domingo, 22 de noviembre de 2009

Entrevista a Santiago Posteguillo por la trilogía de Publio Cornelio Escipión, el Africano

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Entrevista - por Pilar Alonso


Con el último título de esta trilogía, La traición de Roma, Santiago Posteguillo ha vendido 40.000 ejemplares en su primera semana en librerías, todo un récord para una de las sagas históricas más espectaculares de los últimos años.

Santiago estuvo en Barcelona presentando su último libro y nos recibió en su hotel para contestar esta entrevista, todo un lujo y un placer. No sólo es un excelente escritor, también es un magnífico conversador.


- ¿Por qué elegiste a Escipión el Africano como protagonista de tus novelas?

Cuando buscaba un personaje para novelar surgió el nombre de Aníbal, y yo sabía que alguien le había derrotado aunque no exactamente quién. Y allí, como en una esquina, aparecía el nombre de Publio Cornelio Escipión. Me pregunté si es que Aníbal había tenido un mal día o si es que Escipión fue un adversario digno de tenerse en cuenta. Me puse a investigar un poco más antes de continuar con mi búsqueda, porque de Aníbal ya se había escrito mucho y no quería repetir. Y cuanto más buscaba más me atraía el personaje, hasta que me decidí.



- Africanus, el hijo del cónsul, fue tu primera novela y la primera entrega de la trilogía. ¿No te daba miedo en tu primera incursión en la literatura optar por un proyecto tan ambicioso?

Al principio no te planteas escribir una trilogía, quieres contar algo y pasártelo bien. Empecé con la primera, llegué a 500 páginas y Escipión tenía 17 años. Pensé: “esto no lo va a publicar nadie”. Era un proyecto muy grande. Antes de continuar con él decidí probar a ver si podía publicar la primera parte y después de un montón de respuestas negativas, una editorial pequeña decidió arriesgarse. Poco después Ediciones B se puso en contacto conmigo para decirme que estaban también interesados y firmamos para una segunda novela.



- A la hora de hablar de los mejores estrategas de la Historia Antigua siempre se han barajado tres nombres: Alejandro Magno, Aníbal y Julio César. ¿Crees que Escipión debería formar parte de esa lista?

Yo creo que sí. Y ese es otro motivo más que justifica la elección de Escipión, un personaje casi desconocido.



- A partir del segundo libro, las mujeres adquieren mayor relevancia en la trama. ¿A qué se debió ese cambio?

De hecho, una compañera del Departamento, tras leerse la primera novela, me llamó la atención sobre ese asunto, me comentó que las mujeres tenían un papel demasiado secundario en la trama y eso me hizo darme cuenta de que quizás había descuidado un poco ese aspecto. Así descubrí a Sofonisba, por ejemplo, un personaje magnífico de Las legiones malditas. Y en la tercera parte le otorgué un protagonismo especial a la hija pequeña de Escipión: Cornelia la Menor.



- En tu tercera entrega introduces un elemento nuevo: las supuestas Memorias de Publio Cornelio Escipión. ¿Por qué no utilizaste antes ese recurso?

Se sabe que escribió unas Memorias, que no nos han llegado, y se supone que se escribieron en griego, en dialecto dórico concretamente. Cuando me enfrenté a la tercera novela no sabía muy bien cómo afrontarla, me apetecía aventurarme en algo un poco diferente. Y además, después de 1600 páginas, Escipión quería hablar, y en primera persona, sin necesidad del narrador. Introduje algunas pinceladas al principio de cada capítulo, como en unas Memorias, y me gustó el efecto.



- La saga está repleta de momentos fascinantes. ¿Tienes alguna escena o pasaje favorito, con el que disfrutaras especialmente a la hora de escribir?

En las tres novelas hay escenas que por un motivo u otro me han emocionado, al menos diez o doce me parecen especiales. La primera de ellas fue la muerte de Cneo Cornelio Escipión, el tío de el Africanus, un personaje muy entrañable que había tenido una relación muy íntima con Publio. Su muerte es muy épica, hermosa, él solo frente al enemigo, que no puede evitar admirar su valor, y a lo lejos sus propios soldados, viéndole morir.

Ya en la tercera parte, me gusta mucho cuando Escipión se encuentra por primera vez con su hija pequeña, Cornelia, que tiene tres años y se esconde detrás de la hermana mayor.

Y le tengo cariño a la escena del epílogo de esa misma novela, cuando se incendia la Biblioteca de Alejandría, porque es un pequeño homenaje a una de mis novelas favoritas: El nombre de la Rosa.

Y por supuesto a las escenas de las muertes tanto de Escipión como de Aníbal, que son muy diferentes. Aunque la de Aníbal es más épica, escribí ambas con mucha emoción.



- Después de años de convivir y trabajar con tantos y tan variados personajes, ¿llegaste a tomarle especial cariño a alguno de ellos?

A todos, pero tal vez un poco más a Plauto, el autor de teatro, porque me he identificado más con él y he compartido el sufrimiento de ser un escritor reconocido.

Y ese reconocimiento tiene su premio en mensajes como el que me hizo llegar un adolescente, que decía: “Tengo 15 años y odiaba leer. Desde que he leído tus novelas, leo un montón”. Nada puede satisfacer más a un escritor.
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- Primero Fabio Máximo y luego Catón parecen obsesionados con la idea de que Escipión pretendía convertirse en Rey y acabar con la República. Ambos hacen el papel de malos en la trama pero ¿realmente eran tan malvados como aparecen en tus libros?

He recibido algún comentario en ese sentido, pero lo cierto es que necesitaba un oponente total. No niego que Fabio Máximo fue un gran estadista, un gran político y un gran orador, pero en la conquista de Tarento le ayudan desde dentro para que tome la ciudad y una vez conseguido hace matar a los que le ayudaron, con la esperanza de que no se sepa, para que la victoria se considere sólo suya. Y eso no me parece una actitud muy gloriosa ni de ser buena persona.

En cuanto a Catón, está documentado que llevó a juicio a los Escipiones, que tampoco eran unos santos, en multitud de ocasiones y que, como digo en la Nota histórica del libro, al final de su vida traicionó muchas de las creencias por las que había luchado.



- Las vidas de Escipión y Aníbal parecen íntimamente ligadas por el destino en tus novelas. ¿Eso fue realmente así o forma parte de la ficción?

Es así, eso es totalmente histórico. Ambos fueron importantes generales, ambos obligados a exiliarse, y murieron muy próximos en el tiempo. Y para mayor carga épica, de ninguno de los dos se conoce la ubicación exacta de su tumba.



- Una curiosidad. En varias ocasiones, ante la llegada de un hijo, el pater familias debía realizar el ritual de aceptar al recién nacido en la familia. En todos los casos que aparecen en la saga, la aceptación se lleva a cabo. Pero ¿por qué motivos podía rechazarse a un niño y qué sucedía con aquellos vástagos que no eran reconocidos por sus padres o eran repudiados por éstos?

Lo cierto es que el rechazo no era la norma habitual. Pero un niño podía ser rechazado por malformaciones físicas, por ser hembra o porque el padre no lo reconociera como propio. En esos casos, se le podía dar muerte o podía ser abandonado.



- ¿Se ha llegado a plantear la posibilidad de llevar tus novelas a la gran pantalla?

Aún no, y ése es un largo proceso. Pero si alguien se interesara, tendría que ser un proyecto que me convenciera y que reflejara el espíritu de mis novelas.



- Digamos que algún lector quiere continuar con la historia, con lo que sucedió tras las muertes de Escipión y de Aníbal. ¿Qué lecturas recomendarías?

Hay bastantes cosas escritas pero, si tuviera que elegir, yo seguiría con Numancia, de Jose Luis Corral. Es otro estilo de novela, pero encaja con la época inmediatamente posterior, con Escipión Emiliano como protagonista.

Seguiría con la saga de Roma de Colleen McCullough. Luego con Robert Graves y con Quo Vadis, de Henryk Sienkiewicz.



- Has dedicado más de seis años a este proyecto, ¿ahora qué?

Ahora estoy buscando otro personaje para novelar, también alguien que no sea demasiado conocido, aunque de momento no puedo adelantar nada.
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lunes, 16 de noviembre de 2009

La traición de Roma - Santiago Posteguillo

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Reseña - por Pilar Alonso

Ediciones B, Octubre 2009
Género: Novela histórica
871 páginas



Publio Cornelio Escipión ha conseguido derrotar a Aníbal y finalizar así la tarea que iniciaron su padre y su tío.

Alejada ya la amenaza de Cartago, los ojos de Roma se vuelven hacia Asia, donde Antíoco III de Siria pretende recomponer el gran imperio que conquistara en su día Alejandro Magno. Pero, para hacerlo, se ha enfrentado a ciudades aliadas de Roma, Pérgamo entre ellas. Y Aníbal parece formar parte del inmenso ejército del rey sirio.

