viernes, 28 de noviembre de 2008

El niño robado - Keith Donohue

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com

Editorial Grijalbo
383 páginas
Género: Novela



Henry Day ha desaparecido, y nadie sabe que llevaban meses vigilándolo, aprendiendo sus costumbres, almacenando sus experiencias y recuerdos. Los duendes del bosque han decidido que por fin ha llegado el momento de suplantarlo.

Henry Day fue llevado al bosque y otro, convertido en él, ocupó su lugar, una réplica exacta del niño de siete años.

El falso niño crecerá y vivirá la vida que le habría correspondido, mientras el auténtico Henry Day debe permanecer en el bosque, acompañado de otros como él, aguardando su propia oportunidad.


Opinión


Keith Donohue se estrena en el panorama literario con una obra cuyo rasgo más característico es la originalidad. Partiendo de antiguas leyendas del norte de Europa, en que los niños de corta edad eran secuestrados y suplantados por elfos o trasgos, Donohue elabora su historia.

Henry Day es el niño protagonista, raptado por las criaturas del bosque y suplantado por una de ellas. El suplantador debe adoptar el aspecto del niño, y utilizar la información que han ido recopilando a lo largo de los meses acerca de su entorno, familia, amigos, juegos... Las víctimas no han de ser muy mayores, Henry tiene siete años, porque entrarían en juego muchas complicaciones difíciles de subsanar.

Y así el suplantador se instala en casa del suplantado y vive su vida. Debe acordarse de crecer conforme transcurre el tiempo, de quién es quién y, aunque a veces puede cometer un error, todos sabemos lo permisivos que podemos ser a veces con los niños, tratándolos de despistados, inquietos o traviesos. Y nadie, o casi nadie, se da cuenta de que hay algo que no va bien, que es distinto, ni siquiera los padres. Sí, es evidente que algo raro pueden notar en ocasiones, pero sin duda lo achacarán a cualquier otra causa, en este caso las horas que pasó Henry Day perdido en el bosque el día que decidió escaparse.

Es cierto que, a priori, parece un libro de fantasía, pero es mucho más que eso. En capítulos alternos asistimos al desarrollo de la historia del suplantador (que también una vez fue suplantado) y el suplantado, cómo crecen, cómo se desenvuelven en la realidad que les ha tocado vivir. El falso Henry Day tiene recuerdos de su vida pasada, más de un siglo atrás, y trata de adaptarse a la nueva mientras crece, estudia, trabaja, se enamora... El verdadero debe permanecer oculto en el bosque, con compañeros que son como él, como los niños perdidos de Nunca Jamás, que no crecían físicamente. En este caso, no obstante, el crecimiento interior sí se lleva a cabo, con la adquisición de nuevos conocimientos y experiencias. Son adultos, ancianos en algunos casos, encerrados en cuerpos de niños hasta que encuentren una víctima en la que volver al mundo. Y desde ese prisma es mucho más que una novela de fantasía, es un viaje por la infancia, por los sueños, por nuestra condición humana, nuestros miedos y fracasos...

La novela está impecablemente escrita, la trama es original, el ritmo adecuado, el tema fascinante. Todos los ingredientes para hacer de esta novela un gran éxito.
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lunes, 24 de noviembre de 2008

Arte: Wilhelm Marstrand - Christian IV sobre la cubierta del Trinity

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(pinchar para agrandar)

Christian IV de Dinamarca sobre la cubierta del Trinity (Trefoldighed) durante la batalla de Kolberger Heide del 1 de Julio de 1644. Óleo sobre lienzo, 175 x 120 cms, pintado en 1865 por Nicolai Wilhelm Marstrand, Museo de Historia, Frederiksborg, Dinamarca.


El pintor danés, Wilhelm Marstrand (1810-1873), uno de los pintores pertenecientes a la Edad Dorada de la pintura danesa, inmortalizó la escena sobre la cubierta del Trinity en la batalla de Kolberger Heide, en la Bahía de Kiel (Alemania), en la que el rey perdió uno de sus ojos (en el centro de la escena con un vendaje rodeándole la cabeza) durante la guerra contra Suecia.

Mientras se hallaba sobre cubierta, un cañón fue alcanzado por el fuego enemigo y astillas de madera y metal se incrustaron en su cuerpo, lo cegaron de un ojo y lo arrojaron al suelo. Se puso en pie de inmediato y continuó dirigiendo la batalla, lo que le convirtió en un héroe para su pueblo.

A pesar de ello, y a pesar de la superioridad demostrada por la Armada Danesa, la batalla no finalizó con la clara victoria de ninguno de los contendientes. Suecia, tras la Guerra de los Treinta Años, disponía de mayores territorios y alianzas y, unos meses más tarde, logró aniquilar la flota danesa. El rey Christian se vio obligado a firmar la paz en 1645 y a ceder parte de sus posesiones.

El artista

Wilhelm Nikolaj Marstrand (1810-1873) fue educado en la Academia de Arte danesa entre 1826 y 1833, bajo la supervisión de Christoffer Wilhelm Eckersberg, amigo de su padre. Fue miembro, catedrático y director de dicha Academia y está considerado como uno de los más grandes artistas daneses de la historia. Fue muy prolífico y prefería los motivos cotidianos de Copenhague y, más tarde, también de Roma, adonde viajó en 1836. Además, pintó muchos retratos encargados por la burguesía, más tarde gran número de cuadros históricos y recibió el encargo de adornar la capilla de Christian IV en la Catedral de Roskilde.
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domingo, 23 de noviembre de 2008

Houdini y Sherlock Holmes - Daniel Stashower

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com


Editorial: La factoría de ideas
255 páginas
Género: Novela



Una serie de cartas comprometedoras han desaparecido de una habitación acorazada y Harry Houdini parece ser el sospechoso idóneo. Se encuentra en la ciudad realizando una serie de representaciones y sus huellas han aparecido en el despacho.

Sherlock Holmes, alentado por el doctor Watson, decide ayudar al mago, con quien forma una alianza para tratar de esclarecer los hechos.

El autor

Daniel Stashower, mago, escritor y coguionista de series como Stargate, es también un conocido articulista en publicaciones como The New York Times o The Wall Street Journal, entre otras.

Su biografía de Conan Doyle recibió en el premio Edgar y Agatha en el año 2000 y Houdini y Sherlock Holmes es su primera novela.


Opinión

Encontrar a dos personajes tan carismáticos como Houdini y Holmes juntos en una misma novela resulta a priori más que fascinante, especialmente si se tiene en cuenta que Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, y Harry Houdini se conocieron en la vida real y que incluso, al principio, fueron amigos. Esa amistad se rompería más tarde debido a la persecución que realizó Houdini contra los médiums y espiritistas, en los que Conan Doyle creía firmemente.

La novela, como todas las existentes sobre Holmes, está escrita por Watson y el autor hace que el manuscrito del doctor aparezca en la trastienda de una antigua tienda de magia, para dar mayor credibilidad al relato. Y lo cierto es que lo consigue.

Mientras la estaba leyendo, me resultaba extraordinariamente familiar, como si también hubiese sido escrita por Conan Doyle, notas al pie incluidas. Los diálogos, los personajes, el ritmo, la ambientación, el desarrollo de la trama... todo sigue las pautas del autor original y uno incluso logra olvidar que la escribió alguien bien distinto. Es evidente que el conocimiento de Stashower acerca de Conan Doyle le ha servido para escribir esta historia sin fisuras aparentes.

El aliciente de contar con Houdini en la trama consigue que la historia resulte aún más atractiva, un personaje real trabajando junto a uno de ficción contribuye a aumentar la carga de realismo que siempre ha caracterizado al detective de la pipa y la lupa.

El autor aporta algunos datos biográficos sobre el gran ilusionista y algunos trucos que realizó en su vida real, como el escapismo en el tanque de agua, en el interior de una lechera o en la celda de una prisión, y logra explicar alguno de ellos a raíz del misterio en el que se envuelto. De este modo, realidad y ficción se entremezclan con tal maestría que en ocasiones es difícil saber dónde acaba una y empieza la otra.

Estoy convencida de que cualquiera que haya disfrutado alguna vez con los misterios de Sherlock Holmes no dejará de apreciar también esta novela, que ha sabido rescatar al personaje y volver a dotarlo de vida. Quién sabe si aún nos aguardan muchas otras aventuras del más famoso detective de todos los tiempos.
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viernes, 21 de noviembre de 2008

El sendero de las lágrimas

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Apuntes - por Pilar Alonso

No te pares al lado de mi tumba y solloces.
No estoy ahí, no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan y sostienen las alas de los pájaros
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No estoy ahí, no he muerto.

