.

Y esa trama va aumentando en interés a medida que avanzamos en la lectura. Quevedo se devela como un personaje de una inteligencia abrumadora, apasionado, manipulador, a quien su complejo de inferioridad, debido a su físico y escasa fortuna, le vuelven en ocasiones rencoroso e incluso retorcido, y en el que todos sus actos persiguen un fin determinado. Y ese personaje se ubica en un escenario histórico de lo más sugerente: Madrid, Sicilia, Nápoles y Venecia en el siglo XVII, cuando las posesiones de la corona española se extendían a la península itálica. Todo un entramado de rivalidades, traiciones y conspiraciones que giran en torno a su figura y en la que destacan otros personajes sino tan complejos sí igual de interesantes.
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lunes, 14 de diciembre de 2009

Se buscan jóvenes, delgados y huérfanos. Pony Express.

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Artículo - por Pilar Alonso
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Que una carta tarde casi un mes en llegar a su destino es, en nuestros tiempos, poco menos que anecdótico. Pero en el Oeste del siglo XIX era lo más corriente. Cualquier documento con destino a California, fuese una ley, una noticia o una simple carta de amor, debía recorrer, a menudo en diligencia, un territorio en gran parte inexplorado y lleno de peligros. Y eso cuando el documento en cuestión no viajaba en barco y rodeaba todo el continente antes de arribar a las manos de su destinatario, con lo que el plazo podía aumentar considerablemente. Así, los habitantes de Los Ángeles, por ejemplo, supieron que el estado de California había sido admitido en la Unión seis semanas después del hecho.

El telégrafo y el ferrocarril aún no habían alcanzado el lejano Oeste, y se hacía necesario un nuevo método para hacer llegar el correo con más premura. La única solución posible en aquellos días de 1860 parecía ser un enlace postal a caballo. Los padres de la idea fueron los principales socios de una empresa de diligencias, especialmente William Russell (1812-1872), y la iniciativa obtuvo el apoyo federal.

De ese modo se inició una carrera contra el tiempo que serviría para demostrar si era posible realizar la ruta entre Missouri y California, más de 3.100 kilómetros a través de montañas, praderas y desiertos, en menos de diez días. Eso significaba que los jinetes debían galopar a toda velocidad durante todo el tiempo y suponía que los caballos debían reemplazarse con frecuencia, cada 16 kilómetros aproximadamente. Para cumplir con esos requisitos, se construyeron 190 casas de postas a lo largo de toda la ruta para efectuar los relevos, con personal de apoyo, guardias y provisiones.

Russell y sus socios tuvieron que adquirir más de 400 caballos aptos para el servicio, resistentes y rápidos, y faltaban los jinetes, el otro elemento imprescindible. La compañía puso un anuncio en marzo de 1860 en estos términos: “El Pony Express necesita jinetes jóvenes, delgados (no podían sobrepasar los 56 kilos de peso), resistentes, a ser posible no mayores de 18 años, dispuestos a asumir riesgos mortales casi a diario, y preferentemente huérfanos”. El sueldo era de 25 dólares a la semana, nada desdeñable para aquella época, y no fueron pocos los voluntarios que se presentaron a cubrir las poco más de 80 vacantes. A cada uno de ellos se le hacía entrega de una Biblia y se comprometían a no blasfemar, no emborracharse y no pelearse con los compañeros.
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El primer viaje se efectuó el 3 de Abril de 1860, cuando dos jinetes salieron desde los dos extremos de la línea simultáneamente, un recorrido que fue seguido con atención por la prensa de la época y que gozó de gran popularidad. Se inauguraba así el Pony Express.

El más joven de los jinetes que formaron parte del Pony Express fue Bronco Charlie Miller, que tenía 11 años de edad cuando ingresó en la compañía. Y el más famoso sin duda fue William F. Cody, “Buffalo Bill”, que se incorporó a los 14 y que protagonizó una de las hazañas que marcaron la historia del Pony Express: al encontrar muertos en las paradas de postas a dos de los jinetes que debían sustituirle, realizó él solo el recorrido que les habría correspondido: 615 kms en 21 horas y media. Pero no fue el único héroe de aquella aventura, otros protagonizaron hechos semejantes, como Robert Haslan, apodado “Pony Bob”, que tras salir ileso de un enfrentamiento con los indios paiutes, batió los récords de velocidad y distancia de toda la historia del Pony Express: 140 kms. en ocho horas y diez minutos.

Esas proezas despertaban la admiración de sus coetáneos, que veían pasar, entre asombrados y encantados, a aquellos rápidos jinetes, a quienes aplaudían o saludaban con entusiasmo.
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El jinete cambiaba de caballo en cada posta y él mismo era relevado cada cinco o seis cambios. Cuando se aproximaba a una de las estaciones de relevo, ya le aguardaba su nueva montura debidamente preparada, a la que subía de un salto tras coger y colocar su mochila con el correo, una alforja de cuero que no podía sobrepasar los 9 kilos de peso. El cambio se efectuaba en menos de treinta segundos.