Publio Cornelio volverá a los campos de batalla, esta vez como asesor de su hermano Lucio, ahora cónsul de Roma. Y de nuevo con tropas escasas.

En la ciudad de Roma, Marco Porcio Catón ha sucedido en su campaña contra los Escipiones al fallecido Fabio Máximo, y lo ha hecho con el mismo ímpetu y rigor. No dudará en someter a juicio al mismo Publio Cornelio con tal de restarle influencia entre los ciudadanos de Roma.

Y Publio Cornelio deberá luchar en esta ocasión en una guerra en la que las palabras sustituyen a las espadas.
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La traición de Roma cierra la trilogía sobre Publio Cornelio Escipión. Con Cartago derrotada, de repente el mundo parece abrirse ante nuestros ojos. Ya no nos encontramos en la parte occidental del Mediterráneo, ahora la acción se desarrolla también en la parte oriental y esos nuevos escenarios serán testigos de las nuevas hazañas del protagonista. Aníbal no ha desaparecido, continúa en escena, al igual que Catón, que sigue con sus maquinaciones para desprestigiar a Escipión, y sobre ese planteamiento se desarrollarán los últimos años del general.

La estructura de esta novela difiere un poco de las anteriores. Ahora nos encontramos también con fragmentos de las Memorias de Escipión. Como reconoce el mismo autor, se sabe que dichas memorias fueron escritas, aunque no hayan llegado a nuestros días. Con el rigor que le caracteriza, Santiago Posteguillo las ha recreado como él supone que debieron ser, y el resultado es más que aceptable.

En este libro, el Publio Cornelio que tenemos ante nosotros ha variado un poco con respecto a los dos anteriores. Su éxito en las distintas campañas parecen haberle henchido de vanidad y su actuación no siempre resulta del agrado del lector. Su intransigencia y su exceso de orgullo son bazas que juegan en su contra y que al final terminarán pasándole factura.

Esta novela incide más en la parte que se desarrolla en Roma y que resulta tan interesante como la que acontece en los campos de batalla o en las cortes extranjeras. El autor vuelve a demostrar el ímprobo trabajo de documentación llevado a cabo para este proyecto y vuelve a rellenar los huecos con hechos que bien pudieron haberse desarrollado justo así.

Sigue habiendo momentos emotivos, tensos, dramáticos, sugerentes y épicos, una combinación que obtiene resultados excelentes. Y vuelve a ser una de esas novelas que es casi imposible abandonar hasta el final, un final que no por sabido es previsible.

La traición de Roma culmina un trabajo de más de seis años y para el lector, para mí al menos, deja un hueco que va ser muy difícil de llenar. Me he despedido de unos personajes que me han acompañado durante más de 2.300 páginas, de cuyas vidas y aventuras me he empapado hasta altas horas de la madrugada y que luego han poblado mis sueños. Sin duda ha sido una triste despedida.
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jueves, 12 de noviembre de 2009

Las legiones malditas - Santiago Posteguillo

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Reseña - por Pilar Alonso

Ediciones B, Julio 2009
Género: Novela histórica
860 páginas



Publio Cornelio Escipión ha logrado una gran victoria en Hispania pero no ha conseguido vencer a Aníbal, que continúa en el sur de Italia aguardando su oportunidad.

El joven general, ahora convertido en cónsul, solicitará legiones al Senado para enfrentarse al cartaginés. Pero en el corazón de Roma sus enemigos continúan siendo poderosos y harán lo posible para frustrar los planes de Publio Cornelio.

De ese modo sólo se le asignarán dos legiones, las llamadas legiones malditas, desterradas en Sicilia desde la derrota de Cannae, más de siete años atrás. Con esas tropas desentrenadas, decepcionadas y mal pertrechadas, deberá llevar a cabo sus planes.

Sus enemigos, Fabio Máximo y Catón, esperan deshacerse de ese modo del general, demasiado ambicioso para su gusto. No cuentan con que el Africanus está hecho de una pasta especial.
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Como ya aconteciera con su anterior novela, en Las legiones malditas Santiago Posteguillo vuelve a demostrar su gran calidad narrativa. En esta ocasión tal vez la novela adolezca de algunos fallos por falta de una buena revisión, pero es un mal menor para un libro que en todo lo demás vuelve a estar a la altura de los mejores.

En esta entrega los personajes femeninos disfrutan de mayor protagonismo, a diferencia del libro anterior, y ese protagonismo se refleja en una serie de historias de componente algo más sentimental que, lejos de malograr el conjunto, lo dotan de un realismo aún mayor.

El personaje de Publio Cornelio vuelve a acaparar casi toda la atención, sin olvidar nunca a sus enemigos Fabio Máximo y Catón en la misma Roma, o a Aníbal, que continúa su campaña en la península itálica.

El gran general romano no debía enfrentarse sólo al peligro que suponían las tropas cartaginesas, sus mayores rivales se encontraban en el interior de su misma ciudad. Y es que el autor no sólo nos brinda la posibilidad de asistir como espectadores privilegiados al desarrollo de sus campañas, también nos ofrece una visión pormenorizada de lo que sucedía en la misma Roma, en especial en el Senado, donde los políticos se enfrentaban a diario con los miembros afectos a los Escipiones, convencidos de que demasiado poder en un sólo hombre podía desestabilizar la República tal y como la conocían.

Aún habría que esperar mucho para que esa República se convirtiera en Imperio, pero es cierto que muchos veían a Publio Cornelio Escipión como una amenaza, y tal vez no sin motivos. A las victorias y al buen hacer de Escipión se contraponen las maquinaciones de sus enemigos, los “malos de la película”. Es evidente que el autor ha cargado un poco las tintas a la hora de desarrollar los personajes que se oponen al protagonista, pero también es cierto que los datos históricos se prestan a ello y que necesitaba antagonistas de peso para equilibrar la trama.

La novela vuelve a recrear la vida cotidiana en Roma, las sesiones del Senado, las obras de teatro de Plauto y sobre todo los campos de batalla. Hay momentos de gran tensión dramática, momentos emotivos y momentos que invitan a la reflexión, sin olvidar aquellos otros de gran contenido épico, que son los que sustentan el alma a la novela.

De nuevo, una obra impresionante, bien planteada y escrita, tan interesante y tan absorbente que resulta en extremo difícil sustraerse a su influjo.
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sábado, 7 de noviembre de 2009

Africanus, el hijo del cónsul - Santiago Posteguillo

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/

Ediciones B, Octubre 2008
Género: Novela histórica
716 páginas



Roma, año 235 a.C. El cónsul Publio Cornelio Escipión está a punto de ser padre de un hijo que llevará su nombre y que pasará a la historia como el Africanus.

Mientras eso sucede, Macedonia y Cartago se han aliado para enfrentarse a Roma y en Hispania desembarcarán las tropas de Amílcar Barca para iniciar su conquista.

Publio Cornelio Escipión padre y su hermano Cneo deberán ocuparse de la educación del primogénito de la familia, hasta que ellos mismos deban desplazarse a Hispania a enfrentarse con Aníbal, que ha sucedido a su padre Amílcar.

A los diecisiete años, Publio Cornelio Escipión hijo se unirá a las tropas de su padre en Hispania, e iniciará así una carrera militar llena de desafíos y obstáculos, mientras en Roma el senador Quinto Fabio Máximo trata de minar la ascendente trayectoria de sus enemigos, los Escipiones.

El Africanus luchará en Tesino, Trebia, Trasimeno o Cannae, donde Aníbal se mostrará como un formidable enemigo.

Nuevamente en Hispania, Publio hijo deberá demostrar su valía.
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Sumergirse en esta novela es retroceder al pasado de un plumazo. Este comentario, que puede parecer obvio, no se cumple siempre que nos encontramos ante una novela histórica. El autor ha de saber conjugar muy bien los datos históricos y la ficción para crear una trama atractiva, debe dominar la tensión narrativa, debe rodear todo el conjunto de una ambientación exquisita y dotar de vida propia a sus personajes. Y eso es justamente lo que ha conseguido Santiago Posteguillo con su primera novela publicada.

Así, casi sin quererlo, me vi transportada al siglo III a.C., cuando Aníbal, general de Cartago, había invadido Hispania y avanzaba con sus tropas por Europa en dirección a la todopoderosa Roma.

Y mientras la amenaza se cernía sobre la ciudad del Tíber, crecía el que sería llamado a derrotarle: Publio Cornelio Escipión, el Africano. Esta novela, la primera de una trilogía, narra los primeros años del joven, y las vidas de su padre y su tío, ambos derrotados por las tropas del cartaginés.

No importa que esos sean hechos más o menos conocidos, el autor los ha recreado con maestría, llenando los huecos históricos con una ficción más que plausible, planteada con esmero, sin fisuras, en la línea de lo que sucedía en aquellos tiempos. Por ello, pese a ser conscientes de que algunos episodios que aparecen en el libro puede no ser reales, resultan totalmente creíbles y ése es un gran logro para una novela de este género, donde a veces los autores tienden a trasladar, no siempre de forma consciente, situaciones o comportamientos actuales que, extrapolados a otro momento histórico, chirrían.