(Poema cherokee)
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Los cherokees pertenecían a la familia iroquesa y ocupaban tierras en el sureste de los Estados Unidos, en las dos Carolinas, Georgia, Alabama y Tennessee. Estaban divididos en siete clanes y eran propensos a la paz, preferían comerciar antes que usar las armas.

Durante la Guerra de Independencia (1776-1783), lucharon en el bando de los ingleses, pensando que de obtener la victoria, recuperarían las tierras que ya les habían arrebatado los colonos. Pero no fue así y, al finalizar la contienda, cada estado tuvo prerrogativas para ocuparse a su manera del tema indio. Con la firma de un tratado, perdieron grandes extensiones de terreno. Se quedaron así con un pedazo de tierra pequeño y sin apenas caza. La hambruna y las enfermedades no tardaron en cebarse con ellos.

Tratando de adaptarse, siempre adaptarse a los recién llegados, intentaron amoldarse a las costumbres políticas y comerciales de los colonos y formaron su propio gobierno a imitación del norteamericano. Pero aún había quien pensaba que poseían demasiadas tierras, que éstas debían permanecer a los colonos y que los cherokees jamás podrían pertenecer a la Unión, especialmente Andrew Jackson, que asumió la presidencia de los Estados Unidos en 1829.

Los cherokees trataron de llevar su caso a los tribunales, con escaso éxito. Y en 1838 llegó, finalmente, la orden de su expulsión.

Unos años atrás se había formado la “frontera india permanente”, que se extendía más allá del río Mississippí y que con el paso de los años se fue desplazando hasta desaparecer. Muchas tribus indias ya habían sido obligadas a abandonar sus tierras y ocupar el desconocido oeste, del que también más tarde serían expulsados.

El 26 de mayo de 1838 se ordenó que todos los cherokees debían abandonar la Montaña de Humo y marcharse a lo que más tarde sería Oklahoma.

Su población la componían varios millares de personas y primero se las reunió a todas en un mismo lugar, se las encerró en el interior de empalizadas y se programó su deportación en varias etapas. Pero el hallazgo de oro en los Apalaches precipitó su marcha, que comenzó en el otoño de 1838.

Miles de indios, con sus escasas pertenencias a la espalda, tuvieron que abandonar sus tierras. John Burnett, uno de los soldados que formó parte de la dotación que acompañó a los cherokees, dejó constancia de aquel viaje. Suyas son estas palabras: “Nadie podría olvidar la tristeza y la solemnidad de aquella mañana. El Jefe cherokee John Ross elevó una plegaria y cuando sonó la corneta y la caravana se puso en marcha, muchos niños se giraron y dijeron adiós con la mano a sus montañas, sabiendo que las abandonaban para siempre”.

Bajo el mando del general Winfield Scott, a punta de bayoneta, sin mantas, y en muchos casos sin zapatos, recorrieron los más de 1.500 kms que los separaban de su destino. El gobierno había suministrado menos de 700 carros para todos, la mayoría tuvo que hacer el camino a pie.

Durante el trayecto tuvieron que dormir en el suelo, sin poder encender una fogata, mal abrigados para el invierno, con una dieta pobre y desconocida, cansados, asustados, tristes y, en ocasiones, maltratados por algunos soldados.

Cuando finalizó el viaje, el 26 de marzo de 1839, uno de cada cuatro cherokees había muerto durante el camino, de frío, hambre o enfermedad. Más de 4.000 tumbas jalonaban el recorrido hasta Oklahoma.

Los supervivientes lo bautizaron como “el sendero de las lágrimas”.
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miércoles, 19 de noviembre de 2008

Urraca, Señora de Zamora - Amalia Gómez

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com


Editorial Almuzara
253 páginas
Género: Biografía novelada



Doña Urraca, hermana de Alfonso VI, es la protagonista de esta biografía novelada. Su relación con el Cid Campeador, la resistencia en Zamora ante el asedio de su hermano Sancho, el apoyo constante al rey Alfonso, el trabajo al frente de los monasterios bajo su tutela y su vida azarosa y turbulenta.


Opinión

Doña Urraca es un personaje histórico fascinante. Su padre, Fernando I de Castilla y León, repartió el reino en su testamento entre sus tres hijos varones y a Urraca y Elvira les otorgó el señorío de los monasterios de Zamora y Toro respectivamente. Pero, para ello, debían mantenerse célibes.
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Así pues, Doña Urraca permaneció soltera toda la vida, al contrario que su hermana Elvira, que renunciaba así a sus derechos. Y ello no obstante, a juzgar por la obra de Amalia Gómez, no le supuso ningún problema. De ese modo tenía la libertad que necesitaba para seguir de cerca las batallas que se libraban contra los moros, para moverse a su antojo, aconsejar a su hermano el rey y dar su opinión en cuantos temas políticos pudieran surgir, un hecho que le acarreó no pocas críticas entre los nobles, que consideraban que una mujer no tenía nada que decir en los asuntos del reino.

La novela está bien documentada y sigue un orden cronológico que ayuda a la comprensión de la época, que se inicia con la infancia de la Infanta, con un Cid Campeador que parece ser su primer amor, y que culmina con su entierro en San Isidoro de León.

Pese al innegable interés histórico de la obra, le falta garra para atrapar al lector, tal vez porque el ritmo sea lento o los diálogos un tanto artificiales. Poner en boca de los protagonistas los hechos que van transcurriendo, explicándoselos unos a otros en lugar de hacerlo por medio del narrador, es un recurso muy arriesgado que, en este caso, logra aburrir un poco al que se asoma a sus páginas.

A pesar de ello, me parece un libro de una indudable calidad histórica, más ensayo que novela, sobre una mujer inteligente, enérgica y apasionante, que desempeñó un importante papel en la historia del siglo XI.
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martes, 18 de noviembre de 2008

Blaze - Stephen King

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com


Editorial Plaza&Janés
330 páginas
Género: Novela


Blaze y George son dos delincuentes de poca monta que deciden dar un gran golpe y retirarse. El objetivo: secuestrar a un bebé y pedir un cuantioso rescate.

Blaze es un poco retrasado, mide más de dos metros y hace todo lo que George le dice.

Poco antes de cumplir con su misión, George, el cerebro de la operación, muere y deja a Blaze solo.

¿O no?


Opinión

Al inicio del libro hay una carta de Stephen King que revela que ésta es una novela de baúl, escrita en el período 1966-1973 bajo el pseudónimo de Richad Bachman. Olvidada en una caja, la ha reescrito y publicado ahora.

La novela tiene cierto gusto a De ratones y hombres, de Steinbeck. Blaze, pese a ser un delincuente, logra enternecer al lector por su ingenuidad y por su historia. Su vida bien podría haberla escrito un Dickens moderno, trágica hasta el exceso, y por supuesto conmovedora.

A mí, incondicional de Stephen King, me gusta casi todo lo que escribe. Pienso que es una de las plumas más impresionantes de la narrativa actual, olvidando la temática, que puede no ser del gusto de todos. Y este libro no hace sino confirmar mi opinión, a pesar de ser una novela “reciclada”. No toda la obra de Stephen King se enmarca dentro del género de terror. Es cierto que en todos o en casi todos sus libros ocurren cosas que podrían calificarse, cuanto menos, de sobrenaturales, pero verdadero terror sólo se respira en unos cuantos. Tiene otras muchas novelas inquietantes y muchas otras en las que los elementos terroríficos ocupan un espacio muy pequeño, absorbidos por la fuerza de los personajes o de la trama. Blaze pertenece a este último grupo.

King es un maestro a la hora de crear atmósferas y ambientes opresivos, de retratar personajes inquietantes y situaciones límite. Y esta última novela no es una excepción.

La cogí casi con veneración y me la zampé de una sentada, casi sin poder apartar la vista de sus páginas. Y no me defraudó en absoluto. Blaze es un ser solitario y maltratado, un gigante que ha sido utilizado por todos, que ha perdido las pocas cosas buenas que hubiera podido tener, olvidadizo e ingenuo y que, sin embargo, establece un vínculo con el bebé que es prácticamente imposible que te deje indiferente.

Hay varias novelas de King que logran conmoverme, algunas hasta las lágrimas. Blaze posee esa fuerza y esa ternura y era imposible que cerrara el libro sin sentir, al menos, esa conocida presión en el pecho.
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lunes, 17 de noviembre de 2008

Nuestro calendario

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Apuntes - por Pilar Alonso


Una de las muchas reformas que llevó a cabo Julio César fue la del calendario.

Hasta el año 46 a.C. existía un calendario distinto para cada pueblo romano, todos basados en los ciclos de la luna, y habitualmente dividido en diez meses. No tenían en cuenta las semanas, sólo las fases lunares, y el año podía tener una extensión de entre 354 y 373 días, dependiendo de la zona.

