lunes, 4 de agosto de 2008

El profeta de los números - Elsa Schöner

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com

Editorial VíaMagna
398 páginas
Género: Novela


Siglo XVI. Adrian Piscator, un joven pescador con gran facilidad para las matemáticas, decide abandonar la miseria en la que vive y huir de su casa para unirse a un grupo de estudiantes.

Su viaje le llevará a la ciudad de Nuremberg, donde se enamorará por primera vez y donde conseguirá al fin ser admitido como aprendiz en la escuela de Aritmética del maestro Crantz. En una urbe sacudida por las rencillas religiosas, las investigaciones algebraicas de Crantz le harán sospechar que el Apocalipsis está mucho más cerca de lo que creen.


Opinión

Cuando uno comienza a leer El profeta de los números una de las primeras cosas que le llaman la atención es el sistema de aprendizaje de los alumnos. Contrariamente a lo que sucede en la actualidad, muchos de los estudiantes no recibían educación continuada, sino que se limitaban a vagabundear de una ciudad a otra, mendigando o robando para poder pagarse una serie de clases, la comida y el hospedaje hasta agotar los recursos y continuar luego su viaje. No todos se podían permitir con asiduidad el coste de las lecciones e incluso debían pagar para poder ser admitidos como aprendices en casa de sus maestros, a los que ayudaban en sus tareas con los más pequeños. Elsa Schöner ha sabido plasmar ese ambiente y los problemas a los que debían enfrentarse los jóvenes inquietos de aquella época, de difícil acceso a los libros y a la sabiduría.

Asimismo, la autora ha logrado sumergir al lector en los entresijos de una ciudad como Nuremberg en uno de los momentos más cruciales de su historia. Los enfrentamientos religiosos entre sus habitantes tienen cabida en las páginas de la novela y resultan de lo más sugerentes. Hechos en los que uno nunca se ha detenido a pensar aparecen de repente ante sus ojos, como el de que muchos vendedores de imágenes, que se apostaban a las puertas de las iglesias, se viesen de repente arruinados gracias a las nuevas creencias. Detalles tal vez insignificantes en el devenir de los grandes sucesos históricos, pero no por ello menos interesantes.

El modo en que la nueva religión modificó la vida cotidiana se refleja también en uno de los personajes de la novela, una joven cuyo destino parece ser ingresar en un convento de clausura, el único lugar en el que supuestamente puede ser libre y desarrollar sus inquietudes intelectuales, y a la que las nuevas ideas le otorgan un fin muy distinto.

Todo este entramado sirve de marco para el desarrollo de la historia de Adrian Piscator, un joven con grandes aptitudes para las Matemáticas, y de su maestro Crantz, un amante del Álgebra e incluso de la Alquimia. El lector puede perderse en ocasiones entre algunas operaciones o la interpretación de algunos símbolos, como en el cuadro Melancolía I de Durero, que es casi imprescindible buscar, pero también es fácil identificarse con el ansia de búsqueda y saber de ambos hombres.

La historia resulta interesante y el ritmo bastante ágil, aunque le convendría una buena corrección de estilo. El uso de elementos como la alquimia o el fin del mundo mantienen cierta intriga hasta el final, aunque no sean los pilares sobre los que se sustenta la novela.

Tanto el desarrollo de la historia como la simbología no destacan por su noveddad. No obstante, desde las páginas de El profeta de los números podemos visitar la ciudad de la Nuremberg del primer cuarto del siglo XVI, con su mosaico de habitantes, sus costumbres y expectativas, los cambios, las rencillas y los sueños. Y ése es sin duda el mayor atractivo de la novela.
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