La novela tiene una estructura cómoda, capítulos cortos que se suceden en distintos escenarios, un glosario al final para consultar algunos datos y diagramas que ilustran la situación de las tropas en las distintas batallas. Porque las batallas son quizá en lo que más incide Santiago Posteguillo, y lo hace de forma que el lector puede recorrer las distintas tropas, ya sea en un frente o en el otro, con una narración fluida y con la suficiente claridad como para que resulte sencillo imaginar el escenario.

Africanus, el hijo del cónsul es una novela histórica magnífica, digna de figurar en las bibliotecas más exigentes. Rigor histórico, buena prosa, cuidada ambientación, maravillosos personajes... pocos fallos se le pueden encontrar a una de las mejores novelas de los últimos años.
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sábado, 31 de octubre de 2009

El resucitador - James McGee

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Reseña - por Pilar Alonso


Editorial Bóveda, 2009
Género: Novela histórica
504 páginas


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En los primeros años del siglo XIX pululan por Londres varios grupos dedicados al robo de cadáveres para cubrir las necesidades de las escuelas de medicina. Mathew Hawkwood, antiguo soldado y ahora un runner de Bow Street, es designado para llevar el caso.

Al mismo tiempo, desaparece de un manicomio un coronel cirujano del ejército, y para hacerlo ha recurrido al asesinato. Hawkwood también deberá encargarse de ese asunto, sin saber que ambos están relacionados.


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Es difícil tratar de imaginar el trabajo de los médicos en la primera mitad del siglo XIX, cuando aún se ignoraban tantas y tantas cosas sobre el funcionamiento del cuerpo humano. Muchos adelantos se debieron a la oportunidad que tuvieron muchos de ellos de trabajar con cadáveres, en ocasiones en la clandestinidad hasta la Ley de Anatomía de 1832. Y ese tema es el que subyace bajo la trama de El Resucitador, novela en la que un grupo de ladrones de cadáveres suministran material a las distintas escuelas de medicina de Londres.

Pero la novela va mucho más allá de la simple anécdota y muestra un aspecto aún más sórdido en el ya de por sí morboso asunto. Cómo esos ladrones arrancaban los dientes a los muertos y los vendían a los dentistas, que luego éstos colocaban en las bocas de ciudadanos pudientes, o cómo los restos de los cuerpos eran hervidos para fabricar velas y jabón.

Todo eso, que parece sacado de cualquier película de terror, no es producto de la desbordante imaginación del autor, como él mismo reconoce al final del libro, donde incluso nombra algunas obras que ha consultado para esta novela.

Como siempre, los ricos escapaban a este tipo de prácticas. Ellos podían pagarse mausoleos, lápidas de piedra y rejas metálicas para resguardar su lugar de descanso. Los pobres debían conformarse con, en el mejor de los casos, un ataúd de madera mala y un entierro a pocos palmos del suelo, lo que favorecía mucho la tarea de los ladrones.

El autor ha sabido plasmar con acierto todo ese entramado y el mercado existente para dichas mercancías. Pero además ha sabido trasladarnos a un Londres muy alejado de la imagen glamourosa de los poderosos, creando una atmósfera lúgubre y maloliente, repleta de malhechores y tabernas, de callejones e inmundicia.

Y en medio de todo ello, la historia de un coronel del ejército, cirujano de profesión, que ha huido de un manicomio y de su perseguidor, Hawkwood, un runner de Bow Street, el cuerpo de policía que daría origen a Scotland Yard. Mientras Hawkwood persigue a su asesino se adentrará en el submundo más mórbido de la ciudad, y descubrirá más de lo que nunca hubiese deseado saber.

La novela contiene algunos detalles sobre la medicina de la época de lo más interesantes, especialmente una operación de cálculos en la vejiga que tiene lugar en un aula repleta de estudiantes y que ilustra a la perfección el modo en el que tanto cirujanos como pacientes debían enfrentarse, con los escasos medios de los que disponían, a operaciones que hoy resultan casi banales.

La novela tiene ritmo, buenos personajes, un argumento atractivo y una atmósfera bien definida. Necesitaría, no obstante, una revisión. En ocasiones no existe separación alguna entre escenas y hay algunas erratas. Y, no sé si por obra del autor o del traductor, hay varias expresiones modernas que, además de ser incongruentes, restan autenticidad a una obra que, por lo demás, está bien ambientada y concebida.
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jueves, 22 de octubre de 2009

El parche de la princesa de Éboli - María Pilar Queralt del Hierro

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en www.ciberanika.com


Editorial Styria, Abril 2009
Género: Anécdotas históricas
239 páginas



A lo largo de su dilatada carrera profesional, María Pilar Queralt del Hierro ha podido acceder a multitud de anécdotas históricas que ahora se han unido en un solo volumen, para gran regocijo de sus lectores y de todos los aficionados al género.

Las anécdotas históricas son siempre un buen reclamo. Breves, concisas y la mayoría de las veces suculentas, sirven de aproximación a un sinfín de situaciones y personajes históricos, narrando esos sucesos divertidos, entrañables o macabros que jalonan nuestro pasado.

La autora ha hecho una selección variada y sumamente interesante, comenzando por el Antiguo Egipto, donde podemos descubrir, por ejemplo, cómo se financió la pirámide de Keops, y sigue con Grecia, Roma y la Edad Media para finalizar con una serie dividida por temas: reyes, cine, música, ciencia...

Todas ellas tienen la extensión justa para presentar la anécdota en cuestión y es inevitable que de algunas queramos conocer un poco más, con lo que el libro no sólo cumple la función de entretener al lector, sino que le abre el apetito de indagar sobre muchas cuestiones que aparecen en él.

El parche de la princesa de Éboli es de lectura ágil, no recomendable para leerse de un tirón, variado y sugerente. Es uno de esos libros que deben paladearse a pequeños sorbos, aunque casi siempre sepan a poco.
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viernes, 16 de octubre de 2009

Batallón Sagrado. Matar por amor

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Apuntes - por Pilar Alonso


Dicen que no hay fuerza más poderosa que el amor y ya hubo en la Antigua Grecia quien así supo entenderlo. La homosexualidad era entonces, allá por el siglo IV a.C., algo comúnmente aceptado. Y el comandante tebano Górgidas lo aprovechó para crear el que se conoce como Batallón Sagrado.

Tebas era una ciudad importante, la más grande de la región de Beocia. Y al igual que Atenas y Esparta, también disfrutó de su época de gloria, sobre todo en época de Epaminondas, un general y político del siglo IV a. C.

Górgidas, compañero de Epaminondas, fue quien tuvo la idea de crear un batallón formado por 150 parejas, cada una de las cuales estaba compuesta por un miembro de mayor edad (heniochoi- conductor) y uno más joven (paraibatai – compañero).

El modo de luchar de los griegos se basaba esencialmente en el uso de unidades de hoplitas, soldados con espada, lanza y escudo que formaban apretadas filas para enfrentarse al enemigo. Los lazos que se creaban entre ellos contribuían en gran medida a mantener la cohesión del grupo. Y Górgidas creía que si esos lazos resultaban especialmente intensos las posibilidades de éxito aumentaban. Ningún hombre dejaría morir a su amado ni realizaría ningún acto que pudiera resultar vergonzoso a sus ojos (como huir o mostrar cobardía). Luchaban espalda contra espalda, sin rendirse nunca, porque rendirse significaba también la muerte del hombre al que amaban y de ese modo o sobrevivían ambos o morían ambos en la batalla.

Los miembros del Batallón eran escogidos entre los mejores, y formaban una élite que en tiempos de paz actuaba como guardia personal y en tiempos de guerra componía la vanguardia del ejército. Antes de entrar a formar parte de él juraban ante la tumba de Iolao, soldado tebano por quien Heracles había sentido una gran pasión, vencer o morir juntos en la batalla.

Y eso fue exactamente lo que ocurrió en Queronea, en el 338 a. C., cuando debieron enfrentarse a las tropas de Filipo II de Macedonia y su hijo Alejandro Magno, que pretendían invadir Grecia. Rodeados por las tropas de Alejandro, el Batallón Sagrado se defendió hasta la muerte y juntos cayeron, abrazados, en el campo de batalla.

Tras la victoria, Filipo II, que había pertenecido a ese Batallón en su juventud cuando fue llevado como rehén a Tebas, permitió que sus cuerpos fueran enterrados juntos y que los tebanos levantaran un monumento en su honor: el “León de Queronea”.
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sábado, 10 de octubre de 2009

El violín del diablo - Joseph Gelinek

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Reseña - por Pilar Alonso. Reseña y entrevista publicadas originalmente en www.ciberanika.com
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Editorial Plaza&Janés, Junio 2009
Género: Novela
427 páginas
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Raúl Perdomo, inspector de policía, acude al Auditorio Nacional en compañía de su hijo para escuchar a Ane Larrazábal, virtuosa del violín, que va a interpretar el Capricho nº 24 de Paganini, una de las piezas más difíciles jamás concebida.