El astrólogo egipcio Sosígenes de Alejandría elaboró el conocido como calendario juliano a petición de Julio César, que desde entonces llevaría su nombre.

Así pues, a partir del 1 de enero del año 45 a.C. el año tuvo doce meses en lugar de los diez que había tenido hasta entonces y los meses eran de treinta o treinta y un días (excepto febrero que hay quien dice que, como a los romanos no les gustaba, le añadieron menos días que al resto). La extensión pasaba a ser de 365 días.

El mes de septiembre debe su nombre a que era el séptimo mes del antiguo calendario, antes de que se le añadiesen enero y febrero, pues el año comenzaba en marzo, el mes de Marte, que era cuando se decidían las campañas militares del año. Octubre era el octavo, noviembre el noveno... Y se añadió el año bisiesto: febrero tendría 29 días cada cuatro años, para no retrasarse con respecto al calendario solar.

El mes quintilis (Julio) se consagró a Julio César a petición de Marco Antonio y el mes sextilis (Agosto) a Octavio Augusto a petición del Senado en el 23 a.C. Otros emperadores, como Calígula o Nerón, trataron de modificar el nombre de algunos meses, pero sus reformas no prosperaron.

El primer año constó de 445 días, para corregir los desfases de los años anteriores, y fue conocido como el año de la confusión. Desde entonces, año 44 a.C., tiene 365.

Este calendario permaneció vigente hasta la reforma del Papa Gregorio XIII, que introdujo el calendario gregoriano a finales del siglo XVI. Se eliminaron de golpe diez días (del 4 al 15 de octubre de 1582) para ajustar los desfases acumulados desde la época de Julio César, y es el calendario que se usa en la actualidad en la mayor parte del mundo.
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sábado, 15 de noviembre de 2008

Película: Miss Potter (2006)

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Miss Potter cuenta la historia de Helen Beatrix Potter (Renée Zellweger), escritora e ilustradora de cuentos infantiles, la relación con su editor, Norman Warne (Ewan McGregor) y su vida en el Distrito de los Lagos, donde compró varias granjas para evitar la construcción descontrolada. Una mujer que no se resignó al papel que la sociedad victoriana parecía destinarle, que se rebeló incluso contra su familia y que logró, contra todo pronóstico, un gran éxito con sus cuentos infantiles.

El director, Chris Noonan (cuyo último trabajo databa de 11 años atrás, Babe el Certido valiente) aceptó de inmediato el encargo de dirigir la película y el equipo se desplazó a Londres para rodar algunas escenas, para luego continuar hasta Lake District, hermosísimo entorno y el lugar donde la escritora pasó gran parte de su vida. Ahora los turistas pueden realizar el recorrido por los paisajes que aparecen en el film.

La película, con esos antecedentes, está magníficamente ambientada, la fotografía es maravillosa y la realización impecable. La historia es dulce y en ocasiones emotiva, acompañada de una banda sonora deliciosa. Zellweger no me convenció mucho en el papel, quizás debido a sus continuos mohínes, que me resultaron un tanto sobreactuados, pero McGregor, el pretendiente, y su hermana, interpretada por Emily Watson, están bastante correctos, sin ser excepcionales.

Es cierto que a Miss Potter podría exigírsele una mayor carga dramática, un poco más de agilidad, un poco menos de almíbar e incluso mayor profundidad a sus personajes, pero no hay que olvidar que se trata de una película esencialmente familiar, encantadora, ligera y agradable, con algunos detalles surrealistas que harán las delicias de los más pequeños. En resumen: más que adecuada para un público de esas características.
Helen Beatrix Potter (1866-1943) fue una escritora e ilustradora británica de cuentos infantiles. Escribió 23 libros y su personaje más famoso fue Peter Rabbit (Perico El Conejo), cuya serie ha vendido millones de ejemplares y ha sido traducida a más de 30 idiomas.

Desde su infancia, durante sus veranos en el campo, estudiaba la naturaleza y dibujaba todo tipo de animales.

En 1893 escribió La historia de Peter Rabbit para un niño que estaba enfermo. En 1902 trató de publicarlo y, tras visitar a seis editores, Frederick Warne & Co aceptó la propuesta y sacó a la calle una tirada de 8.000 ejemplares. Desde entonces, no ha dejado de editarse.

Postales, figuritas, muñecos, papel de cartas... todo un universo en torno a las figuras que creó la escritora y que, un siglo más tarde, siguen tan en boga como en sus comienzos.
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viernes, 14 de noviembre de 2008

Rufino Fernández - La sombra del mercenario

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com


Editorial El Andén
380 páginas
Género: Novela



Abato es un íbero lacetano que, para huir de un amor no correspondido, decide alistarse en las tropas de Aníbal. Pronto formará parte del entorno más próximo al caudillo y gozará de su confianza.

El ejército de Aníbal luchará contra el Imperio Romano en varios frentes, en algunos de los cuales el mercenario Abato deberá llevar a cabo una serie de misiones de lo más trascendentes.

Ya en su vejez, retirado y aguardando la muerte, Abato recordará algunos de los episodios más importantes de su vida.


Opinión


La sombra del mercenario es una novela histórica bien documentada y escrita con esmero, en ocasiones incluso con poesía, con algunas frases hermosas que ilustran a la perfección los sentimientos y las pasiones de un soldado.

Escrito en primera y tercera persona, el autor alterna los párrafos en los que habla Abato desde su vejez con los que narran fragmentos de las campañas de Aníbal. Mediante saltos hacia delante y hacia atrás, Rufino Fernández hace un recorrido por algunos de los episodios que marcaron el transcurso de la Segunda Guerra Púnica, con lo que no nos encontramos con una novela tan lineal como fue la de Gisbert Haefs, sino con retazos que ilustran acertadamente una época y un hombre.

A pesar de la originalidad del planteamiento, dicho recurso puede representar un problema para el lector. Los párrafos escritos en primera persona cortan del desarrollo de algún acontecimiento con las reflexiones del mercenario y, pese a lo sugerentes que son en la mayoría de los casos, pueden entorpecer la lectura. Más aún si tenemos en cuenta que muchas de esas reflexiones giran en torno a los mismos temas e idénticos pensamientos, con lo que resultan un poco repetitivos: el lobo que merodea por el refugio, la creencia o no en los dioses y su próximo fallecimiento acaparan casi la mitad de dichas intervenciones.

Cada capítulo se inicia con la cita de alguno de los clásicos: Horacio, Ovidio, Séneca, Virgilio o Cicerón entre otros, y ese detalle dota a la novela de una carga extra de calidad, en una obra que ya la posee por sí misma. Y es que La sombra del mercenario no sólo está bien escrita, es que además resulta de lo más atractiva. Episodios escogidos, narrados con elegancia y con grandes dosis de sangre y vísceras, consiguen cautivar al lector hasta el final, que culmina con los hechos con los que se inicia la novela. Esa sensación circular, ese broche que antecede a la palabra “fin”, consiguen que el lector cierre sus páginas con la agradable sensación de haber concluido una etapa.

Ritos funerarios, referencias a Herodoto, Homero e incluso Confucio, mitología, extensos conocimientos sobre armamento, técnicas de combate, los distintos pueblos de nuestra geografía, la vida de los gladiadores... y personajes reales codeándose con naturalidad con los ficticios, son algunos de los aspectos documentales que caracterizan la novela, y que proporcionan un ambiente en el que es fácil sumergirse para acompañar a Abato en su periplo.

Si a todo ello le añadimos una serie de mapas y una extensa cronología al final, tenemos una obra de lo más sugerente, que hará las delicias de los amantes de la novela histórica.
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Entrevista a Rufino Fernández por "La sombra del mercenario"

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Rufino Fernández es profesor de escuelas de negocios. Ha realizado excavaciones arqueológicas en yacimientos de la época prehistórica, íbera, romana y alto medieval y divulgado trabajos sobre el mundo antiguo. Ha editado cuentos en antologías y en revistas del género y una novela, sobre acoso moral y perversidad, titulada ¡Acorralado!.
Con la simpatía y la amabilidad que le caracterizan, Rufino Fernández ha accedido a contestarnos esta entrevista basada en su último trabajo: “La sombra del mercenario”, finalista del premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio y de la que existe una magnífica presentación en youtube.




¿Cómo nació Abato, el mercenario protagonista de la novela?

