martes, 11 de noviembre de 2008

Así aprendimos a escribir

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Apuntes - por Pilar Alonso




Hoy todos escribimos más o menos igual. Sea en el idioma que sea, utilizamos la misma caligrafía. Pero no siempre fue así. Distintas hipótesis tratan de explicar el nacimiento de la minúscula y ésta parece ser la más difundida:

Durante los comienzos de la Edad Media eran pocos los que sabían escribir, apenas unos cuantos monjes y algunos secretarios de gente noble, curioso si se tiene en cuenta que tanto en la Antigua Grecia como en Roma el arte de la escritura estaba bastante extendido. Poco a poco, los modelos se fueron perdiendo y, al estar los que se dedicaban a la labor muy separados unos de otros, cada uno comenzó a escribir un poco a su manera, con lo que resultaba imposible comprender un texto que no hubiese sido escrito uno mismo.

Las diferentes letras comenzaron a escribirse de forma distinta. En Hispania usábamos unas letras visigodas bastante claras pero distintas al resto, la letra romana sobrevivió en Irlanda nada menos y en otros lugares se adaptó la caligrafía a los usos, costumbres o gustos de los usuarios. El resultado... un auténtico lío.

En uno de los monasterios del reino franco, Corbie, comenzó a desarrollarse un nuevo estilo, mezcla de lo romano y lo celta. Los copistas de Corbie desarrollaron un tipo de letra minúscula, pequeña y manejable contra las enormes mayúsculas latinas, que era fácilmente comprensible tras un poco de práctica.

Esta letra tuvo gran acogida en Tours, donde la perfeccionaron, introduciendo una pequeña separación entre cada letra, y de ahí saltó a la escuela palatina de los francos, donde Alcuino de York favoreció su uso. Pronto se hizo evidente que representaba una gran ventaja disponer de una letra uniforme que todos pudieran entender y Carlomagno decidió hacerla obligatoria en todos los centros de escritura. Fue una tarea ardua y muy larga. Para poder escribir bien, hacía falta saber leer bien, signos de puntuación incluidos. Y la mayoría de nuestros antepasados no se distinguían precisamente por su alto nivel cultural.

A pesar de ello, entre la determinación del monarca franco y el trabajo incansable del sabio Alcunio, se logró el objetivo. Misales, libros de leyes, documentos... todo fue transcrito con ese tipo de letra y enviado a distintas ciudades, con lo que se extendió aún más su uso.

Ese tipo de letra se llamó “minúscula carolingia” (en la foto), que poco después fue reemplazada por la llamada letra gótica, de difícil comprensión. Los humanistas del Renacimiento regresaron a la carolingia y trataron de mejorarla, lo que dio lugar a la “letra romana”, que ha perdurado, con pocas modificaciones, hasta nuestros días.
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4 comentarios:

Salvador Díaz dijo...

Ya he aprendido algo más. Muy interesante Pilar.

Historia y Libros dijo...

Gracias, cabellero. Se hace lo que se puede :)

Anónimo dijo...

La sección de apuntes está interesante. Éste en especial me ha gustado mucho. Caramba, que cosas, pensaba que la minúscula había sido creada por Dios en el Génesis.

Patricia Tena dijo...

Pilar, me ha parecido muy interesante. Reitero: me encanta tu sección de apuntes. Besotes