Cuando es solicitada la presencia de la policía en los camerinos, Perdomo descubrirá el cadáver de la concertista, con una palabra árabe escrita en el pecho, y el robo de su violín, un valioso Stradivarius.

El misterio parece rodear al instrumento, que tiene tallada en la voluta la cabeza de un demonio.
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Un thriller no deja de ser una historia llena de persecuciones, misterios por resolver, asesinatos y grandes dosis de suspense. Es lo que uno espera encontrar cuando abre las páginas de cualquiera de ellos.

Si el autor sabe añadirle un toque especial, algo que lo distinga de los otros cientos de libros del mismo género, tenemos novelas como El violín del diablo.

Como ya ocurrió en La décima sinfonía, Joseph Gelinek ha convertido a la música en una protagonista más de su novela, con piezas, anécdotas y músicos de la talla de Paganini adornando sus páginas. En este caso, la trama gira alrededor de un instrumento maldito, un excelente reclamo.

La trama está bien planteada, la relación del policía protagonista con su hijo está bien trabajada, tiene sentido del humor, pero es precisamente la presencia de la música lo que la dota de una pátina especial y sugerente de la que resulta muy difícil sustraerse.

Es cierto que el autor aprovecha cualquier oportunidad para introducir nuevos datos, ya sea sobre músicos, instrumentos, escenarios o piezas musicales, como si durante unos párrafos en lugar de leer una novela leyéramos un ensayo. En algunas ocasiones dicha presentación resulta un tanto forzada, pero no se puede negar que la información que proporciona es tan interesante que casi se pasa por alto el modo en el que accedemos a ella.

Una novela sumamente entretenida, amena y absorbente. Y una delicia para los sentidos si se atreven a buscar algunas de las piezas que aparecen en ella.
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Entrevista a Joseph Gelinek por "El violín del diablo"

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por Pilar Alonso

Leer Reseña El violín del diablo.



Tras el éxito de La décima sinfonía, publicada en más de quince países, Joseph Gelinek vuelve a sorprendernos con otra novela músico-policíaca. Bajo el seudónimo se esconde un hombre amante de la buena música, divertido y gran conversador.


- ¿Por qué elegiste a Paganini? ¿Y por qué un violín?

Pues verás, un día, tras un concierto, estuve charlando con Ara Malikian, un violinista soberbio que interpreta muy bien a Paganini. Él fue quien me contó la historia de Ginette Neveu (una violinista famosa que murió en accidente de avión en 1949 y cuyo Stradivarius nunca se encontró). Pues bien, Ara Malikian me contó que el luthier de Neveu, Etienne Vatelot, estaba un día frente al televisor y vio a un músico con un violín. Se quedó perplejo y exclamó: ¡ése es el violín de Ginette! Lo tenía otro músico. ¿Cómo no hacer una novela con esa historia? Y el violín maldito me llevó enseguida a Paganini, porque violín y Paganini son una sola cosa.


- El personaje de Paganini que perfilas en tu novela es un personaje realmente fascinante. ¿Era realmente así o te has tomado algunas licencias sobre él?

La parte de Paganini está muy trabajada, me llevó mucho tiempo y esfuerzo documentarme y para ello tuve que emplear el servicio de documentación de las Universidades USA, un servicio muy restringido y de muy difícil acceso. Así es que casi todo lo que aparece de él en la novela es cierto. Estaba en un estado lamentable hacia el fina
l de su vida, tal y como aparece en el libro.


- ¿Por qué crees que Paganini nunca fue considerado un músico de primera fila?

Era un intérprete fabuloso, lo sabemos por dos vías. Una directa: los testimonios de la gente que le oyó tocar y luego a partir de sus propias composiciones: nadie que no tocase como él podría escribir esa música.

Pero para mí no deja de ser un compositor un poco flojo, que repite y repite un par de ideas, en contraposición a otros músicos más generosos, como Chopin, Bach, Beethoven o los Beatles.


- ¿Los Beatles?

Lo que mucha gente no sabe es que los Beatles son compositores clásicos, en el sentido de que introducen en el previsible rock and roll elementos de tanta sofisticación como en la música clásica. Estoy hablando de escribir una canción en modo dórico, como en Eleanor Rigby, o de modular en el estribillo para que haya más contraste, como en Penny Lane, o en crear hermosos ostinati como en Julia. La gente no sabe lo importantes que son los Beatles, capaces de devolverle al público el gusto por la buena música. Por eso son los Schubert del siglo XX.


- ¿En quién te basaste para perfilar el personaje de Ane Larrazábal, la virtuosa del violín?

Físicamente tenía en mente a Janine Jansen, aunque desde el punto de vista de la personalidad, creo que Ane es en realidad Ginette Neveu. Neveu plantó cara a los monstruos sagrados de la época, como Oistrakh, al que ganó en un concurso de violín. Ella era la única mujer entre los Heifetz, Menuhin, etc., ahora hay docenas. Esa personalidad ferozmente competitiva de Ane es de Neveu.
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- ¿Cuáles son tus autores de referencia?

Una de las razones por las que escribo misterios musicales se debe a la novela Muerte en la Fenice, de Donna Leon, un libro muy premiado y cuya parte musical yo pensé que se podía mejorar.

Otra obra que me influyó fue Un asesinato musical, de Batya Gur, la Agatha Christie de Israel, según la Wikipedia, y en la que un asesino estrangula con una cuerda de violonchelo.

Y otra influencia es Stephen King, un enorme escritor que ha elegido el terror para dar su visión del mundo. Me gusta cómo trata lo sobrenatural y he intentado imitarle un poco, pero sin excesos. Como soy bastante escéptico con esos temas, igual que el inspector Perdomo, quería hacer una novela en la que hasta yo pudiera creerme que hay fuerzas ocultas, en este caso un violín, un violín que contamina a los que le rodean y que, de un modo u otro, causa la muerte de todos aquellos que lo poseen.


- ¿Es realmente el mundo de la música tan competitivo como apuntas en tu novela? Parece como si los intérpretes de música clásica estuvieran muy lejos de eso.

Es muy competitivo, pero no porque sea de música clásica, cualquier actividad que consista en atraerse el favor del público es competitiva, ya se llame rock, teatro o literatura.


- En el libro comentas que la Filarmónica de Berlín tiene una agenda muy ocupada ¿Es realmente así? ¿Por qué?

No sé si está especialmente a tope esa agenda, pero dado que es una de las tres mejores orquestas del mundo, me figuro que deber estar solicitadísima.


- ¿Cuáles son las otras dos?

Eso es muy subjetivo, pero a mí hay un director que me encanta, que es Gergiev, y John Elliot Gardiner con su Orquesta Revolucionaria y Romántica, la de Chicago en tiempos de Solti era una de las tres.


- Algo que me ha llamado la atención es la idea de que, cuando un músico entra a formar parte de una orquesta, debe pasar un período de prueba y luego todos sus componentes deben votar si se queda o no. ¿Es realmente así? ¿También vale con el director de orquesta o sólo con los músicos?

Los músicos en las orquestas sinfónicas tienen una fuerza brutal. Si alguien se les mete entre ceja y ceja, no hay nada que hacer. Y le hacen el vacío hasta que se marcha.

En cuanto a los directores de orquesta, no sé si se hace de forma oficial, pero seguro que ningún Patronato contrataría a un director que la orquesta vetara, y aunque no tengan derecho real de veto, en la práctica es casi lo mismo, porque si está ahí es porque la orquesta lo ha aceptado.


- ¿Es cierto que existen varias piezas musicales asociadas con el diablo, como la Danza macabra de Saint Saëns o Las brujas de Paganini?

Sí, todas las que aparecen en la novela y algunas más, como La sinfonía fantástica, de Berlioz.


- En la novela aparece la Fundación Stradivarius Society de Chicago, que presta sus instrumentos a músicos de cierta talla. ¿Qué hay de cierto en ello?

Todo, porque casi nadie posee un Strad, todo el mundo lo tiene en préstamo vitalicio, y tiene que pagar el seguro anual, que no es barato, y dar una serie de conciertos ante los mecenas.


- La décima sinfonía, El violín del diablo… la próxima novela, ¿también sobre música?

Por supuesto, es el sello que define mis novelas: la música. Sólo te puedo decir que
está ambientada en el mundo del rock, y que el mundo del rock está lleno de misterios.
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martes, 6 de octubre de 2009

Bajo el terror de la Guillotina - François-Xavier Gauroy y Ambroise Liard

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/
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Ediciones Timeo, Mayo 2009
Género: Novela histórica
352 páginas
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Un mensaje oculto en un abanico parece ser la clave para liberar a la Familia Real francesa en 1793. Y una joven ha sido, accidentalmente, la depositaria de dicho objeto.