Debían cabalgar también durante la noche, sin más iluminación que la luz de la luna, y sufrir las inclemencias del tiempo. Además, para no sobrecargar de peso a los caballos, sólo se les permitía llevar un único revólver para enfrentarse a indios, bandidos o animales salvajes. Era un trabajo muy duro y fueron muchos los que abandonaron tras un primer viaje, al constatar las peligrosas y agotadoras condiciones de trabajo.

Con la llegada primero del telégrafo y más tarde del ferrocarril, el Pony Express tenía los días contados. La compañía, que había cambiado de manos en marzo de 1861, llevó a cabo su último viaje el 21 de noviembre de ese mismo año. La aventura había durado poco más de año y medio y se había saldado con un gran fracaso económico.

Las aventuras de aquellos muchachos que escribieron parte de la historia de los Estados Unidos subidos a un caballo, protagonizó la serie de TV “Jóvenes Jinetes”, producida por la MGM en 1989.
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viernes, 11 de diciembre de 2009

El hombre de Esparta - Antonio Penadés

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Reseña - por Pilar Alonso

Planeta de Agostini, 2005
Género: Novela histórica
349 páginas



Atenas, siglo V a.C. Isómaco es un respetado ciudadano, admirador de Sócrates y defensor de Pericles, que participa en la Asamblea y en los asuntos públicos en un momento en que la guerra contra Esparta es inminente.

Cuando Isómaco compra al esclavo Neleo para que ejerza como pedagogo de su hijo, se desencadenan una serie de hechos que convertirán su vida y la de su familia en un infierno. Y Alcinoo, su eterno enemigo, parece ser el responsable de ello.
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Cuando una novela histórica aúna calidad literaria y rigor histórico podemos encontrarnos con joyas como El hombre de Esparta. En ella no sólo la ambientación está conseguida, el entorno bien dibujado y las circunstancias históricas bien definidas, es que el autor no ha abusado de ellas para tratar de contar su historia, apabullando al lector con datos y datos y provocando con ello que la trama se resienta. Bien al contrario, es la trama lo que destaca en este libro y el trasfondo histórico no es más que el escenario, como debe ser.

El hombre de Esparta transcurre, pese a su título, en Atenas, aunque la historia hunda sus raíces en Esparta, y relata la vida de un hombre del siglo V a.C., un hombre dispuesto a defender la Democracia a cualquier precio, admirador de Sócrates, Anaxágoras y Herodoto. Pero es también la historia de una venganza llevada a sus últimas consecuencias, una historia de dioses, hombres y oráculos, con cierta dosis de suspense y aventura, de épica, traiciones y amores.

Resulta muy fácil adentrarse en este libro. El autor ha sabido plasmar un mundo complejo de una forma sencilla, sin caer en artificios ni tecnicismos, y uno se desliza por sus páginas saboreando cada detalle, oliendo los campos que circundan Atenas, asistiendo a sus Asambleas o disfrutando de una copa de buen vino mientras filosofa con los amigos.

Y cuando, debido a un suceso trágico, la atmósfera se enrarece, cuando la desesperanza vence a sus personajes, el lector no puede evitar verse arrastrado también a ese torbellino de emociones.

Como el mismo autor comenta en el ensayo Cinco miradas sobre la novela histórica, de Ediciones Ehové, “La grandeza de la literatura reside, ante todo, en su inmensa capacidad de evasión”. Y no hay duda de que El hombre de Esparta lo logra con creces.
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miércoles, 9 de diciembre de 2009

Criadas y señoras - Kathryn Stockett

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/

Maeva Ediciones, Noviembre 2009
Género: Novela
476 páginas



Skeeter, de veintidós años, acaba de volver a su casa en Jackson, en el sur de Estados Unidos, tras terminar sus estudios en la Universidad de Misisipi. Pero como estamos en 1962, su madre no descansará hasta que no vea a su hija con una alianza en la mano.

Aibileen es una criada negra, una mujer sabia e imponente que ha criado a diecisiete niños blancos. Tras perder a su propio hijo en un desafortunado accidente, siente que algo ha cambiado en su interior. Se vuelca en la educación de la niña que tiene a su cargo, aunque es consciente de que terminarán separándose con el tiempo.

Minny, la mejor amiga de Aibileen, es probablemente una de las mejores cocineras de todo Misisipi. Pero como no sabe controlar su lengua, acaba de perder otro empleo cuando, por fin, parece encontrar su sitio trabajando para una recién llegada a la ciudad que todavía no conoce su fama.

