Apuntes - por Pilar Alonso
En enero de 1847 aparecía una noticia en un diario londinense: un profesor de obstetricia de Edimburgo, James Young Simpson (1811-1870), había conseguido que una mujer diese a luz sin dolor.
Hacía unos meses que se había realizado la primera operación con éter en Europa, la amputación de una pierna, pero nadie podía sospechar en ese momento que la narcosis pudiese aplicarse a otras disciplinas médicas, menos aún a la obstetricia.
Simpson había llevado a cabo ese primer parto sin dolor utilizando el éter, aunque consideraba que no era el método más apropiado. El 4 de noviembre de 1847 descubrió las ventajas del cloroformo, que en muchos casos suplantó al éter como anestesia.
A pesar de que gran número de mujeres acudieron al médico escocés para librarse de los dolores del parto, o de cualquier otra dolencia, Simpson no lo tuvo fácil. No sólo tuvo que lidiar con la comunidad médica, muy reacia a los cambios, sino especialmente con la Iglesia. Ésta se aferraba a las palabras contenidas en el Génesis 3, 16: “Parirás a tus hijos con dolor”, como había venido sosteniendo desde antiguo. La teoría era que el dolor que una mujer soportaba durante el parto era necesario, una retribución por los pecados de Eva. Si la parturienta no demostraba suficiente dolor, tanto ella como su bebé podían ser condenados por la Iglesia, pues se creía que el Diablo la había auxiliado. Tal vez por ello denominaron al cloroformo “fruto del demonio” o “aire de Satán” desde sus púlpitos.
Pero las ideas de Simpson iban a contar con una poderosa aliada. El 7 de abril de 1853 la reina Victoria daba a luz a su cuarto hijo, el príncipe Leopold, y lo hacía sin dolor, con la ayuda del cloroformo que le administró el médico anestesista John Snow.
Snow, al igual que Simpson, llevaba años dedicado al estudio de la narcosis. Tras atender el parto de la reina, se hizo tan famoso que la clase alta londinense sólo consentía que fuese él en persona quien les atendiera llegado el día del alumbramiento.
De repente, desapareció toda la oposición y el parto à la reine se puso rápidamente de moda en Gran Bretaña.
Y James Young Simpson, nombrado baronet y médico escocés de la reina, se convirtió en un héroe.
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2 comentarios:
Hola Pilar,
muy interesante tu reseña del parto sin dolor.
Hay que ver el poder que tienen las palabras y los acontecimientos, según quien los pronuncie o los experimente.
Un saludo
Irene
Muy interesante el episodio del doctor Simpson!!
Y como la petición de la reina acaba con la polémica rapidamente. yo mismo escribé sobre el tema hace un tiempe, te invito a leerlo!
http://ury6.blogspot.com/2008/11/la-reina-salva-les-dones-de-du.html
nos leemos, sigui así!!
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