Las autoridades, empeñadas en descubrir el secreto, harán cuanto sea necesario para descubrir qué planes están urdiendo sus enemigos para salvar a María Antonieta. Y para ello no dudarán en meter en prisión a Marie, la muchacha que debía entregar el mensaje.
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El Terror. Roberpierre.

¿Quién no ha oído alguna vez esos dos nombres en una misma frase? Y es que la Revolución Francesa, pese a sus indiscutibles avances sociales (o las semillas de ellos) también tuvo su lado oscuro. Y ese lado oscuro tuvo un nombre propio: Robespierre.

Esta novela ahonda en ese período de tiempo en concreto y especialmente a través de la figura de Fouquier-Tinville, acusador público del Tribunal revolucionario. Por sus manos pasaron cientos, miles de expedientes para los que decretaba un mismo final: la guillotina. En muchos casos sin pruebas, casi sin juicio ni ningún tipo de deliberación. Realmente era peligroso vivir en Francia en aquellos tiempos. Cualquier vecino, cualquier enemigo por pequeño que fuese, podía colocar nuestro cuello bajo la cuchilla con una sola palabra. Porque el deseo de “limpieza” era tan acusado que las autoridades no se entretenían ni en comprobar si la persona que habían detenido era o no el verdadero objetivo, no digamos ya en buscar argumentos que avalasen las acusaciones de que era objeto.

No importaba si eran ricos o pobres, campesinos, tenderos o albañiles, sufrían por igual idéntico proceso y se hacinaban en las cárceles a la espera de la guillotina.

Esta escueta explicación queda magníficamente reflejada en la novela, esos desmanes, la crueldad innecesaria, las sospechas, los encarcelamientos, los procesos, las condenas… y Fouquier-Tinville es el personaje alrededor del cual gira toda esa vorágine de terror.

Alrededor de él se teje una trama un tanto folletinesca que pone sobre el tapete la figura de María Antonieta y las conspiraciones que se fraguaron para liberar a la familia real. Un misterio que envuelve a un objeto tan común como un abanico y que desata toda una serie de sucesos que se encuadran perfectamente en dicha etapa histórica.

Pese a los evidentes puntos de interés de esta novela, no le vendría mal una buena revisión de estilo. Algunas frases mal construidas y algunas erratas hacen necesaria una segunda lectura de varios pasajes, lo que entorpece el ritmo y confunde al lector.

Bajo el terror de la guillotina tiene a su favor el encuadre histórico y el fresco de la situación política del momento, y en contra un inicio ubicado en la actualidad completamente innecesario, amén de lo ya expuesto en el párrafo anterior.

En definitiva, una novela entretenida aunque ciertamente mejorable.
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miércoles, 30 de septiembre de 2009

La isla bajo el mar - Isabel Allende

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Reseña - por Pilar Alonso
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Editorial Plaza&Janés, Agosto 2009
Género: Novela histórica
511 páginas

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Toulouse Valmorain, un joven de veinte años, desembarca en Saint Domingue en 1770, acudiendo a una llamada de su padre. Hasta ese momento tenía una vaga idea de dónde provenían los fondos que le habían permitido vivir cómodamente en París mientras su progenitor permanecía en las colonias. La muerte de su padre le obligará a hacerse cargo de la plantación y a permanecer en la isla.

Una década más tarde Valmorain comprará a Zarité, una niña de nueve años, para que atienda a su futura esposa, una española que ha conocido en Cuba y que va a vivir con ellos.

Pero son tiempos revueltos. Los cimarrones se agrupan en las montañas, los esclavos huyen de las plantaciones y se unen a los rebeldes, y pronto no habrá quien los detenga en su afán por obtener la libertad.

Cuando se inicie la revolución muchos blancos perderán la vida y otros muchos se verán obligados a exiliarse.

Valmorain será uno de ellos.
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Ésta tenía que ser una novela de piratas”, confesó Isabel Allende el día que presentó su nuevo libro en Barcelona. Y es que, mientras investigaba la historia de Nueva Orleans para su novela “El zorro”, descubrió que en el siglo XVIII, cuando la revuelta de esclavos en Haití, muchos habitantes de la isla se habían visto obligados a exiliarse. Nueva Orleans fue, junto a Cuba, el destino escogido por la mayoría.

Y así nació La isla bajo el mar, una novela cargada de historia y magia que relata, a través de la trayectoria de la esclava Zarité, los últimos días de lo que fue Saint Domingue antes de convertirse en la actual Haití y la posterior adaptación de los exiliados a Nueva Orleans, que ocupa la segunda parte de la novela.

Toulouse Valmorain representa en el inicio del libro a multitud de franceses que vivían en su país de origen a costa de sus plantaciones en las colonias, que muchos no habían visitado jamás y que les brindaban cuantiosos beneficios. Una vez en la isla, imbuido por el espíritu de la Ilustración, trata de mantener sus ideales en su trato con los esclavos, aunque con escasa firmeza. Un personaje marcado por su cobardía y que, junto a Zarité, lleva el peso de la trama.

La autora no se regodea en el trato dado a los esclavos, que queda pese a ello suficientemente claro. “No me gusta escribir sobre torturas”, dijo también. “Prefiero escribir sobre el amor”. Y es la parte sentimental la que adquiere mayor trascendencia a lo largo de la trama, el amor de Zarité por sus hijos, el de Violette por Relais, el de Rossette por Maurice… muchos amores y muchas relaciones que se entrecruzan y que van tejiendo una historia que atrapa desde la primera línea.

Aunque Zarité es la protagonista, y en ocasiones es su propia voz la que nos relata los hechos, hay otros personajes memorables, algunos históricos y otros ficticios, que llenan de sabor y color las páginas de esta novela, desde Sancho, el cuñado vividor, hasta Père Antoine, un cura caritativo y bondadoso de Nueva Orleans, pasando por Toussaint Louverture, Napoleón, los hermanos Lafitte o Claiborne, el primer gobernador norteamericano de Luisiana. Pero son especialmente la mujeres las que acaparan la pluma de Isabel Allende, no sólo Zarité, también Tante Rose, una negra curandera de Saint Domingue, Violette Boisier, una famosa cocotte, Eugenia, la esposa española de Valmorain… y otras varias cuyas vidas se cruzan primero en Saint Domingue y más tarde en Nueva Orleans.

La novela tiene cierto aire folletinesco que consigue captar la atención de inmediato, con grandes dosis de dramatismo y tensión, y una ambientación bien trabajada. Cualquiera que se adentre en sus páginas quedará ligado a ellas, aunque sólo sea por la parte histórica que contienen y por el deseo de saber qué le ocurrirá a Zarité, esa esclava que adora bailar porque “esclavo que baila es libre… mientra baila”.
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domingo, 20 de septiembre de 2009

El funeral de Shelley - Louis Edouard Fournier

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Arte - por Pilar Alonso
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1889, Óleo sobre lienzo, 129,5 x 213,4cm, Walker Art Gallery, Liverpool, Inglaterra

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Ese hombre que aparece en la pira funeraria es, según indica el título del cuadro, Percy Bysshe Shelley (1792-1822), poeta y ensayista británico, amigo de Byron y Keats, y esposo de Mary Shelley, la autora de Frankenstein.

Shelley llevó una vida de aventuras. Fue expulsado de Oxford en 1811 por la publicación de un panfleto titulado “La necesidad del ateísmo”, se fugó en dos ocasiones con jovencitas para contraer matrimonio (la segunda de ellas fue precisamente Mary Shelley), preconizó el amor libre, viajó a Suiza, Francia e Italia, escribió tratados políticos que le granjearon no pocas antipatías, y padeció la tragedia de perder a dos de sus hijos.

En 1822 convenció a James H. Leigh Hunt, un poeta y editor británico, para crear un periódico, El Liberal, donde él y sus amigos pudieran publicar sus controvertidas obras.

El 8 de julio de ese mismo año, regresaba desde Pisa con Edward E. Williams después de realizar los preparativos para el lanzamiento del nuevo periódico. Mientras navegaban en su velero, llamado Don Juan en honor a Byron y rebautizado por Shelley con el nombre de Ariel, los sorprendió una tormenta y naufragaron.

Edward Trelawny, escritor y amigo, narró con detalle lo que sucedió aquellos días en su obra Narración de los últimos días de Shelley y Byron. Allí cuenta que los dos cadáveres, medio descompuestos y comidos por los peces, fueron recuperados en la playa unos días después del naufragio, adonde habían sido arrastrados por la marea. Como no había obtenido permiso para la incineración, se vio obligado a enterrar los cuerpos, y el 15 de agosto, una vez todo en regla, volver a desenterrarlos, ya pueden imaginar en qué estado.

El ritual se realizó en una playa cerca de Viareggio, Toscana, que es la imagen que aparece en el cuadro. De izquierda a derecha, Trelawny, Leigh Hunt y el mismo Byron.

