Apuntes - por Pilar Alonso
En 1964, el psicólogo estadounidense Timothy Leary, publicó el libro “La experiencia psicodélica”, que agotó tres ediciones consecutivas en el mismo año. En él valoraba el uso del LSD como forma de abrir la mente y liberar el sistema nervioso, una experiencia que él consideraba casi religiosa. El uso de la citada droga se extendió rápidamente entre los jóvenes universitarios norteamericanos, provocando numerosos “accidentes” por el mal uso.
Rápidamente publicó un segundo libro “Plegarias psicodélicas”, una especie de guía para el “buen uso” del ácido, la iniciación a su consumo y la práctica colectiva. Pero como Leary no indicaba tampoco en esta ocasión cuál era la dosis recomendable, el LSD continuó causando estragos.
Leary creó La Liga para del Descubrimiento Espiritual, una religión que se servía del ácido como instrumento espiritual, e impartió conferencias en varias universidades norteamericanas para presentar la experiencia con el LSD.
A pesar de que fue detenido en la frontera de México por traficar con estupefacientes y a que el LSD pasó a ser ilegal en octubre de 1966, su uso no cesó de extenderse, y se vinculó inmediatamente con la cultura pop, que tendría en esos años y los siguientes un esplendor sin precedentes.
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