A pesar de lo distintas que parecen entre sí, estas tres mujeres acabarán uniéndose para llevar a cabo un proyecto clandestino que supondrá un riesgo para todas. ¿Y por qué? Porque se ahogan dentro de los límites que les imponen su ciudad y su tiempo. Y, a veces, las barreras están para saltárselas.

(Sinopsis de la editorial)
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La ciudad de Jackson, Mississipi, donde se desarrolla esta historia, no debía ser muy distinta a otras muchas ciudades del sur de los Estados Unidos a principios de los años 60. La segregación racial era un hecho. Autobuses, baños, cines, restaurantes, campos de béisbol, bibliotecas, hospitales… unos para los blancos y otros para los negros. Ningún negro, por ejemplo, podía cortarle el pelo a un blanco, ni ser enterrado en terreno donde hubiesen dado sepultura a los blancos, ni compartir el agua de una fuente o una mesa de billar, ni acudir a la misma farmacia o comprar sellos en la misma ventanilla de Correos. Son sólo algunos ejemplos de lo que era la vida cotidiana para la mayoría de la gente de color del Sur. Y de eso va precisamente este libro, de la vida cotidiana.

El Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos no carece de episodios dramáticos, de movilizaciones y de personajes de la talla de Martin Luther King. Pero en esta novela no se tratan los “grandes hechos” más que de pasada. Son los sucesos pequeños los que acaparan la atención y dibujan una realidad mucho más cercana.

De la mano de dos criadas negras y de una joven blanca con ganas de cambiar las cosas, la autora nos desvela los entresijos de una sociedad duramente compartimentada, en la que nadie cruzaba las líneas que la costumbre había impuesto para todos.

Las tres protagonistas se alternan para narrar, en primera persona, una historia marcada por el miedo y por el valor. Gracias a ellas podemos conocer un poco lo que suponía ser una criada negra en una casa de blancos en aquella época, no tan lejana como nos gustaría pensar. A través de ellas vivimos situaciones humillantes o frustrantes, trágicas en ocasiones, pero también esperanzadoras. Porque la esperanza es lo que mueve a sus protagonistas, a esas tres mujeres unidas contra toda lógica en medio de una sociedad que lucha por mantenerse anclada en el pasado.

Estremecedora, tierna, sugerente y desgarradora… una novela con corazón.
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domingo, 6 de diciembre de 2009

Música y lágrimas (1954)

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Películas - por Pilar Alonso


Esta película, titulada originalmente The Glenn Miller Story, narra la vida del famoso músico norteamericano, interpretado por un maravilloso James Stewart. Ganadora de un Óscar al mejor sonido y dos nominaciones por la banda sonora y el mejor guión original, se estrenaba diez años después de la desaparición de Miller durante la Segunda Guerra Mundial.

La cinta explora algunos de los episodios que marcaron la carrera del músico, sus modestos inicios en California y su posterior éxito en New York tras años de duro trabajo y de búsqueda de un sonido propio, un sonido que la juventud norteamericana no tardaría en adoptar.

En la película juega un papel primordial su esposa Helen Berger, interpretada por una June Allyson más que convincente, que es apoyo e inspiración constantes. Y también figuran no sólo varios de los componentes de la auténtica banda de Miller, también algunos músicos que le conocieron y que se interpretan a sí mismos: Loui Amstrong, Gene Krupa o Ben Pollack entre ellos. Es fantástica la escena en la que varios de ellos actúan sobre el escenario para celebrar la boda entre Glenn y Helen.
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Porque la música es esencial en esta película, los arreglos musicales que hicieron famosos a Miller y a su orquesta, magníficamente interpretados. Es imposible permanecer con los pies quietos mientras suenan piezas como Moonligh Serenade, Pennsylvania 6-5000 o In the mood, que fue número uno durante quince semanas consecutivas en 1940.

Es muy probable que la película, un tanto edulcorada, no sea una visión real del personaje y que las cosas no sucedieran tal y como nos las presenta su director, Anthony Mann, pero la historia funciona de principio a fin, la música es estupenda, tiene buena fotografía, buen elenco de actores y algunas escenas fascinantes.

Música y lágrimas es un excelente tributo a uno de los mejores músicos del siglo XX.
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jueves, 3 de diciembre de 2009

Amantes y enemigos - Heather Graham

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Reseña - por Pilar Alonso

Editorial Plaza&Janés, Junio 2009
Género: Novela histórica romántica
425 páginas



Primera entrega de la trilogía de los Cameron.

Kiernan es una mujer orgullosa, una dama sureña dispuesta a enfrentarse a quien sea para preservar su estilo de vida, incluso aunque se trate del hombre de quien está enamorada.

Jesse Cameron, aunque oriundo del Sur, es coronel del ejército de la Unión, aunque ello signifique dar la espalda a sus amigos, vecinos, y a la mujer de la que está enamorado.

