lunes, 7 de junio de 2010

La vuelta al mundo en 72 días - Nellie Bly

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Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en www.ciberanika.com

Ediciones Buck, Febrero 2010
Género: Reportaje
262 páginas


El 14 de noviembre de 1889, a las 09:40 horas, la periodista de investigación Nelly Bly partía de Nueva York para dar la vuelta al mundo. El objetivo era realizar el viaje en un tiempo inferior al empleado por Phileas Fogg en la novela La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne.

En su recorrido pasó por Reino Unido, Francia, Italia, Egipto, Adén (Yemen), Colombo (Ceilán), Penang (Malasia), Singapur, Hong Kong, Japón y Estados Unidos. Un recorrido total de 34.987 kms con el que lograría batir el récord del personaje de ficción.
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En el siglo XIX que una mujer viajara sola por el mundo, sin la compañía de un hombre, no era cosa baladí y Nelly Bly, lejos de amedrentarse, aceptó el desafío con una entereza envidiable y una profesionalidad que ya la quisieran muchos periodistas de nuestros días.

Ataviada con un único traje y una bolsa de mano, esta intrépida mujer se convirtió en la protagonista de una hazaña que inspiró a muchas otras mujeres de su tiempo. Gracias a sus grandes dotes de observación proporcionó a los lectores de su odisea un retrato fidedigno de los lugares por los que pasó, con sentido del humor y una notable calidad narrativa.

El itinerario no es el mismo que aparecía en la novela de Julio Verne y no habría estado de más que la editorial añadiera un mapa que indicara los puntos por los que pasó Nelly Bly, comparándolo incluso con el de Fogg. Habría sido sin duda un documento interesante. Una de las etapas del viaje de la periodista fue, precisamente, la visita que realizó al autor francés, uno de los episodios más simpáticos de todo el libro, para comentar la aventura que estaba a punto de iniciar.

A partir de ahí, la carrera contra el tiempo se encontrará con algunos obstáculos relacionados con los medios de transporte, retrasos inevitables que harán peligrar la misión y que terminarán resolviéndose sin consecuencias graves.

Esos medios de transporte son también protagonistas de su trabajo: condiciones del viaje, tripulación, gastronomía, comodidades o ausencia de ellas… que ilustran muy bien el modo en el que se viajaba a finales del siglo XIX y que es probable sirvieran como guía para otros aventureros.

Lo más destacado son sus apreciaciones sobre escenarios y pueblos, no exentas de ciertos sutiles prejuicios acordes con la época. Costumbres, ritos y situaciones pasan inevitablemente por el tamiz de su ideología de mujer americana y los expone con absoluta franqueza.

Aunque a su viaje le falta el componente de ficción de la novela de Verne, es indudable que se disfruta desde el principio, atentos al desarrollo de la aventura y a los escollos que hallará en el camino, sin importar que el título del libro indique que concluyó con éxito su periplo.

Y ese éxito se hace más patente en el instante en el que vuelve a pisar suelo estadounidense. A su llegada a San Francisco la esperaba una multitud que la aclamó como a una heroína, un hecho que se repetiría a lo largo de todo el trayecto de costa a costa. Telegramas, frutas, flores, bandas de música y ovaciones a su paso acompañaron a Nelly Bly en la última parte de su viaje, sin duda el más emotivo.

Como colofón, en Chicago le fue entregado un telegrama que no había llegado a tiempo de alcanzarla en San Francisco. Decía así: “El señor Verne desea que se le transmita el siguiente mensaje a la señorita Nellie Bly en el mismo instante en el que ponga pie en territorio estadounidense: El señor y la señora Verne desean transmitir sus más sinceras felicitaciones a la señorita Nellie Bly en el momento en el que la intrépida joven pise la tierra americana”. Un broche de oro para una aventura espectacular.
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