Editorial Crítica
583 páginas
Género: Ensayo
Tras una gran victoria militar, era costumbre en Roma celebrarla con un desfile por la ciudad, donde se mostraban al público los dignatarios capturados y el botín: esclavos, joyas, estatuas, plantas o animales, a veces en cantidades tan ingentes que el cortejo podía durar incluso dos o tres días.
Mary Beard, catedrática de la Universidad de Cambridge, analiza en esta obra la magnificencia de los triunfos romanos y el modo en que influyeron en las sociedades posteriores.
Opinión
La Antigua Roma ofrece multitud de fantásticas posibilidades para atrapar la atención de cualquier lector. Y el tema sobre el que gira la presente obra no es el menos atractivo.
Mary Beard comienza su ensayo con el desfile de Pompeyo en el año 61 a.C.. A través de sus palabras podemos ver las carretas cargadas de oro y joyas, las estatuas, las plantas exóticas, los barcos capturados, los prisioneros ricamente ataviados... todo lo que sucedió y lo que significó aquel desfile que cruzó Roma durante dos días, el tiempo necesario para mostrar la totalidad del botín conquistado.
Y continúa con las distintas versiones que de él ofrecieron los autores de la época, las variantes, las confusiones, las incongruencias... y no sólo en el desfile de Pompeyo, sino en algunos otros que también ocupan parte de su argumentación.
Analiza el por qué y el cómo de la construcción de los Arcos de Triunfo, la costumbre de ejecutar a algunos de los prisioneros al finalizar el desfile, los suicidios de los que no querían formar parte de las denigrantes procesiones romanas, el caso de Cleopatra por ejemplo, las maquetas que se confeccionaban sobre las plazas conquistadas y que eran llevadas en alto para que todos pudieran contemplarlas, las críticas que recibían ese tipo de demostraciones por parte de algunos sectores de la sociedad romana, el modo en que evolucionaron los triunfos romanos a lo largo del Imperio... y otras muchas cuestiones de interés que giran en torno al tema de ese tipo de celebraciones, copiadas en algunos casos por generaciones posteriores.
Hipótesis todas ellas que la autora analiza a través de multitud de textos y que no hacen sino demostrar que aún quedan muchos huecos por llenar, mucha información fragmentada, en ocasiones contradictoria, que impide elaborar un cuadro detallado de lo que suponía la espectacular costumbre romana.
Para mi gusto, la autora se pierde un poco en las reiteraciones, volviendo una y otra vez a los mismos planteamientos desarrollados páginas atrás, aportando algunos detalles que bien podría haber incluido con anterioridad. Eso, y las casi cien páginas de notas, hacen que la lectura de El triunfo romano no sea especialmente amena, aunque sí sumamente interesante.
La obra cuenta con una extensa bibliografía y con ilustraciones magníficamente escogidas, que la convierten en imprescindible para comprender uno de los aspectos más sugerentes de la historia de Roma.
Mary Beard, catedrática de la Universidad de Cambridge, analiza en esta obra la magnificencia de los triunfos romanos y el modo en que influyeron en las sociedades posteriores.
Opinión
La Antigua Roma ofrece multitud de fantásticas posibilidades para atrapar la atención de cualquier lector. Y el tema sobre el que gira la presente obra no es el menos atractivo.
Mary Beard comienza su ensayo con el desfile de Pompeyo en el año 61 a.C.. A través de sus palabras podemos ver las carretas cargadas de oro y joyas, las estatuas, las plantas exóticas, los barcos capturados, los prisioneros ricamente ataviados... todo lo que sucedió y lo que significó aquel desfile que cruzó Roma durante dos días, el tiempo necesario para mostrar la totalidad del botín conquistado.
Y continúa con las distintas versiones que de él ofrecieron los autores de la época, las variantes, las confusiones, las incongruencias... y no sólo en el desfile de Pompeyo, sino en algunos otros que también ocupan parte de su argumentación.
Analiza el por qué y el cómo de la construcción de los Arcos de Triunfo, la costumbre de ejecutar a algunos de los prisioneros al finalizar el desfile, los suicidios de los que no querían formar parte de las denigrantes procesiones romanas, el caso de Cleopatra por ejemplo, las maquetas que se confeccionaban sobre las plazas conquistadas y que eran llevadas en alto para que todos pudieran contemplarlas, las críticas que recibían ese tipo de demostraciones por parte de algunos sectores de la sociedad romana, el modo en que evolucionaron los triunfos romanos a lo largo del Imperio... y otras muchas cuestiones de interés que giran en torno al tema de ese tipo de celebraciones, copiadas en algunos casos por generaciones posteriores.
Hipótesis todas ellas que la autora analiza a través de multitud de textos y que no hacen sino demostrar que aún quedan muchos huecos por llenar, mucha información fragmentada, en ocasiones contradictoria, que impide elaborar un cuadro detallado de lo que suponía la espectacular costumbre romana.
Para mi gusto, la autora se pierde un poco en las reiteraciones, volviendo una y otra vez a los mismos planteamientos desarrollados páginas atrás, aportando algunos detalles que bien podría haber incluido con anterioridad. Eso, y las casi cien páginas de notas, hacen que la lectura de El triunfo romano no sea especialmente amena, aunque sí sumamente interesante.
La obra cuenta con una extensa bibliografía y con ilustraciones magníficamente escogidas, que la convierten en imprescindible para comprender uno de los aspectos más sugerentes de la historia de Roma.
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