Pues verás… quise contar una parte de la historia antigua desde el punto de vista de un íbero, y creé el protagonista que habría de vivir la Segunda Guerra Púnica enrolado en el bando cartaginés. Le di una vida intensa y los años suficientes como para que pudiera contar desde su larga experiencia. Le doté de una voz adecuada a los años y al tiempo que le tocó vivir. Puse su persona al servicio del cartaginés, y lo hice bajo la costumbre de la institución íbera de la “devotio”. Un código de lealtad único en aquel tiempo. El guerrero quedaba ligado de por vida a su “jefe” con el propósito de no sobrevivirle y, por lo tanto, con la misión de defenderle hasta la muerte. Vínculo que lleva aparejado el sentido del honor. Una vez hecho esto, le situé en un lugar apartado desde donde pudiera contar sin influencias externas. Imaginé una atmósfera que pudiera reflejar un sentimiento agridulce y sombrío. Y luego, cuando todo estaba a punto, bauticé al personaje con el nombre del héroe de la primera historia gráfica que leí de pequeño. Sólo tuve que quitarle la primera letra. Ese fue mi pequeño homenaje al cuento, a aquella historia gráfica que leía de pequeño, como tantos, y a la que tantos lectores le debemos un tiempo maravilloso, el gusto por el afán de aventuras, y el placer por la lectura.


En los “Agradecimientos” mencionas el apoyo a su proyecto de Gisbert Haefs. ¿Es Abato en la novela de Rufino Fernández un alter ego del Antígono de la del escritor alemán?

No lo es. Muchas novelas históricas están contadas desde la voz de un personaje testigo o protagonista, de edad avanzada. Esa puede ser la única coincidencia. Un narrador con la edad suficiente como para relatar acontecimientos que interesaran al lector. Pero ahí termina la coincidencia. Abato es Abato. No podría relatar lo que relata, desde otra piel. El agradecimiento a Gisbert Haefs se debe a que le conocí cuando yo ya había iniciado la novela y le conté lo que tenía pensado hacer y me dijo que le parecía un buen proyecto. Luego fue una de las primeras personas que leyó el manuscrito una vez terminado. Si escribiera aquí la respuesta que recibí de su parte, parecería yo un autor falto de modestia. Le gustó, y me lo hizo saber comentando pormenores que mostraban una lectura completa del manuscrito. No solo eso. Más tarde se ofreció a suscribir su opinión en la portada del libro. Hasta ahí llega su generosidad para conmigo y el libro, así que tiene mi agradecimiento. Él lo sabe, porque mantenemos el contacto.


¿Por qué elegiste alternar la primera y tercera persona en el narrador?

Fue una sugerencia de mi editor, Carlos Pujol. Me hizo notar la fuerza que tendría la voz, si Abato contaba las reflexiones y acontecimientos más cercanos en el tiempo, en primera persona, y su propia memoria se convertía en narrador en tercera. Esa tercera podía contar los acontecimientos más lejanos, como una cámara que lo registra todo pero que duda, en ocasiones, de lo que vio o sintió el protagonista debido a los años transcurridos. Probé una y otra vez hasta que quedé satisfecho del resultado. Creo que ayuda a dar profundidad al personaje sin que su voz persistente se le haga pesada al lector.


¿No crees que la originalidad del planteamiento de las dos voces narrativas, puede representar un problema para el lector? Tengo la impresión que los párrafos escritos en primera persona cortan el desarrollo de algunos acontecimientos con las reflexiones del mercenario y, pese a lo sugerentes que son en la mayoría de los casos, pueden entorpecer la lectura. Más aún si tenemos en cuenta que muchas de esa
s reflexiones giran en torno a los mismos temas y pensamientos.


La idea de alternar las dos voces pretende facilitar la lectura. Es un recurso para poder contar dos tiempos narrativos (presente y pasado lejano), pero, además, sirve para dar descanso al lector de vez en cuando, de los acontecimientos de acción que cuenta esa voz narrativa en tercera. lo que cuenta es en la mayoría de ocasiones escenas de acción, de batalla, de cuerpo a cuerpo, y si toda la novela mantuviera esa tensión, es posible que el lector sintiera el agotamiento de la gente en campaña. Esa es la razón que deje respirar al lector. incluso me conviene que mantenga el interés por los sucesos que esa tercera persona, esa parte de la memoria del viejo, cuenta. Por otro lado, en el desarrollo de la novela debo medir las descripciones y las imágenes poéticas, que podrían servir para hacer lo mismo: hacer que el lector descanse de tanta acción. No quise abusar del recurso. Preferí hacerlo dejando ver, de vez en cuando, las reflexiones del viejo mercenario.Esto me da pie a responder a la segunda parte de tu pregunta. La memoria de ese viejo parece errática. Incluso cuando interviene la voz en tercera en algunas ocasiones cuenta sucesos de los que no está muy seguro (en ocasiones dice "parece"). Pero te decía que la memoria del viejo Abato va hacia atrás y adelante en los episodios que rememora. Parece errática, e insiste en algunos elementos que parecen haberse convertido en obsesión (el lobo, la muerte, los dioses). Pero es que es la memoria de un viejo, no la de una persona joven. La del viejo se llena de imágenes y recuerdos que persisten sobre los demás. Además, Abato se siente más anciano desde que cree que vive un mundo que ya no es el suyo. El entorno que le rodea es despoblado y muy pocos elementos vienen a cambiar su modo de vida. Ese lobo participa de su reducido mundo. no solo físico, el de su memoria también se achica y da la impresión que ese espacio, cada vez más reducido, se llena más y más con sus otras obsesiones: los dioses, la muerte...


Junto a Alejandro Magno y Julio César, Aníbal es considerado uno de los mayores estrategas de la Antigüedad. ¿Qué le diferencia o le distingue de los otros dos?

Opino que hay más elementos que les une, que aspectos que les diferencien. Los tres tuvieron una visión amplia del mundo conocido. Los tres tuvieron que desarrollar su estrategia enfrentados a los políticos y asesores de sus propios estados. Los tres adquieren poder a la muerte de sus respectivos padres. Los tres dejaron una obra inacabada. Y desde luego… lo que les une por encima de todo lo demás… su gran capacidad estratégica. ¿Qué les diferencia? Sus vidas. Sus planes personales, sus territorios…


En la novela hay muchas frases de una fuerza y una belleza tremendas. Quisiera resaltar dos de ellas, la primera justo al inicio: “Pero por aquel entonces no podía saber que el amor duele más que la muerte y que la lealtad se convierte en razón de vida” y la otra: “Pero el mundo no es tan grande como uno quisiera cuando pretende perderse de la vida”. ¿Es sólo Abato quien habla o lo hace también una parte del autor?

El autor pone en boca de los personajes aquellos pensamientos que cree que pueden ser propios del personaje. Según siente, según vive, según cree…


El episodio de la pérdida del ojo de Aníbal es brutal. ¿Realmente se vació él mismo la cuenca del derecho cuando perdió la vista?

Era un tiempo de hombres duros y acciones fuertes que marcaban la diferencia entre pusilánimes y valientes. Si recuerdas el pasaje del enfrentamiento entre los dos romanos que deben luchar por su vida poco antes de bajar de los Alpes, verás que no les es ajena la muestra del valor supremo en momentos críticos. Y ese episodio está contado por una fuente clásica romana.


Abato se granjeó pronto, y casi con un solo episodio, la confianza de Aníbal, que lo incluyó en su mando. ¿Realmente resultaba tan fácil acceder a un puesto de tanta importancia?

Una de las cosas que dijo Gisbert cuando le conté mi idea, fue que era verosímil, ya que sabemos que Aníbal llevaba íberos en su mando. Gente de confianza. Y así es. Colocar a Abato en ese puesto de confianza no es sólo licencia de autor. Hacía años que Aníbal vivía en Iberia. Había luchado en la Turdetania contra caudillos íberos y también había enrolado en su ejército a jefes y cabecillas de tribus que buscaban una salida ventajosa a su situación. De hecho… Aníbal y los cartagineses aprendieron muchas cosas de aquellos pueblos del sur, beligerantes ante la ocupación púnica. No solo el uso de la falcata, la famosa espada íbera, sino aspectos de la propia estrategia en la contienda: por ejemplo la guerrilla. Así que Aníbal conocía bastante de las habilidades de aquella gente y quiso utilizarlas en su provecho. Buscó el consejo de cabezas íberas, igual que buscó los brazos diestros de los íberos enrolados en sus tropas auxiliares.


En la batalla en Capua, nos presentas a un Publio Cornelio Escipión un tanto inepto. Arriesgó inútilmente la vida de sus hombres y pasó casi un año sin poder luchar debido a sus propias heridas ¿Es el mismo que más tarde sería conocido por “El Africano”?

No. No es él. Pero no fu él solo el que no supo enfrentarse al púnico. Hubo otros muchos generales ineptos. Éste era padre del que sería conocido mucho más adelante como “el africano”.


La pérdida de Siracusa y la muerte de Arquímedes, Abato las achaca a la traición de un tal Rucio Supino, que provocó la apertura de las puertas de la ciudad para que entrasen las centurias romanas. Si no me equivoco, el tal Rucio es un personaje de ficción. ¿Cómo se mezclan la realidad y la ficción en La sombra del mercenario? ¿Qué más personajes o situaciones imaginarias ha creado el autor para apoyar la trama?

