jueves, 11 de diciembre de 2008

J.L. David - El juramento de los Horacios

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Arte - por Pilar Alonso.

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El juramento de los Horacios, Jacques-Louis David, 1784, óleo sobre lienzo, 330 x 425 cm, Museo del Louvre, París.


La ciudad de Roma comenzó siendo una aldea al sur del río Tíber, a unos 20 kms de Alba Longa, la ciudad más importante de aquel momento. Roma fue creciendo poco a poco entre las siete colinas, y prosperó tanto que provocó la envidia de otros enclaves, como Alba Longa. Llegados al enfrentamiento militar, año 669 a.C., se decidió otorgar la hegemonía al vencedor de un duelo. Los romanos eligieron a tres guerreros y los albanos a otros tres.

Los romanos fueron los hermanos Horacios (en el cuadro) y por los albanos lucharon los hermanos Curiacios. Dos de los romanos fueron muertos y el superviviente eliminó a los tres enemigos, alzándose así con la victoria.

En este cuadro, encargado al pintor por el Rey Luis XVI en 1784, los tres hermanos Horacios están situados a la izquierda, tomando las armas de manos de su padre y realizando el juramento romano, con las palmas hacia abajo, mientras a la derecha las plañideras lloran su incierto destino. No en vano una de las hermanas de los Horacios (Camila) estaba prometida con un Curiacio y, a su vez, una hermana de los albanos (Sabina) era la esposa de un Horacio.

Al regresar del enfrentamiento, Camila recriminó a Horacio la muerte de su amado y él la apuñaló: “¡Así muera toda mujer romana que llora a un enemigo!”. Horacio fue llevado a juicio, y el padre salió en su defensa, alegando la fuerza del deber sobre los sentimientos personales. Fue declarado inocente.


El artista

Jacques-Louis David (París 1748 – Bruselas 1825) obtuvo el primer premio de la Academia francesa en 1774, tras varios intentos, y eso le permitió viajar a Roma, donde estudió los modelos de la Antigüedad clásica. En 1781 regresó a Francia y fue admitido en la Academia, donde se convirtió en miembro permanente. Pintó numerosos cuadros históricos, aunque fue más conocido por sus retratos. Para El juramento de los Horacios (1784) se desplazó expresamente hasta Roma, donde el cuadro obtuvo un rotundo éxito, repetido en el Salón de París de 1785.

El artista participó activamente en la política francesa revolucionaria, intervino a favor de artistas y obras de arte, protegió los monumentos de la Edad Media y tuvo numerosos discípulos. Fue un apasionado partidario de Napoleón y en 1804 fue nombrado su primer pintor. Tras la derrota del Emperador, se exilió en Bruselas, donde continuó pintando hasta su muerte.

Como había intervenido en la ejecución del Luis XVI, no se permitió que sus restos regresaran a Francia, así que fue enterrado en Bruselas. Su corazón, no obstante, descansa en el cementerio Père Lachaise, de París.
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