Trelawny preparó la pira no sin antes ocuparse de extraer el corazón de Shelley, que entregó a su viuda, Mary. Ésta lo conservaría hasta el día de su propia muerte, 29 años después, cuando ya no quedaba de él más que un puñado de polvo.

Trelawny dispuso que las cenizas de Shelley reposaran en el cementerio protestante de Roma, donde descansaban ya los restos de William, hijo de Shelley, y donde un año antes había sido enterrado John Keats. Allí, Trelawny adquirió también un espacio adyacente, donde casi sesenta años más tarde fueron enterrados sus restos a petición suya.

Curiosamente, también fue él quien se ocupó de llevar a cabo los arreglos para el funeral de Byron, que falleció en Grecia sólo dos años después que su amigo Shelley.

El autor
Louis Edourad Fournier (1857-1917) fue un pintor e ilustrador francés. Participó en la pintura de los frescos del Grand Palais de París, e ilustró numerosos libros, incluidos trabajos de Jean De La Fontaine y Honoré de Balzac. El funeral de Shelley (1889) es su obra más conocida.
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miércoles, 16 de septiembre de 2009

La casa de los siete pecados - Mari Pau Domínguez

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Reseña - por Pilar Alonso. Reseña y entrevista publicadas originalmente en http://www.ciberanika.com/
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Editorial Grijalbo, Marzo 2009
Género: Novela histórica
351 páginas



I PREMIO CajaGRANADA DE NOVELA HISTÓRICA 2009



Año 1570. Ana de Austria, hija del emperador Maximiliano II, llega a España para convertirse en la cuarta esposa de Felipe II, su tío. Su principal obligación es proporcionar un heredero al trono español, pero llega también con la esperanza de obtener el amor del monarca más poderoso de su tiempo.

Pero Felipe II vive obsesionado con su nueva amante, Elena Zapata, a la que hace construir la casa de las siete chimeneas, que será el escenario de sus encuentros.

Felipe II, presa al mismo tiempo del remordimiento y la pasión, deberá tomar una serie de decisiones que tendrán trágicas consecuencias.
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La época de Felipe II siempre me ha parecido fascinante. Literariamente, es una a las que más jugo se le puede extraer. No hablo sólo del monarca, que desde luego tiene mucho juego, sino de sus cuatro esposas, su hermano natural Don Juan de Austria, o personajes como su secretario Antonio Pérez o Ana de Mendoza, la princesa de Éboli (aquella del parche en el ojo). Además, es la época de las batallas de Lepanto y San Quintín, de Cervantes, de El Escorial, de la Armada Invencible y los tercios de Flandes, de los piratas berberiscos y de las sanguinarias reinas británicas: María Tudor e Isabel I, además de la escocesa María Estuardo. Sí, no hay duda de que la época da para mucho juego.

Mª Pau Domínguez ha escogido un fragmento de ese momento histórico, un fragmento bastante delimitado, en el que los protagonistas son el propio Felipe II y su cuarta y última esposa, Ana de Austria, que en nada tiene que ver con aquella otra del mismo nombre que tan famosa hizo Alejandro Dumas.

La historia gira alrededor de la infidelidad del rey con Elena Zapata, su supuesta amante, y digo supuesta porque en este caso la autora juega con la ficción. Pues bien, toda la trama se desarrolla alrededor de esos amoríos, de los remordimientos del monarca entre su deber moral y su pasión carnal, y la obsesión de la reina por descubrir si los rumores que circulan por Madrid acerca de los devaneos del soberano son ciertos o no.

La historia no carece de atractivo, aunque sólo sea por los aspectos documentales, que están muy bien trabajados. Pero la trama, para mi gusto, se queda un poco corta.
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La época, como antes comentaba, posee el suficiente gancho como para atrapar la atención de cualquiera. De fondo aparecen algunos personajes o situaciones que bien darían para otras tantas novelas, pero la visión de la autora me ha resultado un poco limitada. Una y otra vez hace hincapié en los remordimientos del monarca por causa de su amante, de sus recuerdos, de sus pecados... Y por otro lado tenemos a Ana de Austria que es un poco más de lo mismo, obsesionada con la infidelidad del rey o su inocencia. En ningún momento se aleja demasiado del tema y a algún lector le puede resultar un tanto repetitivo, porque parece como si los demás asuntos que rodean esa trama principal terminasen contaminados por él, cuando no devorados.
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Supongo que la autora trataba precisamente de plasmar el tormento de Felipe II, un hombre profundamente religioso y al mismo tiempo un pecador consumado. Dicho enfoque no carece de alicientes, créanme, y Mª Pau Domínguez lo ha expresado con gran acierto.

La novela es una recreación del Madrid del Siglo de Oro marcada por la excesiva religiosidad, que aparece tanto en Felipe II como en la reina, por los cotilleos y la construcción de El Escorial, por los asuntos de Estado y por la leyenda, que Mari Pau Domínguez ha sabido rescatar y plasmar en su novela, una obra con muchos puntos interesantes, de lectura ágil y poblada de personajes cuya sola presencia ya sirve de acicate para continuar la lectura.
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Entrevista a Mari Pau Domínguez por "La casa de los siete pecados"

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por Pilar Alonso

Mari Pau Domínguez es periodista y escritora y con La casa de los siete pecados, su segunda novela histórica, ha obtenido el I Premio de Novela Histórica CajaGranada.

Nos recibió en su hotel y nos hizo un hueco para contestar esta entrevista.


- Tu novela ha sido la ganadora del I Premio de Novela Histórica CajaGranada ¿Qué se siente al ganar un certamen que está teniendo tanta repercusión?

Pues cuando me lo concedieron, no tuve la sensación de haber alcanzado algo o haber llegado a algún sitio. Por el contrario, la sensación era de que una nueva puerta se abría y que tenía una enorme responsabilidad, por un lado con quienes me habían concedido el premio y por otro con la editorial.


- ¿Por qué decidiste ambientar tu novela en la época de Felipe II?

Porque escribiendo El diamante de la reina me quedé fascinada con Felipe II y creo que el siglo XVI español es un período histórico apasionante y muy importante para la historia posterior. Además, el personaje es muy literario, y además no es sólo un personaje español, es un personaje mundial.


- José Saramago alaba tu talento narrativo y comenta que La casa de los siete pecados es “una excelente novela”. ¿Qué se siente al recibir palabras como esas del que fue Premio Nobel de Literatura?

Pues eso para mí ha sido tan importante y tan grande como el propio premio, y en el fondo me he sentido doblemente premiada leyendo las palabras que Saramago me ha dedicado porque, además de un merecidísimo Premio Nobel, es una excelente persona.


- ¿Cómo descubriste la leyenda que gira en torno a la Casa de las Siete Chimeneas?

Es una leyenda que circula sobre Madrid que, junto con la del fantasma del Palacio de Linares, son las dos leyendas más maravillosas de la ciudad. En este caso trasciende lo localista, no sólo atañe a Madrid, sino que tiene que ver con nuestra historia ya que afecta a la monarquía hispánica. Y esa leyenda habla de un fantasma de mujer, que pudo ser el de la amante del propio Felipe II, que un día aparece muerta en extrañas circunstancias, en su alcoba de la casa de las Siete Chimeneas y cuyo cadáver desaparece antes de ser enterrado.

A finales de noviembre de 1882, durante las obras de remodelación, se descubrieron los huesos de una mujer sin identificar junto a unas monedas, que se pudieron fechar en la época de Felipe II. Eso me proporcionó una base real sobre la que trabajar.


- Es evidente que has llevado a cabo una encomiable labor de investigación. ¿Ha sido una tarea muy ardua?

He empleado muchas horas, y ha sido un gran empeño, porque en torno a la figura del rey hay mucho escrito y debía hacer una criba importante, sobre todo los rasgos que me interesaban, que hacían referencia a la faceta psicológica del personaje. La parte más ardua ha sido la que tenía que ver con la propia casa, porque los datos son poco concretos y además no son coincidentes. De entre todas las versiones escogí la que me pareció más verosímil, y es que fue el arquitecto Juan de Herrera, el arquitecto mayor, ya embarcado en El Escorial, quien la construyó.


- ¿Qué fuentes has utilizado con mayor agrado?

Sin duda los documentos proporcionados por el Archivo del Ministerio de Cultura, que curiosamente se encuentran en la propia casa. Esa es la parte con la que más he disfrutado, ha sido lo más divertido.


- En tu novela nos presentas a un Felipe II cargado de remordimientos y sumamente supersticioso, y al mismo tiempo dominado por las pasiones carnales. De hecho es el eje sobre el que gira toda la trama. Y el cuadro de El Bosco, Mesa de los pecados capitales, encarna a la perfección esa lucha ¿Qué hay de realidad y qué de ficción en esa parte de la historia?

La base real es cierta, aunque la literatura siempre exagera un poco la realidad, lógicamente, por eso es ficción. Pero hay una buena base real en la descripción de ese personaje, y en su lucha contra la lujuria, el pecado capital que lo dominaba.