La mayoría de personajes pertenecen a la historia real, asimismo las situaciones. Rucio es uno de los escasos personajes ficticios, pero en cambio lo que sucede con la entrada en Siracusa pertenece al campo de la verdad histórica. O sea, sigo la máxima de Lukács, cuando dice algo así como que la novela histórica tiene como propósito principal ofrecer una visión verosímil… y que han de utilizarse hechos verídicos aunque los personajes principales sean inventados. Desde el punto de vista de novela, desde luego que mi intención es que el relato proporcione el mayor placer al lector. No olvidemos que es novela histórica. O sea, ficción histórica.


Me han llamado la atención los ritos funerarios. En al menos tres ocasiones se habla de guerreros bailando y luchando sobre las tumbas de los fallecidos. ¿Podrías explicarnos con más detalle en qué consistían ese tipo de inhumaciones?

El ritual funerario más propagado era el de la cremación. Y la mayor muestra de respeto al difunto era ofrecer sacrificios en su honor y agasajar al muerto con la lucha de parejas sobre su tumba o mientras su cadáver ardía en la pira funeraria. Es muy conocido el ritual tras la muerte de Viriato. Lo citan Apiano y Diodoro: aseguran que su cuerpo ardió en la pira y se inmolaron muchas victimas. Y que los soldados, formados en orden de batalla, corrían alrededor entrechocando sus armas y cantando las glorias del caudillo. Estuvieron así hasta que las llamas se apagaron. Luego, recogieron las cenizas del héroe, y las depositaron en una vasija de cerámica, en un pequeño hueco, junto a sus armas, y levantaron alrededor un túmulo de piedras. Cuentan las fuentes que sobre éste túmulo lucharon muchas parejas en sacrificio por el caído.


Tal vez uno de los episodios más llamativos sea el enfrentamiento de un Abato ya retirado con un oso. Cuando el mercenario consigue matar al animal y resulta herido, hace algo que puede parecernos realmente repulsivo…

Es cuestión de supervivencia. La tripa del oso aún está caliente. Por otro lado, la nariz de Abato ha convivido en múltiples ocasiones con el olor de las vísceras humanas desparramadas por los suelos. Hace mucho que dejó de sentir asco. Así que tiene claro lo que hay que hacer… y lo hace.


¿A qué se debía el respeto que parecía mostrar Aníbal hacia el cónsul Fabio y que no prodigó a otros romanos?

Parece que Fabio da muestras evidentes de inteligencia a lo largo del relato. No quiero desvelar aquí sus estratagemas y las ideas que hace que incluso el propio Senado dude de su capacidad. Por lo novedoso de éstas. También está la entrevista que mantienen ambos. Los dos generales se miden en la oratoria. No es fácil decir que es lo que inspira el respeto del cartaginés por el romano, pero quizá fue el tesón con que llevó a cabo un plan establecido por encima de las presiones políticas de su propia gente. Eso y darse cuenta de adonde podía llegar el peligroso Minucio.


La historia de Belio, el gladiador, supongo fue la historia de muchos íberos en aquellos tiempos. ¿Sentían especial predilección los romanos por los luchadores de esta parte del Imperio?

Los íberos eran muy respetados como combatientes. Eran famosos por su destreza en el cuerpo a cuerpo. Manejaban la falcata con gran habilidad. Tenían gran capacidad de adaptación al terreno en el que luchaban. Así que fueron enrolados en todos los ejércitos de aquella época. Encontramos íberos en el bando romano, el cartaginés, el macedonio, el siracusano, etc… Por ejemplo, en uno de los mapas que acompaña el libro puede verse que había mercenarios íberos en Sicilia, por la distribución que se aprecia en el mapa comprendemos que luchaban en diferentes bandos.
En cuanto a los gladiadores íberos o hispanos… hubo una buena cantidad de ellos. Lo sabemos gracias a los epitafios leídos a través del estudio de la epigrafía. Recuerdo la cita de una lápida en Córdoba que nombra a un “mirmillón” hispano vencedor en varios combates y que fue liberado tras alcanzar una palma y una corona.
Otra de las grandes cualidades que buscaban en el íbero era su código de lealtad una vez puesto al servicio de su nuevo señor. Ya he explicado más arriba el ejercicio de la “devotio”.Ese juramento de lealtad. En la relación de Abato con Aníbal debemos ver esta institución íbera. Vínculo que lleva al honor y el sentido del honor. Lealtad por encima de todo. Bueno… en el caso de Abato…. de casi todo… pero dejemos al lector que descubra...


Uno de los aspectos más llamativos de la novela es la cantidad de muertos de uno y otro bando que terminaban en el suelo tras las batallas. De setenta mil infantes y cinco mil jinetes comentas en Cannas, y eso en un solo enfrentamiento. ¿Qué sucedía con todos esos cadáveres que quedaban tras la contienda?

Si había tregua los bandos retiraban a sus muertos y les ofrecían el rito de la pira funeraria, si no daba lugar… los cadáveres formaban parte del festín para las alimañas y las aves carroñeras.


Según la novela, Aníbal no entró en Roma por algo que tiene que ver con un tal Asclapio. ¿Se conoce por qué el cartaginés no entró en la ciudad, estando como estaba a sus puertas?

Sobre éste tema han corrido, y corren, ríos de tinta. “Aníbal ad portas” es la frase famosa que describe esta situación. Se han hecho muchas cábalas. Historiadores más o menos contemporáneos de los hechos trataron de hallar una explicación. Historiadores actuales han tratado de hacer lo mismo. Unos y otros imaginando y suponiendo. Pues bien, llego yo y doy respuesta al asunto. Una respuesta posible. La mía desde luego. Pero de eso se trata ¿no?


El inicio y el final de la novela se centran en el único personaje femenino relevante de la novela: Imilce. ¿Qué hay de verdad en lo que cuentas?

Bien…no vamos a desvelar demasiado de lo que acontece con éste personaje. Prefiero que lo descubra el lector, pero puedo recordarte que no es el único personaje femenino que aparece y por lo que respecta a la palabra “relevante” tampoco estaría muy de acuerdo. Tengo una amiga que opina que de las dos féminas con papel importante que aparecen…una es inteligente y la otra tramposa, solo que duda de quien es quien y se pregunta si Abato lo sabe.


Una curiosidad: Aníbal y Escipión el Africano murieron el mismo año. En la novela apuntas el modo en que perdió la vida el cartaginés. ¿Podrías ahora ampliar un poco esa información y contarnos cómo y por qué se suicidó?

Es sabido que Aníbal no quiso dar oportunidades a los romanos. También es sabido que Roma no se contentó con destruir Cartago y arrasarla hasta los cimientos. Quiso llegar hasta Aníbal para zanjar sus cuitas con el mundo cartaginés. Es evidente que Aníbal no les quiso dar esa satisfacción y prefirió desaparecer antes que la mano enemiga lo hiciera por él. Se dice que instantes antes de morir dijo algo así como que era tiempo de liberar a Roma de sus inquietudes, ya que no tenían la paciencia de aguardar la muerte de un anciano. Escipión moriría enfermo en su finca, poco más tarde.


Deduzco que escribir novela histórica representa un ingente trabajo previo de documentación. ¿Piensas continuar en el género?

Así es, y el que lea la novela lo verá. Pero he procurado que no se note tanto como para tapar la historia y el modo de contarla. He antepuesto el relato, la visibilidad. Quiero que el lector entre en la novela, que se introduzca en la historia. Yo a cambio estoy dispuesto a contársela sin apabullarlo con información. Prefiero que se encuentre junto a los personajes, que huela la humedad de una tarde en la montaña, que note en su garganta la sequedad del desierto, que se recree en los paisajes y que escuche el fragor de la batalla. Que sienta la fuerza del cuerpo a cuerpo y doble su cintura para esquivar el cuchillo de algún galo con mala leche. Quiero que vea lo que yo le muestre y, a cambio de tanto esfuerzo, estoy dispuesto a recompensarle. Y lo haré dejándole que descanse con las reflexiones del viejo guerrero, esa voz gastada que le dejaré oír de vez en cuando.


¿Algún proyecto en perspectiva del que puedas adelantarnos algo?

Lo siguiente está en manos de mi agente, Sandra Bruna, es otra novela histórica. Pero ésta se desarrolla entre los siglos IV y V de nuestra era, en el Imperio Romano, justo cuando se desmorona por los ataques fronterizos de los bárbaros y por la expansión del cristianismo dentro del propio imperio. Puedo decir que seguiremos la vida de una mujer, y que un grupo pagano tendrá un papel relevante en la historia. Incluso veremos que un cuerpo de élite, con un encargo de vital importancia para el futuro del culto pagano, se introducirá entre las corrientes cristianas y tratará de subvertir la situación. Y seguiremos a la mujer en un viaje que nos llevará hacia un lugar sorprendente.