La guerra los ha separado. La guerra también se ocupará de volver a unirlos.
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La Guerra de Secesión norteamericana (1861-1865) ha sido protagonista de multitud de películas. ¿Quién no recuerda a John Wayne vestido de azul, al frente de las tropas de la Unión? ¿O a Rock Hudson ataviado de gris, los colores de la Confederación? ¿O películas como Lo que el viento se llevó, La cabaña del tío Tom, o series como Norte y Sur? Y todos hemos oído hablar de Abraham Lincoln, Jefferson Davis, Ulysses S. Grant o de Robert E. Lee. Aquel conflicto que marcó un antes y un después en la historia de los Estados Unidos ha sido llevado al cine y a la televisión, y ha llenado páginas y páginas de novelas y ensayos (por desgracia, muy pocos traducidos a nuestro idioma).

Pues ese conflicto es el marco en el que Heather Graham ha ubicado su historia. Una historia romántica entre una mujer del Sur y un hombre que, aunque también del Sur, opta por continuar en el ejército de la Unión, hecho que los convierte, a priori, en enemigos.

Es cierto que me ha sobrado alguna escena de amantes, especialmente al inicio, con tanto encuentro amatorio explicado al detalle. Pero el resto de la novela es soberbio. La autora ha sabido conjugar la historia de amor con la Historia de los inicios de la Guerra de Secesión, cómo se gestó, cómo se inició, cuáles fueron sus protagonistas y cómo se desarrollaron los primeros meses del conflicto. Ambos protagonistas están en el meollo de sus bandos respectivos y a través de sus trayectorias asistimos también al devenir de la Guerra, especialmente en la zona del estado de Virginia, del que ambos son oriundos.

La novela está magníficamente ambientada, cuidada con detalle, bien documentada, con personajes bien perfilados y con cierto regusto a Lo que el viento se llevó. Al menos la protagonista femenina me hacía pensar en Scarlett O’Hara en no pocas ocasiones.

El argumento es sencillo, nada que ver con la obra de Margaret Mitchell, una historia de amor sin excesivas pretensiones pero enmarcada en un contexto sumamente rico e interesante.

Aparte del abuso de escenas “tórridas” al comienzo, a las que antes aludía, y el papel un poco exagerado y a veces llevado al extremo de la protagonista femenina, me ha parecido una novela sugerente, con ritmo, con un trasfondo histórico trabajado y con evidente calidad narrativa. Más una novela histórica que una novela romántica. Y absolutamente recomendable.
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martes, 1 de diciembre de 2009

Manual de la oscuridad - Enrique de Hériz

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/

Edhasa, Mayo 2009
Género: Novela
566 páginas



Víctor Losa ha sido elegido el mejor mago del mundo. En la cúspide de su carrera, rememora sus primeros tiempos, las clases, las prácticas, los primeros trabajos y a su maestro Galván.

Ahora que parece haber alcanzado la cima, el azar le juega una mala pasada y deberá enfrentarse a un viaje sin retorno, en el que la oscuridad es el nuevo obstáculo a vencer.
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No es una tarea sencilla lograr que un lector olvide que lo que tiene entre manos es un libro, y eso es justamente lo que consigue Enrique de Hériz con esta novela, hacernos olvidar que es una historia de ficción y que estamos ante un puñado de papel. Abrir la primera página es ya el inicio del viaje, un viaje que está dividido en dos partes.

La primera de ellas está llena de colorido, de retos, de sorpresas, donde la magia, la ilusión, es la verdadera protagonista. Es fascinante asistir al aprendizaje de Víctor, el modo en que va aprendiendo nuevos trucos, los obstáculos que debe vencer, sus primeras incursiones en un universo que lo convertirá en su dios. Y todo ello salpicado de episodios que narran las peripecias de magos famosos e ilusionistas del siglo XIX y la historia de algunos de sus trucos.

La segunda parte es completamente distinta. El color da paso a las tinieblas y la lucha entre los dos protagonistas resulta mucho más intimista. Víctor debe hacer frente a su ceguera, un obstáculo que en principio parece insalvable, y Alicia es el instrumento que debe vencer su hercúlea resistencia.

Ambas están magníficamente planteadas y escritas, si bien la primera posee más atractivos argumentales para mi gusto. Es curioso cómo parecen convivir y complementarse dos historias que en principio parecen tan ajenas y cómo el autor logra conmovernos, haciéndonos tomar partido, especialmente en la segunda mitad, por uno u otro personaje.

La sensación es la de encontrarse ante dos novelas distintas, con diferentes registros, giros y personajes, y sin embargo en ambas es Víctor el protagonista, aunque en circunstancias distintas.

Una novela cautivadora, sugerente y adictiva. Un viaje por la memoria y la ilusión, donde todo es posible y hasta en la oscuridad se puede encontrar una luz.
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