viernes, 24 de abril de 2009

El destino de la corona - Sandra Worth

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada originalmente en www.ciberanika.com

Ediciones Pàmies
221 páginas
Género: Novela

La Guerra de las dos Rosas ha terminado y la casa de York, en la figura de Eduardo IV, ocupa el trono.

Pero Jorge, el hermano del rey, pretende hacer valer sus derechos sobre la corona alegando la ilegitimidad del monarca. Y Elizabeth Woodville, la esposa de Eduardo, continúa presionando a su esposo para obtener favores para los suyos, a costa de cualquier precio.

La salud de Eduardo se resiente, víctima de los excesos. Y muchos aguardan su muerte para hacerse con el poder.

Opinión

De nuevo desde el punto de vista de Ricardo, el hermano menor de Eduardo IV, asistimos a los acontecimientos que se desarrollan en Inglaterra entre 1476 y 1483.

En este caso sin guerras de por medio, aunque sí con muchas intrigas y cuestiones políticas, narradas con la misma sencillez que en su primera novela.

Yo no sé si Elizabeth Woodville, reina consorte de Eduardo, era tan odiosa como la pintan en la novela o si sólo era una mujer de su tiempo, que aprovechaba su influencia para obtener favores para los suyos. No creo que fuese muy distinta a otros personajes del momento, que el tema de los favoritismos no lo inventó precisamente ella.

Sea como sea, en esta novela es un personaje carente por completo de escrúpulos, capaz de sacrificar a sus propios hijos con tal de obtener el poder, malvada, arpía... bueno, cualquier epíteto que se os ocurra... seguro que se le aplica a la perfección. A ella y a sus familiares o seguidores.

Ignoro si la imagen que ofrece Sandra Worth es realista o no, si su simpatía por la casa de York y en concreto por Ricardo III repercuten en la verosimilitud de los hechos que narra, pero de lo que no hay duda es de que sabe contar una historia.

Ricardo es una especie de héroe, un hombre honorable, honesto, justo... al menos según nos lo presenta la autora. Y, sea cierto o no, el hecho es que la caracterización del personaje convence al lector, que es de lo que se trata.

Tal vez se echa de menos un poco menos de empatía y un poco más de objetividad. Es lo que tienen las novelas. En muchos casos el autor toma partido en los sucesos que narra y Sandra Worth no es una excepción. Y es inevitable que el lector, atrapado en una trama interesante y bien ambientada, siga su ejemplo.
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