Muchas gracias por tu tiempo, por una novela muy recomendable y por la oportunidad de esta entrevista, y mucha suerte en tus próximas publicaciones. Si quieres añadir algo más...

Gracias a ti y a tu interés por el libro. Sólo recomendar a quien desee ver el video-trailer de promoción de la novela, que lo haga entrando en
www.youtube.com y buscando por “la sombra del mercenario”. Vale la pena porque no es un trailer típico a base de refrito de imágenes. Todo lo que aparece en él es original, ah! y está hecho por mis hijos.

Gracias!!
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miércoles, 12 de noviembre de 2008

Río de tinieblas - Rennie Airth

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com


Editorial Tropismos
412 páginas
Género: Novela


Esta novela, del escritor sudafricano Rennie Airth, obtuvo el Grand Prix de Litérature Policière francés en el 2004.

Verano de 1921, Surrey, Inglaterra. En una mansión solariega aparecen los cadáveres del matrimonio Fletcher y de dos criadas. Todo parece indicar que se trata de un robo con violencia.

Al frente de la investigación el inspector John Madden, de Scotland Yard, que tiene una opinión distinta. Veterano de las trincheras de la Primera Guerra Mundial, es un hombre duro y marcado por la tragedia.

Madden tratará de demostrar que el extraño ritual de las muertes es obra de un psicópata y que volverá a hacerlo... algo en lo que no se equivoca.


Opinión

Al parecer, el autor encontró entre los papeles de su familia un álbum de fotos de la Primera Guerra Mundial y eso le llevó a escribir una novela en la que el protagonista hubiese participado en dicha contienda. El resultado es asombroso.

La obra está perfectamente ambientada, e incluso documentada, y al leerla a uno le cuesta creer que fuese escrita en 1999. Es tal su realismo, el modo en que ha respetado las formas, que uno cree estar leyendo una obra de Agatha Christie, pero en mejor. Incluso uno de los personajes lleva el nombre de la primera novela de la famosa escritora.

Acostumbrados como estamos a que las obras que mencionan las Guerras Mundiales lo hagan especialmente con la Segunda, es de agradecer una que, aunque no sea de lleno, trate la que fue conocida entonces como la Gran Guerra, para mi gusto, mucho más interesante. Así, el autor proporciona detalles sobre las trincheras, costumbres militares, y horrores de los escenarios de batalla, pero todo en un segundo plano, sin olvidar en ningún momento la trama principal: el thriller policíaco.

Pero es que, además, dicha trama es magnífica. Intriga, suspense y tensión desde la primera hasta la última página, uno de esos libros que eres incapaz de dejar y que, a las tres de la mañana, a duras penas logras cerrar con la esperanza de volver a cogerlo al día siguiente, en el primer instante libre, para terminarlo. Y mientras tratas de dormirte, continúas navegando por sus páginas, rememorando los detalles, los personajes, las escenas...

No es de ese tipo de novelas en las que uno no sabe quién es el asesino hasta el final. No, conocemos su nombre, sus pensamientos y anhelos, cómo se mueve y hacia dónde se dirige. Asistimos a los acontecimientos desde su visión, y el contrapunto de los investigadores. Y, a pesar de ello, esa “falta de misterio” en cuanto a su identidad no le resta a la novela ni un ápice de intriga.

En el proceso de investigación nos encontramos con las limitaciones de la época, que deduzco el autor ha tratado con rigor. En nuestros días estamos acostumbrados a oír hablar de pruebas de ADN, reconstrucción de escenarios, el AFIS, el escáner y un sinfín de técnicas (la serie CSI nos mantiene al día). En cambio, en la década de los años 20 del siglo pasado, dichos adelantos no existían. Una de las cosas que más me han llamado la atención, por poner un ejemplo fácil, es que los policías no disponían de coches oficiales en la mayoría de los casos. Debían desplazarse en tren, en taxi o caminando, y sólo en contadas ocasiones el Departamento les suministraba un vehículo para desplazarse.

Además, el libro está escrito con una prosa elegante y cuidada, un placer para la mente. Y cuenta con el extraño don de sumergirte con una facilidad pasmosa en el ambiente, de casi codearte con los personajes, algo que no acostumbro a encontrar.

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una novela policíaca. “Río de tinieblas” parece ser el primero de una serie cuyo protagonista será el inspector John Madden.

Ya estoy deseando que se publique el siguiente.
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martes, 11 de noviembre de 2008

Así aprendimos a escribir

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Apuntes - por Pilar Alonso




Hoy todos escribimos más o menos igual. Sea en el idioma que sea, utilizamos la misma caligrafía. Pero no siempre fue así. Distintas hipótesis tratan de explicar el nacimiento de la minúscula y ésta parece ser la más difundida:

Durante los comienzos de la Edad Media eran pocos los que sabían escribir, apenas unos cuantos monjes y algunos secretarios de gente noble, curioso si se tiene en cuenta que tanto en la Antigua Grecia como en Roma el arte de la escritura estaba bastante extendido. Poco a poco, los modelos se fueron perdiendo y, al estar los que se dedicaban a la labor muy separados unos de otros, cada uno comenzó a escribir un poco a su manera, con lo que resultaba imposible comprender un texto que no hubiese sido escrito uno mismo.

Las diferentes letras comenzaron a escribirse de forma distinta. En Hispania usábamos unas letras visigodas bastante claras pero distintas al resto, la letra romana sobrevivió en Irlanda nada menos y en otros lugares se adaptó la caligrafía a los usos, costumbres o gustos de los usuarios. El resultado... un auténtico lío.

En uno de los monasterios del reino franco, Corbie, comenzó a desarrollarse un nuevo estilo, mezcla de lo romano y lo celta. Los copistas de Corbie desarrollaron un tipo de letra minúscula, pequeña y manejable contra las enormes mayúsculas latinas, que era fácilmente comprensible tras un poco de práctica.

Esta letra tuvo gran acogida en Tours, donde la perfeccionaron, introduciendo una pequeña separación entre cada letra, y de ahí saltó a la escuela palatina de los francos, donde Alcuino de York favoreció su uso. Pronto se hizo evidente que representaba una gran ventaja disponer de una letra uniforme que todos pudieran entender y Carlomagno decidió hacerla obligatoria en todos los centros de escritura. Fue una tarea ardua y muy larga. Para poder escribir bien, hacía falta saber leer bien, signos de puntuación incluidos. Y la mayoría de nuestros antepasados no se distinguían precisamente por su alto nivel cultural.

A pesar de ello, entre la determinación del monarca franco y el trabajo incansable del sabio Alcunio, se logró el objetivo. Misales, libros de leyes, documentos... todo fue transcrito con ese tipo de letra y enviado a distintas ciudades, con lo que se extendió aún más su uso.

Ese tipo de letra se llamó “minúscula carolingia” (en la foto), que poco después fue reemplazada por la llamada letra gótica, de difícil comprensión. Los humanistas del Renacimiento regresaron a la carolingia y trataron de mejorarla, lo que dio lugar a la “letra romana”, que ha perdurado, con pocas modificaciones, hasta nuestros días.
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domingo, 9 de noviembre de 2008

Las hijas del César - Pablo Núñez

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com


Editorial El Andén
405 páginas
Género: Novela





Las hijas del César llegan a Lucus Augusti (la actual Lugo) con una peligrosa misión. Allí se encontrarán con el enfrentamiento entre sus aliados de las Siete Aldeas y sus enemigos de Gualmar.

Tras la muerte del rey de los celtas se inicia el proceso de sucesión a través del Consejo de Sabios, pero no será un proceso pacífico. Los guerreros de Gualmar han decidido intervenir y expulsar para siempre a los invasores romanos.


Opinión.
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Cuando me encuentro con una novela histórica entre las manos se me afilan los colmillos cual vampiresa a medianoche. Me relamo con fruición, me preparo mi bebida (que no es sangrienta, no se piensen), me pongo música... y me arrellano en el sofá, a ser posible con mi gata bien cerquita. Y me sumerjo en un mundo a menudo apasionante, me codeo con personajes de lo más sugerentes y vivo unas historias que harían empalidecer al más pintado. La novela histórica es mi máquina del tiempo particular y estoy convencida de que H.G. Wells se habría sentido muy orgulloso de mí.

Por eso cogí entre mis manos Las hijas del César como si de una figurilla de cristal se tratase. Además, estaba ambientada en Galicia, la tierra de mi padre, y en la época de César, una de mis favoritas. ¿Qué más podía pedir?

