martes, 1 de julio de 2008

La Artillera - Ángeles de Irisarri

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com


Editorial Suma de Letras
556 páginas
Género: Novela


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Tras los sucesos acontecidos el 2 de Mayo de 1808 en Madrid contra la invasión francesa, varias ciudades españolas declararon la guerra a Napoleón, entre ellas Zaragoza.

Ángeles de Irisarri narra el día a día en el interior de la ciudad de la mano de diez mujeres de distintas clases sociales y el modo de afrontar los dos sitios que sufrió Zaragoza. Agustina de Aragón, María Agustín o la condesa de Bureta son algunas de las protagonistas de esta novela.


Opinión


Ya cumplido el centenario de los hechos del 2 de Mayo, Ángeles de Irisarri se sumó al homenaje a aquellos hombres y mujeres que se enfrentaron contra el invasor y que lograron, contra todos los pronósticos, vencer al mejor ejército del mundo.

La Artillera sitúa la acción en el interior de la ciudad de Zaragoza y la visión no es tanto la guerra en sí misma como el papel que jugaron los habitantes de la urbe en el desarrollo de la contienda. Diez mujeres, la mayoría de ellas reales, protagonizan una historia que se desarrolla en el interior de los muros de la villa, proporcionando al lector la oportunidad de asistir a una guerra desde la “trastienda”. Sin olvidar el papel jugado por ejército y población civil, la novela se basa en el rol desempeñado por las mujeres e incluso por los niños y sin cuya ayuda el resultado podría haber sido muy distinto. Así, asistimos al cuidado de enfermos y heridos, el levantamiento de barricadas, el suministro a las tropas de comida, agua y munición, el desescombro de edificios destruidos, la llevada de noticias, la recogida de objetos de valor, la confección de prendas de vestir y, en algunos casos, incluso sustituyendo al soldado caído con el fusil o, caso de Agustina, con el cañón.

Heroicas mujeres que pasaron a la Historia y muchas otras cuyos nombres no se supieron jamás y que contribuyeron a que la ciudad de Zaragoza consiguiera sobrevivir a los dos asedios a los que fue sometida. Tanto unas como otras disponen ahora de su propia voz gracias a Ángeles de Irisarri que, en una prosa muy acorde con la época, narra sus aventuras y las enormes dificultades a las que tuvieron que enfrentarse: hambre, frío, bombas, peste...

Al inicio de la novela aparecen todas las protagonistas de una vez, dirigiéndose hacia un mismo lugar y, aunque al principio resulta un poco difícil saber quién es quién, la historia de cada una de ellas va perfilándose a medida que avanza la trama y sin duda cada lector sentirá preferencia por una u otra. En el caso de la que suscribe, se trata de la madre Rafols, un personaje increíble.

La Artillera nos ofrece además un recorrido por las calles de la ciudad, por sus edificios más emblemáticos, por sus gentes y por sus costumbres.

La autora ha sabido transmitir toda la tensión de aquellos días, la pasión, el desaliento y el valor y consigue que el lector vibre y se emocione, que sienta que le hormiguean las manos ante la necesidad de unirse a ese grupo de personas, con una aguja, un cazo o una bayoneta y que, al cerrar sus páginas, sea consciente de que cierra uno de los capítulos más heroicos de la historia de España.

Una novela bien documentada y escrita con esmero, con un ritmo ágil que hace que sus más de quinientas páginas no se hagan en absoluto pesadas, con sentido del humor y momentos de ternura, y con unas protagonistas admirables y bien retratadas que logran seducir al lector sin esfuerzo.

Una obra imprescindible para todos los amantes de la novela histórica y un referente para el bicentenario.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Agustina de Aragón no me ha parecido tan heroína como cuando no sabía nada sobre ella. Ni que decir que lo que hizo habría que ver si tendría yo pelotas para hacerlo, pero me ha parecido más heroico el acto de María Agustín cuando llevaba las cestas de cartuchos cruzando campo abierto o la constancia general de la población femenina. Pues sí, pues esta novela es más un reclamo a ese heroísmo sordo y turbio del medio campo que sobrellevaron las mujeres durante el sitio. Y en ese sentido, el personaje que más me sobrecogió –mi verdadera heroína- fue María Lostal, que sin intervenir mucho en ayuda a la defensa, sí tubo que sobrellevar durante los dos sitios, el cuidar de sus tres hijos, el atender la tienda de vinos –defendiéndola incluso de los ladrones- y ayudar a una hermana que vivía, encerrada en casa, al otro lado de la ciudad. Y todo ello con el marido en el frente, apuntándose -cabría decir que egoístamente- en todos los berenjenales de la defensa, y que en cuando volvía tenía a su mujer primeramente dispuesta a abrirse de piernas.