- Isabel de Valois parece haber sido el gran amor de Felipe II. ¿Se le conocieron amantes mientras ella vivía?

Él dejó de tener amantes a los cuatro años de estar con Isabel de Valois, pero luego, a su muerte, no cabe ninguna duda de que sí las tuvo.
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- Ana de Austria vive completamente obsesionada por la infidelidad de su marido, hasta el punto de llegar a la flagelación. Teniendo en cuenta que era su sobrina, en primer lugar, y que su matrimonio fue una cuestión de Estado, en segundo lugar, ¿no es su comportamiento un poco exagerado, tal y como aparece en la novela?

El amor no entraba dentro de la ecuación sobre el papel, como tampoco pasaba nada porque un rey tuviera una amante, pero eso es una cosa y otra es cómo alguna de las mujeres de Felipe II podía vivir esa circunstancia. En el caso de Ana de Austria ella sabía a lo que venía, a darle un heredero, pero vino también con el propósito de amarlo y de que él la amara, porque además ella le tenía un cariño especial, primero como tío suyo y luego como marido.


-¿Qué sentimientos te ha inspirado el personaje de Ana de Austria?

Es un personaje que despierta mi simpatía, que me inspira ternura. Me parecía una persona en el fondo de cierta fragilidad, muy sometida al papel que le había tocado cumplir y lo sabía, igual que sabía que no iba a salirse nunca de ese papel. Como reina, y en esa época, fue la reina perfecta, la esposa perfecta. De hecho, todos los historiadores se han puesto de acuerdo en eso, en que al final el rey la quiso, la quiso a su manera, porque ella quiso que la quisiera y le hizo la vida muy fácil, no inmiscuyéndose en nada. El rey se sentía muy a gusto con ella, y sobre todo después de la vida tan animada que había tenido con Isabel de Valois, con su rebeldía y con todo lo que había organizado en la Corte. Ana de Austria fue como una especie de remanso que consiguió hacer fácil y cómoda la vida en palacio, de forma que él dejó de recelar, se adaptó a ella y al final la quiso a su modo.


- Un detalle que me ha llamado la atención ha sido el remedio de la madre superiora para curar las heridas de la flagelación de Ana de Austria: un cocimiento de aceite de lirios, cachorros de perro recién nacido, gusanos de tierra y trementina veneciana. ¿Es una receta auténtica de la época?

Absolutamente cierta, la medicina del siglo XVI era un poco oscurantista y me costó mucho dar con ella.


- La relación de Juan de Ledesma con la reina al final se quedó en nada. ¿Está basada en algún dato histórico o forma parte también de la ficción?

Juan de Ledesma existió, fue propietario de la casa y secretario personal del secretario del rey, y debía entrar y salir de palacio con toda naturalidad. No hubiese sido extraño que se conocieran y trataran.


- Es indudable que en tiempos de Felipe II hubo muchos personajes realmente fascinantes: Juan de Austria, la princesa de Éboli, Antonio Pérez, Mateo Vázquez... ¿Has sentido predilección o te ha llamado especialmente la atención alguno de ellos?

A mí me ha gustado rescatar a Mateo Vázquez, me parecía un personaje perverso, estaba al mismo nivel jerárquico que Antonio Pérez, aunque él le superaba en el tema religioso, que tanto preocupaba a Felipe II. Me parece un personaje fascinante.


- Tu anterior libro, El diamante de la reina, narra la historia de Isabel de Valois. En este segundo hablas de Ana de Austria, la última esposa de Felipe II. ¿Habrá una tercera entrega?

Pues no al menos centrado en personajes femeninos, aunque en esta novela el protagonista sea Felipe II más que Ana de Austria, a diferencia del anterior, que sí estaba basado en la reina. Tengo ganas de seguir contando cosas sobre ese reinado, pero no lo tengo aún centrado.


- Esta es la segunda novela histórica que escribes, pero antes de eso no habías tocado el género. ¿Qué te parece la experiencia? ¿Dónde te sientes más cómoda escribiendo?

Pues sin duda en la novela histórica, ha sido un grandísimo descubrimiento. Es cierto que el trabajo es más intenso y que entraña más dificultad que una novela contemporánea, pero es donde más cómoda me he sentido y donde más he disfrutado.
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domingo, 13 de septiembre de 2009

El señor de las llanuras - Javier Yanes

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Reseña - por Pilar Alonso

Editorial Plaza&Janés, Marzo 2009
Género: Novela
713 páginas


Curro Mencía, un joven periodista, desgrana el pasado de su familia ante la inminente venta de la casona familiar, donde Uke, su abuela, vivió una apasionada historia de amor con Hamish, un aventurero escocés que se marchó a África.

Hace años que Curro no sabe nada de su abuelo, que tocaba el violín y le contaba historias de África, y decide viajar hasta Kenia tras sus huellas, acompañado por un viejo barón que lo había conocido en su juventud.
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El problema de escribir una primera novela perfecta tiene un gran inconveniente: el lector espera que la segunda sea igual o mejor y lo mismo las siguientes. Mantener ese nivel supone para el autor un trabajo extra que no siempre se verá recompensado. Y Javier Yanes lo va a tener difícil, porque El Señor de las Llanuras ha dejado el listón tan alto que va ser ardua tarea sostenerlo, no digamos ya superarlo.

El libro llevaba días rondando por mi mesa, y a pesar de la sugerente portada se resistía a llegar a mí, ocultándose entre el sinfín de novedades que la pueblan. Y al fin un día abrí sus páginas para enamorarme por completo de su historia. Y ya sabéis lo que pasa cuando uno se enamora, que, aunque la otra parte tenga sus defectos, son tantas las virtudes que la adornan que se pasan por alto. No puedo ser imparcial, por tanto, a la hora de juzgar este libro.

La historia es emocionante y sugerente, la prosa de gran belleza, los paisajes están descritos con gran plasticidad, los personajes son fantásticos, los diálogos bien trabajados y el sentido del humor está presente a lo largo de toda la trama. Algunos pasajes y los títulos de varios capítulos, son pura poesía. Sirvan de muestra algunos de ellos: Un violín en la tormenta, Mariposas de piedra, El siglo que dormimos desnudos, Cenizas sin polvo al que volver, Sonata de la eterna primavera...

Y la ambientación... bueno, quién no ha soñado alguna vez con viajar a África. Hace unos años yo misma planeé visitar Kenia y Tanzania y se quedó en propósito. El Señor de las Llanuras me ha brindado la oportunidad de realizar ese viaje a pequeña escala y ha sido una experiencia enriquecedora, no sólo por la posibilidad de visitar el corazón de África a través de sus páginas, sino también de conocer parte de su historia.

Las dos partes del libro tienen sobrados motivos para encandilar al lector. En la primera descubrimos a Uke, una joven afincada en las proximidades de Madrid en los años 30, que viaja por Europa justo antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. En la segunda, Curro Mencía, el nieto de Uke, es el protagonista, y el escenario el continente negro.

Ambas partes, que podrían haberse escrito de forma completamente independiente y funcionar en solitario, se unen aquí para contarnos una historia llena de ternura y magia, de aquellas que nunca llegan a olvidarse.
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miércoles, 9 de septiembre de 2009

El día D minuto a minuto

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Coincidiendo con la publicación del libro El día D, la batalla de Normandía, de Antony Beevor, mañana 10 de septiembre, la editorial Crítica ha puesto en marcha una iniciativa de lo más atractiva: un blog sobre el día D que narrará la jornada minuto a minuto.
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Si bien es cierto que el desembarco de Normandía se produjo el 6 de junio de 1944, la editorial aprovechará que mañana aparece en las librerías el nuevo libro del historiador británico para retransmitir "en directo" la Operación Overlord.
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Hasta el momento en la página se pueden ver los preparativos de la campaña, los antecedentes, las fuerzas que tomarán parte, el temor a que la operación sea descubierta por el enemigo... todo con gran realismo y detalle.
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No lo olvidéis. Mañana, día 10 de septiembre, es el DÍA D.
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Para seguirlo en directo pincha aquí.
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martes, 8 de septiembre de 2009

Los lugares secretos - León Arsenal

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Reseña - por Pilar Alonso
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Editorial Martínez Roca, Mayo 2009
Género: Novela
445 páginas

Claudia Ugarte recibe la inesperada llamada de Eduardo, un amigo de Jacobo, su antiguo novio, que rompió con ella hace dos años a través de un e-mail. Tras acceder a encontrarse con él descubre que tal vez Jacobo no fuese quien escribiera aquel mensaje ya que, desde que abandonara al país con destino a Italia y Thailandia, no se ha vuelto a saber de él.

Eduardo sospecha que la investigación que estaba llevando a cabo su amigo sobre la simbología en la arquitectura no es tan inocua como pudiera parecer.

Cuando Eduardo también desaparece en las mismas circunstancias que Jacobo, Claudia empieza a preguntarse si las descabelladas teorías de Eduardo no guardarán parte de verdad.