La novela comenzó bien. Unos cuantos párrafos para ponerme en situación, capítulos cortos (que son los que más me gustan) y una ambientación que prometía. Y, de repente, saltaron de entre las páginas tres féminas, supuestas hijas del gran César, que se dirigían a toda mecha hacia la antigua Lugo a cumplir una misión de la leche. Yo no tenía constancia de la existencia de dichas jóvenes y como platos se me quedaron los ojos. No obstante, sin dejarme amilanar por la sorpresa, continué con la lectura. De todos modos, ¿qué autor no se ha inventado a algún personaje para su obra?

Pero cuál fue mi sorpresa al descubrir que las delicadas y descocadas hijas de Julio eran ¡¡¡los Ángeles de Charlie!!! versión toga y coraza. No sólo manejan espada y arco mejor que la mayoría de los soldados, sino que además dirigen ejércitos y hasta elaboran un plan para mejorar las defensas de la ciudad, pasando por encima de generales, ingenieros, legados romanos y quien sea menester. Y todo ello sin que nadie emita ni un ligero gruñido de protesta, para que luego digan que los padrinos no sirven para nada.

En fin, yo, aún empecinada en mantener mi ilusión intacta, me sumerjo aún más en las aventuras de las muchachas y en la importante misión que tenían encomendada, pero al final no llegué muy bien a descubrir cuál era, porque resulta que el jefe de los celtas se murió, el legado se marchó a Roma hecho polvo y además, no se lo pierdan, las tres mujercitas se enamoraron al más puro estilo telenovela que se puedan imaginar mientras se reunía un Consejo de Sabios para nombrar sucesor y los malos campaban a sus anchas por doquier. Resultado: la tan importante misión ocupó al final tres escasas líneas y ahí se quedó todo.

Pero el momento en que mis afilados colmillos se retrajeron del todo sucedió cuando llegué a la primera de una de las frases más impactantes del libro. Un personaje le dice a otro con motivo del enfrentamiento entre las tribus: “Una vez más, nos encontramos el viejo tópico: Norte contra Sur”. Mi gata salió disparada ante mi exclamación de asombro. Recapitula, me dije, tratando de conservar la calma. Vamos a ver, estamos en el siglo I antes de Cristo ¿verdad? Bien, por entonces, ¿ya existía el concepto de Norte y Sur? Países desarrollados (¿sería Germania?) contra subdesarrollados (¿Cartago o la misma Roma? me pregunté). En mi descargo, todo hay que decirlo, admito que mi ignorancia es abundante y frondosa.

Yo, erre que erre, perseveré en mi empeño. Con lágrimas en los ojos me encontré con un Julio César en ocasiones ridículo, al más puro estilo Astérix, nada que ver con la imponente imagen que desde tiempos inmemoriales había esculpido mi mente, y que conste que parte de la culpa es de la estupenda saga sobre Roma de Colleen McCullough.

Mis penas no habían hecho más que comenzar. Verán Vds., yo soy consciente de que escribir una novela no es tarea fácil (en mis tiempos llegué a comenzar unas veinte), y que si de novela histórica se trata, la tarea aún resulta más ardua. Hay que documentarse, hay que saber ambientarla y, sobre todo, hay que conseguir que resulte creíble, cuidando especialmente los diálogos para que resulten acordes con la época que uno intenta retratar. Uno no puede decir, en este caso en concreto, que alguien “se cabrea”, que “la va a palmar”, que alguna situación “es un palo” o “le ha dejado tocado”, llamar “esa monada” a una de las protagonistas femeninas o decir que dormir “le sentará de perlas”. Eso lo digo yo cuando hablo con mis amigos, porque así hablamos ahora, en estos tiempos aciagos en los que uno le da patadas al diccionario sin que tiemblen las columnas de ningún templo.

En fin, que llegué al final del libro a duras penas. Repleto de aventuras, sí, a un ritmo que ni Salgari, oigan, donde las mujeres son las protagonistas indiscutibles, y los hombres, salvo honrosas excepciones, unas nenazas; resumiendo, como ver una peli entretenida un domingo por la tarde.

Una lástima, créanme, porque el libro prometía y en algunos momentos hasta me lo pasé bien cuando no tenía en cuenta que era una novela histórica, porque, desde luego, amena sí que es.
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sábado, 8 de noviembre de 2008

La Estrella de Pandora - Peter F. Hamilton

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com


Editorial La Factoría de Ideas
765 páginas
Género: Novela



Cuando el astrónomo Dudley Bose descubre la desaparición de una estrella, la Federación decide investigar lo que ha sucedido. Como los agujeros de gusano no permiten llegar a semejante distancia, deciden construir una nave espacial capaz de superar la velocidad de la luz y Wilson Kime, antiguo astronauta, será quien la dirija.

La nave, llamada Segunda Oportunidad, se encontrará con una barrera que encierra todo un sistema. ¿Quién la ha construido? ¿Qué se esconde tras ella? Y, lo más importante, ¿serán capaces de atravesarla?


Opinión

Peter F. Hamilton es conocido especialmente por sus sagas, complejas e imaginativas. Y La Estrella de Pandora inicia una de ellas, de la que hay, al menos, otra entrega.

El universo recreado por Hamilton es espectacular, detallista y de gran realismo. Una multitud de planetas, cada uno con sus propias particularidades, y unidos entre ellos a través de agujeros de gusano, conforman la Federación. Una Federación que podría verse amenazada dependiendo de lo que se esconda tras la enigmática barrera

Uno de los detalles más interesantes es el rejuvenecimiento de los seres humanos, al que puede someterse cualquiera que pueda costearlo y que permite casi la inmortalidad. Con la perspectiva de una vida que puede medirse en siglos, la humanidad ha evolucionado hasta alcanzar una convivencia prácticamente pacífica y una conciencia medioambiental considerable.

Con todo, tal vez lo que más simpático me ha resultado ha sido la existencia de robots como empleados domésticos, que limpian, cocinan, planchan, hacen recados o cualquier cosa que puedas necesitar. Y una especie de mayordomos virtuales implantados en la retina, que lo mismo te ponen una llamada, que la televisión, las noticias o un libro que quieras leer. En fin, una serie de lujos que aún no están a nuestro alcance, pero en cuya lista de espera me apunto con entusiasmo.

La novela de Hamilton despliega todos esos artilugios y muchos más, en una trama de lo más interesante pero que, en ocasiones, resulta un poco dispersa, tal vez por la enorme amplitud que abarca, tanto en escenarios como en personajes, que van convergiendo hacia un lugar común.

La Estrella de Pandora es una novela muy extensa, cuya lectura requiere cierta dosis de concentración, con un desarrollo elaborado y sin duda complejo, escrito con una prosa cuidada y con pasajes de lo más sugerentes.

Sin duda imprescindible para los amantes de la ciencia-ficción, que aguardarán con ansia la publicación de la próxima entrega.
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viernes, 7 de noviembre de 2008

Lady Pirata - Mireille Calmel

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.Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com


Editorial Martínez Roca
573 páginas
Género: Novela




Lady Pirata narra la vida de Mary Read, famosa pirata del siglo XVIII.

Huérfana de padre, Mary tendrá que hacerse pasar por un niño, Oliver Read, para obtener ayuda de su abuela. Gracias a eso, recibirá una esmerada educación y, tras la muerte de la anciana y de su propia madre, deberá abandonar su hogar perseguida por su tío, al que ha robado algunas piezas.

Siempre como Oliver, acabará ejerciendo como secretario de una enigmática mujer: Emma de Mortefontaine, una espía al servicio del exiliado rey Jacobo. La repentina aparición de su tío la obligará a una nueva huida, en esta ocasión a bordo de un barco.

Sus aventuras no han hecho más que comenzar.


Opinión

No hay duda de que las mujeres piratas más famosas son Mary Read y Anne Bonny y son las que han acaparado mayor número de páginas a lo largo de la historia. Otras mujeres que se hicieron a la mar, como Hannah Snell, o Mary Anne Talbot, (bajo los nombres de James Gray y John Taylor respectivamente) quedan eclipsadas por la pareja formada por Read y Bonny, que fueron juzgadas juntas y cuya condena a morir en la horca se aplazó al alegar ambas que estaban embarazadas. Su historia resulta realmente fascinante y novelesca, y no es de extrañar que hayan protagonizado toda suerte de aventuras literarias.

Lady Pirata, de Mireille Calmel, es una de esas aventuras, y narra la supuesta vida de Mary Read al más puro estilo folletinesco, desde su infancia, en la que tuvo que vivir disfrazada de niño para obtener una pensión para su madre y ella, hasta su vida en una taberna con su marido, al que conoció mientras servía como soldado en Flandes.