Con ayuda de Alejandra, una amiga historiadora, tratará de descubrir qué era lo que ambos andaban investigando, sin saber que está poniendo su vida en serio peligro.
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Cuando caminamos por las calles de nuestras ciudades, ¿cuántos nos fijamos en los detalles arquitectónicos de los edificios, en las molduras o los relieves, en las estatuas o los rincones que adornan sus fachadas? Y sin duda todos ellos tienen una historia real detrás, un motivo por el que fueron elegidos en lugar de otros cualquiera. Pues esos detalles que pasan desapercibidos para la mayoría son el eje central sobre el que gira la trama de Los lugares secretos.

Esta novela, además de un thriller bastante bien planteado y resuelto, es un recorrido arquitectónico por la ciudad de Madrid, por fachadas, cementerios, parques y calles, y también por algunas de sus leyendas. Sin apabullarnos ni sobrecargarnos de datos, el autor nos va proporcionando a lo largo del libro todo tipo de jugosos detalles, que sin duda los habitantes de Madrid sabrán reconocer.

Por si eso fuera poco, León Arsenal coloca sobre el tapete el tema de las religiones, en concreto las distintas corrientes filosóficas del gnosticismo de los primeros años del cristianismo.

Todo ese conglomerado de datos, arquitectónicos y religiosos, son el escenario sobre el que se desarrolla la trama, un thriller con buenos y malos, asesinatos, persecuciones, sectas y romance.

Pese a lo complicados que puedan parecer a priori los temas que trata, lo cierto es que es un libro que resulta fácil de leer. El autor ha sabido plantear el argumento para que resulte atractivo y el ritmo es adecuado. Si a ello le añadimos un poco de suspense tenemos una novela de lo más entretenida y amena.
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viernes, 4 de septiembre de 2009

Breve historia de la conquista del Oeste - Gregorio Doval

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Reseña - por Pilar Alonso

Ediciones Nowtilus, Enero 2009
Género: Divulgación
350 páginas


En 1776 los Estados Unidos declaraban su independencia y formaban su propia nación. Un amplio territorio se abría más allá de la frontera de las trece colonias iniciales, un territorio que estaban dispuestos a explorar y a colonizar.
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Seguro que todos recordamos películas como La conquista del Oeste o Caravana de mujeres, a personajes de la talla de Daniel Boone o Davy Crockett, y en algún momento de nuestra vida sin duda oímos mencionar la famosa “fiebre del oro”.

Pues adentrarse en este nuevo libro de Gregorio Doval es como mezclar todos esos ingredientes y servirlos en una sola toma. Así, asistimos al nacimiento de una nueva nación y al establecimiento de la primera Frontera, que se fue modificando a medida que se colonizaban nuevos territorios. Y a la adquisición de Luisiana (un territorio muchísimo más grande de lo que hoy es el Estado que lleva su nombre) y los territorios españoles y mexicanos.

Pero, ¿cómo explorar un territorio recién adquirido de unas dimensiones tan colosales? Imaginar una extensión tan vasta y tan absolutamente desconocida representa un increíble reto, que los americanos supieron afrontar. No voy a entrar ahora en los detalles negativos que dicha conquista supuso, ya sea la desaparición de los indios, la deforestación de grandes territorios, la explotación de recursos naturales sin ningún tipo de control o cualquier otro. Este libro no va de eso, aunque mencione todos esos aspectos. Este libro va sobre el modo en que un país inexplorado se fue descubriendo poco a poco con el empeño de muchas personas que, por uno u otro motivo, se adentraron en lo desconocido en busca de una vida mejor.

Primero los comerciantes de pieles, que abrieron rutas para los colonos que vendrían después y que alentaron las leyendas sobre el oeste, las exploraciones financiadas por el Gobierno para saber “qué es lo que habían comprado”, la anexión de Texas, el territorio de Oregón y las caravanas de carretas surcando las praderas en dirección a los nuevos asentamientos. Y, por supuesto, la fiebre del oro, especialmente en California, que supuso explorar un inmenso territorio en muy poco tiempo.

Todas esas idas y venidas fueron dibujando el mapa de los Estados Unidos, que poco a poco fue implantando novedades: la diligencia, los barcos de vapor, los servicios de correos y finalmente el ferrocarril, una carrera contra el tiempo que mantuvo en vilo a todo el país.

Y así, como quien completa un puzzle, hasta llegar a Oklahoma, el último Estado en ser colonizado. ¿Recuerdan la película Un horizonte muy lejano, con Tom Cruise y Nicole Kidman como protagonistas? Pues bien, así fue como se repartieron las últimas tierras norteamericanas en Oklahoma, con una carrera entre todos los participantes, que se quedaban con el trozo de terreno en el que lograban clavar su banderín.

La Frontera tuvo, durante su existencia, un estilo de vida peculiar, alejado de los centros de gobierno, sin leyes federales pero con cierto orden, y poblado de personas especialmente resistentes a las adversidades. Los colonos no lo tuvieron fácil y muchos perdieron su vida mientras luchaban por escapar de la miseria o por legar a sus hijos algo mejor que lo que ellos habían tenido.

Cargados con sus escasas pertenencias se marcharon hacia el Oeste, en carreta, en mula o a pie. Irlandeses, italianos, alemanes, chinos, estadounidenses, chilenos... una mezcla heterogénea de culturas con un único objetivo.

La verdad es que hay muchas cosas interesantes que contar de este libro y a mí, que me gusta el western, tengo que agradecerle a Gregorio Doval su estilo diáfano y directo a la hora de sumergirme en una historia que siempre me ha parecido fascinante.

Juzguen, sino, ustedes mismos.
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martes, 1 de septiembre de 2009

Behn, Aphra Behn, Agente 160

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Apunte - por Pilar Alonso

Todas las mujeres deberían depositar flores en la tumba de Aphra Behn, pues fue ella quien ganó para ellas el derecho de expresar sus ideas.
Virginia Woolf

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Érase una vez Inglaterra y la cabeza de un rey. Carlos I moría decapitado en 1649, Oliver Cromwell accedía a la cúspide de la nueva República y Carlos II se exiliaba a Francia, de donde no regresaría hasta 1660, cuando se le restituyó el trono.

Pero no fue un retorno pacífico, pocas cosas lo eran allá por el siglo XVII. En 1665 se iniciaba la Segunda Guerra Holandesa por un conflicto en las colonias y ahí es donde entra nuestra heroína.

Aphra Behn, que por aquel entonces tendría unos veinticinco años, era la viuda de un acaudalado comerciante alemán, lo que le permitía codearse con la flor y nata de la sociedad. Se rumoreaba que entre sus muchas conquistas amorosas figuraba el mismísimo monarca Carlos II. En 1666, no se sabe muy bien cómo ni por qué, fue enviada a Amberes para espiar a los holandeses, un trabajo que al parecer nunca se le reconoció. Su nombre en clave era Astrea o Agente 160 y envió varias cartas con información que no consta fuesen tomadas demasiado en serio.

Gastó gran parte de su fortuna en Holanda para poder cumplir con sus cometidos, e incluso se vio obligada a vender su anillo de boda para poder mantenerse y, pese a las numerosas peticiones que envió solicitando fondos tanto a Tom Killigrew como a James Halsall, sus contactos en Inglaterra, nunca recibió respuesta. Llegó a recurrir a Lord Arlington, Secretario de Estado, con el mismo resultado.

Finalmente se vio obligada a solicitar un préstamo para poder regresar por su cuenta a Londres en 1667, completamente arruinada. Ante la imposibilidad de hacer frente a los pagos de ese préstamo, fue encarcelada por deudas y ninguna de las misivas que envió a sus supuestos jefes, incluso al rey, obtuvo la más mínima respuesta.

Por fortuna, no pasó mucho tiempo entre rejas. De forma anónima alguien liquidó su deuda, pudo salir de prisión y es probable que además obtuviera algún tipo de compensación económica.

Para poder mantenerse a partir de entonces se vio obligada a escribir por dinero, lo que la convertiría en la primera escritora inglesa profesional, que es por lo que en realidad es conocida, un trabajo que en aquel entonces la tachaba poco menos que de mujer pública.

Escribió la mayoría de sus obras para la Compañía del Duque, una de las dos compañías de teatro que se habían establecido en Londres (la otra era la del Rey), y sus obras fueron representadas con bastante éxito de crítica y público, lo que le reportó beneficios económicos. No dejó de escribir hasta el final de su vida: obras de teatro, poesía y novela, la más famosa de las cuales fue El príncipe Oroonoko, uno de los primeros precedentes de literatura antiesclavista, que se hizo enormemente popular.

Contó durante ese período de su vida con el patronazgo de nobles y cortesanos, como era habitual en su profesión, y también sufrió feroces críticas por parte de sus adversarios por sus ideas escandalosas acerca del sexo y el papel de la mujer.

Murió en 1689 y fue enterrada en la Abadía de Westminster..


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