Partiendo de una serie de hechos documentados, la autora teje un entramado de aventuras imposibles en los que la protagonista ejerce no sólo como pirata, sino también como secretario particular, espía, soldado y tabernera, entre otras cosas. Y, de trasfondo, la búsqueda de las claves de un tesoro en la península del Yucatán, que provoca una serie de intrigas y persecuciones en las que se verá envuelta la protagonista.

En un tono romántico muy acorde con las novelas del XIX, Mireille Calmel sumerge al lector en una historia bien ambientada y sumamente atractiva. Es poco probable que Lady Pirata sea la verdadera historia de Mary Read, pero es innegable que se trata de una auténtica novela de aventuras, de ritmo trepidante y acción a raudales, y cuyo final presagia una posible secuela.

Habrá que estar pendiente de las futuras publicaciones de Mireille Calmel, tal vez nos deleite con un nuevo y sugerente fragmento de la vida de la más fascinante de las piratas.
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miércoles, 5 de noviembre de 2008

Película: De ratones y hombres (1992)

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Con este artículo inauguro una nueva sección: películas históricas y/o películas basadas en obras literarias.


Y comenzaré con una que vi este fin de semana: De ratones y hombres, película basada en el libro homónimo de John Steinbeck y protagonizada por Gary Sinise (quien también la dirige) y John Malkovich.

La acción transcurre en Estados Unidos durante la Gran Depresión de los años 30. Dos amigos, George (Gary Sinise) y Lennie (John Malkovich), el último de ellos retrasado mental, viajan por el país en busca de trabajo. Llegan finalmente al rancho Tyler, donde serán contratados. Allí se verán sometidos a la estricta vigilancia del hijo del capataz, que la tomará con el pobre de Lennie. Con la aparición de la insatisfecha mujer de Curley en escena, aumentarán los problemas para ambos. George deberá vigilar constantemente a Lennie para que no se meta en líos, y es que su amigo tiene una increíble fuerza que no siempre es capaz de controlar.



De ratones y hombres se publicó en 1937 y es una de las novelas más famosas de Steinbeck, premio Nobel en 1962. Al igual que en Las uvas de la ira, asistimos a la desesperanza de los menos favorecidos, a los viajes por las grandes extensiones norteamericanas, con esa sensación de soledad que el autor supo plasmar tan bien, y a la fuerza de sus protagonistas, especialmente Lenni, cuya ternura consigue que todos los que le rodean terminen apreciándolo. Con el pesimismo que caracterizó muchas de las novelas de este escritor, nos enfrentamos a temas como la injusticia o el racismo, muy bien reflejados en el film.

La película tiene un estupendo guión, del que se ocupó Horton Foote, quien ya consiguió dos Oscars, uno con Matar un ruiseñor y otro con Gracias y favores, una espléndida fotografía y una intensa banda sonora. Los actores muy bien dirigidos, sobre todo el pobre anciano que vive en el barracón, interpretado por un maravilloso Ray Walston. No me convenció el doblaje al castellano del personaje que interpresa Malkovich, pero no hay duda de que su interpretación es soberbia, al igual que la de Gary Sinise, su ángel de la guarda.

Una película emotiva, sin excesivas pretensiones, que conquista sobre todo por su sencillez y su ritmo pausado, muy acorde con la historia que narra y muy lejos del cine de acción que llena nuestras actuales pantallas.

Me quedo, tanto en el libro como en la película, con la relación tan especial entre los dos protagonistas, un verdadero homenaje a la amistad, a la confianza y al compromiso.
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martes, 4 de noviembre de 2008

La canción de Jan - Maureen Myant

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com


Editorial Grijalbo
285 páginas
Género: Novela



Checoslovaquia, 1942. En represalia por el asesinato de Reinhard Heydrich, dirigente de las SS, los nazis atacan la aldea de Lidice, fusilando a los hombres y llevándose a mujeres y niños a campos de exterminio. Sólo se salvan los más pequeños, que serán entregados en adopción a familias arias.

Jan y su hermana menor, Lena, terminan en un orfanato. Cuando se llevan a la niña, Jan decide escaparse y tratar de encontrarla.

Miseria, hambre y desesperación serán sus compañeros de viaje.


Opinión

Si hiciéramos una lista sobre todo lo que se ha publicado o filmado sobre la Segunda Guerra Mundial, ocuparía seguramente varias docenas de páginas. Y, a pesar de ello, continúa siendo un tema de actualidad, véase sino el fenómeno de El niño del pijama de rayas, libro y película. Bien porque se trata desde un aspecto novedoso o bien porque es un tema poco estudiado, el hecho es que no dejan de aparecer libros sobre el asunto.

La canción de Jan es una de las novedades de Grijalbo que tiene que ver con ello, y en este caso se trata de un tema poco conocido, como es la adopción por parte de familias alemanas de niños de otras nacionalidades, checos o polacos, que las autoridades hacían pasar por huérfanos arios con padres perdidos a raíz de la contienda.

El asunto resulta realmente escalofriante. Unos cuantos camiones de nazis aparecen en un pueblo cualquiera, fusilan a los hombres, se llevan a las mujeres y a los hijos mayores a campos de trabajo y a los pequeños a orfanatos, tras un exhaustivo examen físico, digo yo que para descartar a los que no encajaran con los ideales. En los orfanatos les inculcan el alemán hasta lograr que prácticamente olviden su idioma natal y luego... ya está... se les pone el sello y se les envía a cualquier familia alemana con deseos de adoptar a un huérfano de guerra (o eso creían ellos), especialmente familias que habían perdido hijos en el frente. De algún modo había que llenar los huecos, crear nuevos soldados para el futuro, continuar cultivando los campos o llenar las fábricas ¿no?

Por muy frívolo que pueda sonar, niños y guerra es una combinación que siempre funciona, porque consigue llegar como ningún otro tema al corazón del lector. Y La canción de Jan, sin resultar sensiblera ni estar cargada en exceso de dramatismo, conmueve hasta las lágrimas. Lástima que los humanos no seamos capaces de aprender de los errores del pasado, por muy monstruosos que nos resulten.

Pero además, en la novela se trata otro tema no menos interesante: no todos los alemanes eran nazis. No es que Maureen Myant haya descubierto América con ese dato, pero es cierto que son muy pocas las obras que aluden a esos alemanes que no estaban de acuerdo con las consignas nazis, a esos soldados que desertaban del ejército por no querer cumplir órdenes que les parecían aberrantes, a esas sencillas gentes a las que no se les estaba permitido expresar sus opiniones y que, en la mayoría de ocasiones, debían fingir un patriotismo que estaban muy lejos de sentir. Otro tipo de víctimas de una guerra cuyos horrores nunca dejarán de sorprendernos.

Para ser su primera novela, Maureen Myant no lo ha hecho nada mal. Escrita con fluidez, bien ambientada, interesante trama... un debut más que aceptable para esta escocesa a la que habrá que seguirle la pista.

La canción de Jan es una novela triste, por todo lo que implica, por todo lo que uno descubre en sus páginas, por todo lo que adivina. Y, aún así, creo que sería una pena perdérsela. Aunque sólo sea por conocer a ese pequeño héroe de once años.
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sábado, 1 de noviembre de 2008

Querido Sherlock Holmes...

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Apuntes - por Pilar Alonso


Sir Arthur Conan Doyle creó al más famoso detective de todos los tiempos, Sherlock Holmes, en el año 1887 y le otorgó un domicilio: 221B de Baker Street. La calle existía, pero la numeración no alcanzaba el número 100.

Ya desde sus inicios fueron numerosas las cartas enviadas directamente a la atención de Sherlock Holmes, y los carteros, muy diligentes ellos, las remitieron al autor. Muchas eran de admiradores, críticos o curiosos, que preguntaban cosas sobre Holmes, como por qué nunca se había casado o qué tipo de tabaco fumaba, y otras le pedían ayuda para resolver algún misterio. Conan Doyle reconoció que algunas de ellas le sirvieron de inspiración para elaborar nuevas aventuras.
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En la década de los años 30 del siglo XX la calle se amplió y se renumeró. El número correspondiente al ficticio domicilio del detective pasó a pertenecer a un banco: el Abbey National Building Society.

Desde ese momento, la compañía comenzó a recibir cartas dirigidas a la atención del investigador. Hasta tal punto alcanzó la avalancha de correspondencia, que la empresa decidió crear una Secretaría de Sherlock Holmes para atender la enorme cantidad de cartas que se recibían, e incluso se ha publicado una selección de ellas.

En el año 1999 la Abbey National encargó al escultor John Doubleday la creación de una estatua de bronce del personaje, que está ubicada a la salida de la parada de metro de Baker Street.

En la actualidad, más de un siglo después de su creación, se reciben más de 30 cartas mensuales dirigidas a la atención de Sherlock Holmes.
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